—Señora Mónica —pensaba Elisa—, recordaba que la dama era la hija del conde pero no recordaba que la dama tuviera una hija.
—Mila cogió aire —la miró antes de voltearse hacia la criada—. Notificaré al mayordomo principal, por ahora debes acompañar a los invitados a la sala de recepción —y cuando la criada se marchó, Mila la miró—. Descansa bien, escuché que dormiste durante horas, sería bueno que comieras más, pero sé que no será fácil digerir comida a primera hora.
—Gracias, Mila —y Mila se fue. Elisa entró a su habitación, colocando la bandeja en el armario antes de asomarse a la ventana enfrente de la puerta de su habitación. Allí vio a la señora Mónica bajándose de su carruaje con un hombre más alto que ella. Elisa se preguntó qué querría decir la criada con un caso urgente que tenía la señora Mónica. Sería normal si fuera el conde Gary, su padre, quien viniera pero en su lugar era la señora Mónica y su hermano.
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