Cuando Kat despertó, reformando lentamente su mente, el dolor la golpeó de la nada. Sentía como si su piel fuera apuñalada desde adentro con miles de pequeñas agujas. A pesar de esto, podía sentir su energía girando en su interior tratando de cubrir todo y reparar el daño. Centrándose en el flujo, Kat ayudó a estabilizarlo, siguiendo los ejercicios que Kara le había recomendado.
La energía fluía una y otra vez, aumentando el dolor, pero también aumentando el ritmo y la claridad de su energía a medida que avanzaba. A medida que el tiempo comenzó a perder su significado y el dolor comenzó a hacer que su visión se turbase, todo simplemente se detuvo. Entonces, Kat sintió su sangre empezar a subir por su boca.
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