Su Bei sabía que no importaba lo que le sucediera, solo él y sus dos hijos nunca la abandonarían.
Lu Heting bajó la cabeza y levantó la barbilla de ella.—Dijo seriamente:
— Después de conocerte, todo se volvió mejor. Lo mismo con Gun Gun. Así que, no es tu culpa. Es la de ellos.
—Sí —Su Bei asintió con fuerza.
—Déjame a mí el asunto de los inversores. Tengo una idea —dijo Lu Heting.
Su Bei le sonrió.—¿Por qué mi esposo es tan polifacético? ¡Lo sabe todo!
—Porque es tu esposo —Lu Heting bajó los ojos y sonrió—. Poder ver sonreír a su mujer era lo mejor que le pasaba cada día.
—Mi marido es tan bueno. No sé cómo compensarlo... —Suspiró Su Bei suavemente—. ¡Te cocinaré algo rico!
Lu Heting la atrajo hacia su abrazo.
¿Qué podría ser mejor que ella?
…
El Maestro Anciano Tang estaba muy preocupado por la condición de Su Bei.
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