Al escuchar la clara voz de Keira, Viento Perseguidor comenzó a trotar a un ritmo pausado.
Keira no intentaba presumir de sus habilidades, ni pretendía ostentar nada. Solo quería completar una vuelta y terminar la tarea.
De esa manera, Lewis no perdería la cara por su causa.
También evitaría que Ellis se sintiera tan triunfalmente arrogante.
Vestida con indumentaria de montar blanca, la columna vertebral completamente recta, montaba al alto caballo a un ritmo pausado, sin saber que involuntariamente se había convertido en el centro de atención para los presentes.
Isla también montó un caballo.
No había más remedio. Con Ellis entrando en la arena ecuestre, todos querían acompañarlo, y su lento montar no sería un gran problema siempre que no empezara a galopar. No habría riesgo para su hijo nonato.
Isla fue seguida por unos cuantos lacayos que había convocado, y esas mujeres le halagaban con sonrisas radiantes:
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