A medida que el grupo se acercaba a la casa de Gideon, se iban emparejando con Damon y Talia al frente, Maddox y Tatiana detrás de ellos, y Tony y Kalina en la retaguardia.
—No peleen, ¿vale? —dijo Talia a Damon, a lo que él la miró con extrañeza.
Ella podía sentir lo tenso que estaba. Definitivamente, no quería estar aquí.
Talia apretó la mano de Damon y sonrió. —Gracias por venir conmigo.
Su expresión se suavizó. —Nunca te dejaré, gatita.
Las palabras de Damon calentaron su corazón. Talia sabía que lo decía en serio y esperaba que pudiera hacerlo realidad porque lo único que quería era que los dos estuvieran siempre juntos.
Estaban a unos pasos de la cabaña cuando se abrió la puerta y apareció Gideon. Se quedó en la puerta, sin camiseta, echándose el cabello hacia atrás con la mano y observando a los seis jóvenes con una mirada inquisitiva.
—Chamán Gideon —saludó Talia primero—. Esperamos no interrumpir.
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