Damon estaba tan cerca de Talia ahora que podría alcanzarla si solo extendiera su brazo, pero no era lo suficientemente cerca porque ella podía escapar fácilmente de su agarre, así que continuó acercándose poco a poco.
—Entre los dos, tú no me necesitas. Soy yo quien te necesita, gatita. Te necesito para saber qué significa ser una persona decente. Tengo la manada más grande, más dinero del que jamás podría gastar e influencia suficiente para sacudir nuestra sociedad, pero nada de eso vale nada sin ti en mi vida. Sé que ya te he pedido perdón demasiadas veces, y me avergüenzo de tener que pedirlo de nuevo. Por favor, perdóname.
Talia se sobresaltó cuando sus piernas se tocaron bajo el agua.
Damon lentamente extendió sus brazos alrededor de ella. —Por favor. Deja que te abrace. Sé que estás enojada y herida y todo fue culpa mía. Pídeme lo que quieras y lo haré realidad, solo no me rechaces. Te necesito, gatita. No me dejes. Las últimas palabras salpicaron su cara.
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