—¿Cómo pudo hacernos algo así? —Martín refunfuñaba mientras caminaba de un lado a otro frente al estudio de su padre. Frente a él estaba el tranquilo Federico. A su izquierda estaba Dorothy, quien no había dicho ni una palabra desde que dejaron ese lugar.
—¡Ese hombre es verdaderamente desvergonzado! No hay manera de que permitas que nos falte al respeto, ¿verdad Padre?
—¿Qué querías que hiciera, Martín?
Martín y Dorothy miraron a Federico.
—Las calles cantan alabanzas por ese hombre. Los rumores de que la Santa se negó a sanar a los heridos llegaron a los oídos de los ciudadanos. Si el Duque la hubiera herido... se habrían reído y seguido con sus vidas.
—¿Cómo pueden actuar así? Ella ayudó a salvar a mucha gente de la peste.
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