Elisa no estaba acostumbrada a amenazar a otros, Ian podría ser su único ejemplo de poner sus palabras en una fina línea entre amenazas y burlas, pero confiaba en contar consigo misma para hacer lo que pudiera cuando el tiempo la necesitara, como ahora. Vio cómo Esther se aferraba al reposabrazos y más de la falsa cara de Esther se derretía, revelando otro rostro de la mujer que lucía muy diferente a cómo se había presentado al principio.
La mujer parecía tener unos veintitantos años, sus ojos seguían siendo azules pero mucho más oscuros comparados con los de ella. Aparte de los ojos y el color de su cabello, los rasgos de su rostro habían cambiado notablemente en la barbilla y los pómulos que estaban más elevados, y Elisa se preguntaba si Esther había robado el rostro de alguien como Barner lo hizo con el Señor Alfredo.
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