—Señora Mónica había estado demasiado enojada para darse cuenta de cómo la mujer que había conocido en la tienda de hilos apareció de repente en la soirée; aun sintiendo enojo, se había calmado a sí misma y a su ira en la habitación del rincón, que estaba en el lado opuesto del lugar. Se había colocado allí a propósito para que Ian pudiera verla, pero en la posición en la que estaba, cubierta por la cortina, no podía ver la pequeña escena que ocurrió entre Elisa e Ian; y aún creía lo que su hermano le había dicho en su mente.
La chica podría haber capturado los ojos del Señor, pero al final del día no era nada más que una doncella. Alguien que era más baja que los demás y ella estaba segura de que pronto podría descartar a la mujer.
Elevó la comisura de sus labios calmando su risa —Las noticias llegan como el viento y tuve la fortuna de oír hablar de su excelente hazaña con la Iglesia.
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