—Talia se deshizo de su ropa y se fue a la cama. No tenía ganas de hacer nada, incluyendo lavarse y ponerse ropa de noche, así que se acurrucó bajo la manta con solo pantaletas puestas. Normalmente, hasta las braguitas se habrían ido, pero esta vez no se sentía con ganas de quedarse completamente desnuda. ¿Para qué? Damon no estaba allí y, aunque lo estuviera, no iba a intimar con él.
—Talia esperaba que el sueño no le trajera sueños y le proporcionara algún tipo de alivio y que por la mañana pudiera olvidar todas las imágenes desagradables que se le vinieron a la mente.
—Pero la presencia de Damon estaba en todas partes, sin permitirle relajarse porque despertó en ella recuerdos desagradables, y por primera vez desde que conoció a Damon, Talia no quería su intoxicante fragancia del bosque y del chocolate oscuro.
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