Elisa frunció el ceño cuando no pudo encontrar a Sauce. ¿Dónde se habrá metido?
—Debe estar siguiendo a ese hombre de antes —señaló Ian al cabo de un rato. Ella siguió su mirada para buscar por el lugar, encontrando que el hombre efectivamente había desaparecido, y en ese momento también vio a la señora Ellen con los ojos llameantes mientras la miraba fijamente; la mirada era aguda y peligrosa, al lado de ella estaba su doncella que le susurró algo y sus labios se ensancharon en una sonrisa.
—La pistola —la voz de Ian llegó junto al oído de Elisa cuando se apartó de mirar a la dama—. Un tiro a la cabeza si así lo deseas. Podemos arreglarle un ataúd luego.
—No la mataré —respondió Elisa, provocando que él encogiera los hombros.
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