Mientras Anastasia caminaba por los corredores hacia la sala de reuniones, sus dedos se volvieron fríos debido a la ansiedad. Adriana le había pedido que se quedara en el palacio porque no quería contarle a su gente ni al consejo sobre su presencia, pero ahora, ¿ahora le había pedido que asistiera a la reunión en la que estarían presentes los reyes y reinas de varios reinos?
—¿Y si alguien intenta atacarla, Íleo? —preguntó al entrar en un salón que tenía numerosas sillas acolchadas alineadas en el costado.
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