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Ama y esclava

Nos hacen confesar mientras todo. Se ríen. Sé que están alegres por ella. Lo cual no significa que vayan a perder la oportunidad. Así que tendré que ir llamando al resto. Para una "sesión" extra. Song no ha protestado. Ella hubiera sido la primera en exigirlo. Y parece satisfecha por ser la primera.

Con Shi, comparto mis experiencias con la técnica. Dice que después me pedirá un poco de Yang para probar. Vuelve a decirlo muy sensual. El resto dicen que también "quieren Yang", riendo.

Song y las gemelas están interesadas. De hecho, han estado mirando el cuaderno. Liang algo menos. Wan simplemente lo ignora. No es alquimia. Y Ma lang parece indecisa.

Si va bien, también podría añadir a Rui. Dependerá del yin disponible. Han insistido una vez más que primero yo. Que soy el que está "afuera". No digo que no tengan razón. Pero me hace sentir algo culpable. De todas formas, es pronto.

Por ahora, he conseguido añadir Yang a una fibra de un músculo. Pero perdiendo bastante por el camino. Shi sugiere que estoy usando demasiado qi. Que tendría que extenderlo más. Con más suavidad. Más flexible. Y añadir el Yang más lentamente.

Creo que voy avanzando. Quizás más despacio de lo que esperaba. Cuando logre dominar una fibra, aún me quedara mucho camino por recorrer. Se dice que hay técnicas que se tarda años en dominarlas. No creo que sea el caso. Yo diría que en unas semanas. Al menos, siento como va avanzando el dominio.

—————

Mientras estoy practicando, alguien llama. Es la hora a la que suelen venir las esclavas. Pero hoy no le tocaba a ninguna. Lo he comprobado. Mmmm. Es Fen Huan. Hay alguien detrás de ella. ¿Pen?

Abro. Las dejo pasar. Pen no dice nada. Parece un tanto confundida. Me pregunta con la mirada qué está pasando. Fen Huan abre y cierra la boca un par de veces. 

–He… He venido con la esclava… Pen… Como me dijiste– dice finalmente.

Se la ve sumisa ante mí. ¿Quizás temerosa? Bien, mejor así. Aún tiene que cumplir su castigo. Las chicas aseguraron que no pondría problemas. Que estaban casi seguras de ello. Me preocupa el "casi". Empecemos y a ver cómo va.

–Desnúdate y ponte de rodillas– le ordeno a Fen Huan.

Bien, no opone resistencia. Ante la mirada sorprendida de Pen, lo hace. Su cuerpo totalmente expuesto. Ella mirándome desde abajo. Expectante.

–Mientras estemos aquí, la llamarás ama Pen. A mi amo Kong. Empezarás pidiéndole perdón. Luego recibirás tu castigo.

La miro. No parece tener intención de oponerse. De hecho, la siento totalmente entregada. Me resulta un tanto sorprendente. Casi como con Rui y Ning. Aunque con ellas costó más trabajo.

–Ama Pen. Lamento lo que hice. Por favor, perdóname– pide.

No hay duda en su voz. Ni segundas intenciones. Parece sincera. Y Pen no sabe qué decir. Tiene los ojos muy abiertos. Mirándonos a ella y a mí alternativamente.

Saco un látigo. Uno de los estudiantes que eliminamos lo tenía. No sé cuál. Dejo que lo vea.

–Ahora vas a recibir tu castigo. ¿Entendido?– anuncio.

–Sí, amo Kong.

Su voz tiembla un poco. ¿De miedo? ¿Por qué me da la sensación de que es de anticipación? Como sea, le doy unos pocos de latigazos en la espalda. No con mucha fuerza. Pero tampoco suavidad. Puedo ver la marca que dejan. Nada que no se pueda curar circulando qi.

–¡Aah! ¡Aah! ¡Ah!– grita de dolor. ¿Y de placer?

El suelo está un poco mojado. No es de sudor. Y no se ha meado. ¿En serio se está mojando? ¿Hasta este punto llega?

–Pen, azótala tú.

Reacciona cuando la llamo. Estaba como congelada. Sin saber muy bien que pensar. Me mira asustada.

–¡No puedo hacer eso, Kong! ¡Una esclava no puede pegar a una estudiante!– se niega, aterrada.

–Dale permiso para castigarte– le ordeno a la condenada, azotándola una vez más.

–¡Ah! Ama Pen. Castígame. Hazme lo que quieras. Pégame. Insúltame.

Si un esclavo le hace algo a un estudiante, puede ser incluso ejecutado. Pero no si le da permiso.

Pen duda. Al final coge el látigo. Y lo blande hacia Fen Huan. Indecisa. Apenas la roza.

–Desahógate por todo lo que te hizo. No tengas miedo. Yo estoy contigo– le aseguro, abrazándola por la espalda.

La segunda vez lo hace un poco más fuerte. Y luego más. A la quinta la está azotando con toda su rabia. Dejando las marcas del látigo en la piel. Aunque no muy profundas. Al fin y al cabo, Fen Huan está en la etapa dos de Alma. Aunque no está usando qi para protegerse. Solo grita entre dolor y placer. ¿O tal vez gime?

–Maldita zorra. ¿¡Por qué tenías que pegarme sin motivo!? ¿¡No sufrimos ya bastante los esclavos!? ¿¡Crees que no nos duele!?– le grita Pen entre lágrimas, dejándose finalmente llevar.

La azota una y otra vez. Hasta que casi se desploma. Agotada. Habiendo liberado toda su ira.

–Lo… Lo siento– oigo decir a Fen Huan, casi en un murmullo, entre gemidos de dolor y placer.

Me sorprende la culpa en su voz. Incluso hay lágrimas. Y no son del castigo. ¿Quizás se ha dado cuenta de que los esclavos también somos seres humanos?

Cojo a Pen en brazos. Está sollozando. Se abraza a mí. La dejo en la cama. Me quedo junto a ella hasta que se calma. Le limpio las lágrimas con mis dedos.

De repente, me empuja. Se pone sobre mí. Me besa. Se quita la túnica de esclava. Sus abundantes pechos vibran al hacerlo. Luego va a por mi ropa. Me medio desviste.

–¿Puedo ordenarle?– me susurra al oído.

–Hazlo.

–Tú. Ven aquí y hazle una felación.

Me sorprende la orden. El cambio en Pen. El ser capaz de hacerlo. No me opongo. Es una situación extraña. Y excitante. Fen Huan parece incluso entusiasmada. Se pone mi miembro en la boca. Y empieza a devorarlo con su lengua. Con sus labios. Haciendo que entre y salga por ellos.

Mientras, Pen me besa. Juego con sus pechos. Frota su entrepierna contra mí. Ligeramente por encima de mi miembro. Noto que se va mojando. Que gotea sobre mí.

Separa sus labios y me mira. Con deseo. Se gira.

–Tú. Méteme su polla dentro– le ordena a su esclava temporal.

La boca de Fen Huan sale de mí. Puedo notar su mano. Y como lleva mi miembro dentro de una húmeda cueva. Obediente.

–¡Aaaaaaah!– gime Pen cuando la penetro.

Inmediatamente, se mueve hacia atrás. Haciendo que llegue hasta lo más profundo de su interior. Que su vagina me engulla en toda su extensión.

–Tú. Ponte de pie allí. Míranos. Puedes masturbarte– ordena de nuevo Pen.

La verdad es que estoy sorprendido. Cualquiera diría que lo ha hecho siempre. Que está acostumbrada a mandar. Que la esclava es la estudiante y la estudiante la esclava. Siempre me ha parecido que le gustaba dominar. Parece que más de lo que creía.

Pen mueve sus caderas arriba y abajo. Se acerca y aleja de mí. Con pasión. La única razón por la que sus pechos no rebotan son mis manos. Los tengo agarrados. Sobándolos. Añadiendo qi a estos y sus pezones. Mulléndolos.

–¡¡¡¡HHHHAAAAAaaaahhhHHH!!!! ¡No me pellizques…! ¡¡¡AAAAAAAaaaaahhhhHH!!!

Pen se corre mientras Huan nos mira. Chorreando. Mordiéndose el labio de placer. Una mano en su entrepierna. Penetrándose. Ansiosa. La otra juega con su pecho. Apretándolo con fuerza. Sin dejar de mirarnos. Mientras Pen me folla. Y yo la manoseo. Nos besamos con pasión. Mientras la lleno. Mientras llega de nuevo al clímax.

–Chúpasela otra vez– le ordena cuando recupera la respiración.

Pen no deja de abrazarme. De mirarme. Con una pasión que nunca había visto en ella. Entonces se levanta. La coge del pelo. Y la empuja contra la cama.

La cultivación de Fen Huan es inmensamente superior a la de Pen. Pero no se resiste. Obedece. Resulta un tanto incomprensible.

–Las piernas para arriba. Ábrelas– le ordena.

–Sí, ama Pen– responde Huan. 

Quizás lo he provocado. Y aun así me cuesta creer lo que veo. Además, no siento que la devoción hacia mí haya disminuido. O que me odie. Más bien, que es más sumisa. Y la de Pen, más fuerte.

–Follátela– me dice.

Su tono es autoritario. Pero su mirada suplicante. Me acerco y cojo a Fen Huan por los tobillos. Directamente la penetro. Con fuerza. Hasta el fondo.

–¡¡Aaaaaaaaaaaahh!!– gime ella, con lujuria.

Lo follo con brusquedad. Parece disfrutarlo.

–¡¡¡Hhhhhaaaahhh!!! ¡Asiiiií! ¡¡AAAAAAaaaaaaaAAHHHH!!

–¡Plaf!

De repente, Pen la abofeteado.

–¿Te acuerdas de lo que me hiciste, sin motivo? 

–¡Aaaah! Sí… ¡¡Aaaah!! Huan merece un castigo…– responde sumisa.

–¿Huan? ¡No eres más que una perra! ¡Perra Huan! ¡Plaf!– exclama Pen. Hay un poco de ira en su voz.

–¡¡Aaaahh!! Perra Huan se portó mal… ¡¡HHHAaaaaahhh!! Castígame… Ama Pen… ¡¡Aaaaah!!– se somete entre gemidos de placer y dolor.

–¡Plaf! ¡Plaf! ¡Plaf! ¡Plaf! ¡Plaf! ¡Plaf! ¡Plaf!

Pen la abofetea una y otra vez. El daño real es bajo. La diferencia de cultivación es grande. Pero debe doler. Tiene la cara roja.

–¿Y te acuerdas lo que le hiciste a mis pechos? ¿Estirándolos y apretándolos?– sigue Pen desahogándose.

Es una pena. Me gustaba verlos rebotar mientras la follaba. Ahora Pen ha cogido sus dos pechos. Pellizcándolos con fuerza. Incluso inflamándose sus pezones.

–¡¡¡¡HHHHHHHHAAAAAAAAAaaaaa!!!! Perra Huan no lo hará más… ¡¡¡AAAAAaaaaaahhhh!!!

Sorprendentemente, se corre. No he podido controlarlo. Quizás no estaba lo suficientemente atento. El dolor la ha hecho llegar al orgasmo. Su nivel de masoquismo es mayor del que creía.

–No es lo único que hiciste. Así que vas a tener que compensar el dolor con placer. Vamos. Chupa.

Pen se pone sobre el rostro de Huan. Y pronto empieza a gemir.

–Vamos perra. Chupa más arriba. Ahí. ¡Aaaah! No te corras hasta que yo lo haga.

Pen también empieza a gemir. Mientras yo penetro a Huan una y otra vez. Sin compasión. Resulta excitante.

Esta lame la entrepierna de Pen. Cuando Pen se corre, me corro en Fen Huan. Embisto en ella varias veces más. Llenándola. Llevándola también al orgasmo.

Pen está doblada hacia delante. Decido aprovechar. Su posición y que está mojada. La penetro por sorpresa.

–¡¡¡Aaaahhh!!! ¡Kong! ¡Espera! ¡¡¡¡¡HHHHHHAAAAAaaaaahhhHHH!!!!!

Le gusta dominar. Pero eso no quiere decir que no pueda dominarla. La tengo a cuatro patas. Su precioso culo vibrando a cada embestida.

–Sirve a tu ama. Chúpala mientras la follo.

Huan lo hace. Obediente. Además que ya estaba bien posicionada.

–¡HHHAaaaaaaahh! ¡Kong! ¡¡¡¡AAaaaaaaaahh!!!! ¡Malo! ¡¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAHHHHH!!!!

Pen se deja ir del todo. Gimiendo. Totalmente derrotada por el placer. La agarro por las caderas. Entro y salgo de ella. Su rostro se desploma sobre la cama. Su cuerpo tiembla violentamente a cada orgasmo. Apretándome. Amenazándome con llevarme con ella. Y lo consigue al tercero.

La abrazo un rato. Mientras ella protesta. Más seductora que enfadada.

–Suerte que no tengo nada más. Casi no puedo caminar. ¡Aaah! ¡No te aproveches!– protesta, mientras la ayudo a vestirse.

Es totalmente accidental que roce su pecho. Que se lo coja. Que lo masajee. Que agarre su culo. Que la bese. Un accidente tras otro. Luego tiene que marcharse. El tiempo que la podía pedir era limitado. Tiene que volver. Anda con las piernas un poco abiertas.

Fen Huan me está mirando. Desnuda. Sobre la cama.

–Ven. Entra allí. De pie. Así. Date la vuelta. Abre un poco las piernas– le ordeno.

Está en la bañera. De pie.

–Te voy a limpiar el culo. Por dentro. No te muevas.

–¿El… El culo? ¿Para qué?– pregunta, algo asustada.

–Aún no ha acabado tu castigo. Te voy a follar por ahí– le explico.

–¿¡Por el culo!? ¿Vas a meter tú… en…? Yo nunca…

–Sí. Ahora inclínate. Apóyate en el borde.

No sé si está asustada o expectante. Obedece. Mostrándome su culo. No noto que su lealtad baje. Más bien, su sumisión sube.

–¡Ah! Está fría. Entra. ¡Ah! Ahora sale. ¡Aaaahh!

Le he metido el aparato por el culo. No sé como se llama. Pero ayudar a inyectar agua. Lo hago tres veces. Hasta que sale totalmente clara. Dejo el agua sucia en la Residencia. Y la hago ir a la cama. Tumbarse bocabajo. Con el culo un poco elevado. Se estremece con el contacto del lubricante. Me pongo encima de ella. La penetro.

–¡¡Aaaaaaaahh!! Está dentro de mi culo… ¡¡¡HHHAAaAAAAAHHH!!! ¡Muy adentro! ¡¡HHHHHHAAAAAAHHH!! Duele…. ¡¡¡AAAAAAAAAhhhhhHH!!! ¡Es increíble!

Parece que le gusta. Así que voy acelerando. Hasta que la estoy follando salvajemente. Sus manos apretadas contra la sábana. Su boca, mordiéndola. Mi miembro, entrando y saliendo de ella. Disfrutando de su estrechez. De su total sumisión.

Le hago circular qi para curarse mientras me la follo. Como excusa. Para que no se extrañe cuando le falte. Y le hago prometer que nunca le hará nada a Pen. Otra vez. Estoy seguro de que no miente.

La llevo al orgasmo una y otra vez. Sin parar. Hasta que se desmaya. La sigo follando. Y ahora absorbo su qi. Satisfaciendo también mis instintos más primarios. De dominarla. De subyugarla. De penetrarla. De marcarla con mi semen también en este agujero.

Me pide un beso cuando se va. No le he dado ninguno. Creo que está preocupada por que no la haya perdonado. Quizás teme que la odie. Le acabo metiendo la lengua hasta la garganta. Y le prometo que intentaré ir a verla en el torneo. Parece aliviada. Espero que se comporte a partir de ahora. No le perdonaré si le vuelve a hacer algo a Pen.

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