—¿Estás diciendo que no necesitas casarte conmigo ya que tienes tantos sirvientes para cuidarte? —dijo Feng Alix fingiendo estar enojada.
—¿Cómo voy a pensar eso? No quiero que te estreses. Tu único trabajo es cuidarte y salir conmigo. No se te permite hacer el trabajo de un sirviente —rió a carcajadas el Sr. Suárez.
—¿Cómo puede ser trabajo de un sirviente que una esposa se preocupe por su esposo? Déjame preocuparme por ti, ya que es la única manera en que puedo estar tranquila —dijo Feng Alix con una sonrisa mientras continuaba frotando sus senos en su brazo y con un puchero en los labios.
—Puedes salir de fiesta con tus amigos, solo ven y toma mi tarjeta si quieres gastar algo de dinero hoy —le permitió hacer lo que quería el Sr. Suárez, solo para hacerla feliz.
—¡De verdad, gracias! —dijo Feng Alix mientras sonreía aún más.
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