La expresión de Shao Hui cambió. Sabía que su madre no dejaría el asunto así, la última vez logró apoderarse de uno de sus ojos y fue su suegra quien le ayudó a trasplantar otro en su cuenca vacía después de haberlo rescatado.
Pero eso no significaba que su madre, hambrienta de poder, le permitiría conservar su otro ojo.
—¡Sobre mi cadáver! —Antes de que Shao Hui pudiera decir algo, fue el Padre Shao quien explotó de ira. Era la primera vez que Shao Hui veía a su padre tan suave encolerizarse así, y además contra su hermana, a quien más amaba.
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