—¿Dormiste bien? ¿Tienes hambre? ¿Te duele algo? ¿Debería llamar a un médico de Medicina Oriental para que te prepare algo? ¿Sientes pataditas? ¿Cómo está nuestro bollo? ¿Está subiendo, horneándose o está plano? —le preguntó una serie de preguntas con una expresión seria y directa.
Zhao Lifei se detuvo. Luego se echó a reír por lo adorable que él se comportaba. Se zafó de su agarre de hierro y usó sus brazos para rodear su cabeza con sus manos. —Eres tan lindo, mi esposa regañona —dijo dichosamente—. Dormí demasiado bien para ser verdad, ¿y tú?
—Mi sueño no importa, el tuyo sí. ¿Cuánta hambre tienes? ¿Te duele algo en particular? ¿Debería hacer que alguien programe una cita con un gineco-obstetra? No, mejor no, no deberías ir a ningún lado. Los traeré hacia a ti.
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