Talia y Damon salieron de la habitación de hospital de Keith y se dirigieron de vuelta a la casa de la manada.
—Pensé que no estabas contento con que Keith sea mi guardia —dijo Talia.
Ella acertó en eso. A Damon no le gustaba porque los sentimientos de Keith por Talia eran obvios. Sin embargo, en el momento de crisis, Keith dio prioridad a la seguridad de Talia y eso era lo que más importaba: mantener a Talia a salvo.
—No puedo culparlo por la forma en que te adora —dijo Damon—. Eres hermosa y amable y sexy, y cualquier chico caería por ti. Pero no importa cómo se sienta Keith, sé que no hará nada en contra de tu voluntad, y también sé que solo tienes ojos para mí, gatita. Si te niego al mejor guardia por mi celos, mostraría mis inseguridades y yo soy cualquier cosa menos inseguro sobre nosotros dos.
Los ojos de Talia se agrandaron incrédulos. ¿Era este su Alfa posesivo que explota si un chico la mira?
—Deberías haberme preguntado —dijo Talia—. Si se hacen daño...
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