Cuando finalmente estuvieron solos, él miró en todas direcciones y olió el aire, notando la dirección del viento, luego se desvió del camino, arrastrándola tras él.
—Reth, ¿qué?
—Te extrañé —dijo él, con voz ronca y apresurada, mientras la llevaba tras uno de los enormes árboles ancestrales del bosque. Su tronco era tan ancho que él y Behryn podrían haber estado uno al lado del otro detrás de él y nadie los habría visto. Y debido a su enorme estructura de raíces, había un claro espacio de varios pies alrededor de él. Rodeados por los arbustos y los árboles cercanos, era como estar en una pequeña alcoba privada.
—Yo también te extrañé, pero—¡oh! ¡Qué lugar tan encantador! —dijo Elia al adentrarse en el sotobosque para ver dónde la había traído. Él se volteó para captar su mirada y ella interrumpió el examinar el pequeño claro al parpadear hacia él. Luego sonrió.
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