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Practicando

Encuentro una de las plantas para las drogas que se mencionaban en el cuaderno. Es la única que reconozco. Me pregunto si habré pasado por alguna de las demás. Conseguí encontrar unos esquemas, pero es totalmente insuficiente. Creo que sería incapaz de reconocerlas aunque las tuviera delante. Hay muchas parecidas. Suspiro. Yi se me queda mirando. 

–Es hora del relevo– le anuncio.

–¿Ya? ¿Tan pronto?– se queja Yi.

La beso como despedida. Sin desaprovechar para acariciar sus nalgas. Ella tampoco lo desaprovecha. Un hilillo de saliva se queda colgando cuando nos separamos. Aparece su gemela. Tarda menos de un segundo en mirarme y sonreírme. Nos besamos como bienvenida.

–¿Hacia dónde?– pregunta. Acaba de llegar y está desorientada.

–Hacia allí, pero estamos dando un rodeo. Las ciénagas son peligrosas.

Ella asiente. Mira con recelo el lodo. Luego nos ponemos en marcha. Sería realmente un paseo delicioso si no hubiera peligros a cada esquina. La mayoría son demasiado débiles y no nos atacan. Más bien huyen. Diría que esta zona es de menor nivel. Aparte de la ciénaga.

–¿Qué es eso?– señala Yu.

–Ni idea. Vamos a ver.

Es un árbol enorme. Su tronco amarillo no lo podríamos abrazar entre todos. Sus hojas son azules, con un brillo metálico. Llamamos al resto.

–Es precioso– se maravilla Liang, mientras lo rodea.

Lleva a Rayitas con ella, con una cuerda atada al cuello. Le ha costado ponérsela, se la quitaba todo el rato. Ha sido divertido verlo.

–Tiene un qi muy fuerte, pero no sé de dónde viene– añade Yi.

–Es realmente enorme– aprecia Song.

Si bien no es más alto que el resto de los árboles, su figura es imponente entre ellos. Su tronco hace como diez veces cualquier otro.

–Debe de tener algún secreto. Hay algo grabado aquí. Pero no sé qué es– observa Shi.

Es cierto. Hay como trozos de palabras sueltas. O quizás es en un idioma desconocido. Parece formar algún tipo de estructura incompleta. O quizás solo lo estoy imaginando. Al final, no hay nada más que podamos hacer, aparte de admirarlo. Así que decidimos seguir nuestro camino. Nada se ha acercado a nosotros. O al árbol.

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El bastón me resulta muy cómodo de usar. A pesar de ser solo una rama gruesa pulida. Necesito conseguir técnicas para usarlo mejor. Por ahora, no tengo ninguna. Quizás alguna genérica, como el aplicar qi a objetos.

Ofensivamente, no es tan potente como una lanza. Aunque sus golpes son más eficaces contra enemigos con piel dura. O coraza. Como una tortuga de un metro de ancho que ha intentado modernos. He conseguido quebrar su caparazón a golpes.

Defensivamente, es mucho mejor que la lanza. Es más resistente y grueso. Lo mejor de todo es que parece hecho para mí, se adapta a mí perfectamente. Supongo que es lo que le llaman encontrar tu arma.

Nos ha atacado una manada de nueve lobos, uno de ellos equivalente a la etapa siete. Los otros por debajo. Aunque eran más, no ha sido muy difícil. No solo somos más fuertes, sino que nos estamos acostumbrando a luchar. Lo puedo ver en ellas. Y en mí. ¿Nos estaremos empezando a confiar?

–¿Piensas acabar?– se queja Song.

–Es como un niño con un juguete nuevo– ríe Yi.

–Dejadle practicar– me defiende Yu.

–Quizás no tendríamos que haber acabado tan rápido– suspira Shi.

Están rodeándome mientras yo lucho contra un lobo. Es cierto que estoy practicando. Familiarizándome con el bastón. Soy más rápido y fuerte que el lobo. No hay mucho peligro.

–Mientras luego nos compense– sugiere Liang.

Y todas asienten. Vale, me he metido en un lío. Mientras, el lobo ataca una de mis manos. La muevo sobre el arma y sus dientes encuentran la madera. Giro el bastón sobre sus fauces, golpeándole fuerte el pecho con el otro extremo. Se suelta del dolor. Le impacto contra la cabeza. Cae al suelo, moribundo.

Ha sido una práctica útil. He cometido bastantes errores. Incluso he podido corregir un poco alguno sobre la marcha. Lo cual no quita que me iría bien algunas lecciones básicas.

Basarme en la lanza ha sido mala idea. La lanza está hecha para clavarse. El bastón defiende y golpea. Quizás se parece más que otras armas, pero su uso sigue siendo muy diferente.

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Sigo caminando con Shi. Encontramos una pequeña cueva que puede servir de refugio. Esta vez no hay nada dentro. Aunque hay resto de que lo ha habido. No son recientes.

–Vamos a cazar uno de esos conejos– me lleva de la mano.

Los hemos visto antes. Son deliciosos bien cocinados. Alguna vez hemos probado los restos. Pero esa es solo una de las razones.

Cuando llegamos, se esconde en la madriguera. Estaba comiendo alrededor. Hacemos que Ning ponga un escudo bastante grande alrededor de esta, aunque débil. Y esperamos, escondidos. No tarda mucho en volver a salir.

Estamos un poco lejos para cazarlo. Pero no para cortarle la retirada. Podría huir a otra entrada cercana, pero el escudo se lo impide. Está atrapado. Hubiera sido más fácil cazarlo de otra forma. Si solo quisiéramos cazarlo. Tenemos un depredador que debe aprender. Lo decidieron después de verla cazar un escarabajo.

Rayitas se agazapa en cuanto aparece y ve al conejo. El resto miramos desde un poco más allá. Su presa lo ve y se aleja. Parece indecisa sobre que hacer a continuación.

Se acerca agazapada. Poco a poco. Como si creyera que no le ve. Es adorable. Hacemos lo posible por no reír. El conejo se vuelve a alejar.

Se esconde tras un árbol, esperando que se acerque. No cae en la trampa.

Se está alargando, pero no podemos dejar de mirarla. Tampoco tiene éxito cuando decide simplemente perseguirlo. Se queda quieta, descansando, mirándolo a lo lejos. Aunque no se ha dado por vencida.

De repente, notamos el qi de Rayitas fluctuar. Un pequeño rayo sale de ella y alcanza al conejo. No es muy potente. Pero sí lo aturde. Lo suficiente para no reaccionar a tiempo a la rápida carrera de la pequeña tigresa. Intenta apartarse, pero esta salta sobre él.

Le cuesta rematarlo. Sus garras son suficientemente fuertes para no dejarlo escapar. Finalmente consigue atravesar el cuello con los colmillos. Lo coge entonces y lo trae orgulloso hacia nosotros. Lo deja a los pies de Liang. Pidiendo mimos por su victoria.

Liang y yo la acariciamos. Aún estamos todos boquiabiertos. No es un tigre normal. Es un tigre de tormentas. Yi dice que aparece uno entre miles. De venderlo, pagarían mucho. Algo que no vamos a hacer. De crecer salvaje, es mucho más poderoso que uno normal. Algunos han llegado a ser anímales míticos tras miles de años. Y nosotros la tenemos como mascota.

Las dejo preparando el conejo en la Residencia. Invoco a Rui, Ning y Rong. Las llevo hasta la cueva. Esta vez Rong limpia sin escaquearse. No con mucho entusiasmo, pero lo hace.

Ning ayuda. Después de poner un escudo en la entrada. A Rui la penetro de pie. Ella con las manos apoyadas en la pared. Sus piernas semiabiertas. Su vagina suficientemente húmeda para lubricarme. Con un par de dedos en su interior. Su ano siendo penetrado sin delicadeza. Su boca chupando mi otra mano con lujuria.

Hace días que no la llevo al límite, así que le hago correrse violentamente varias veces. Cuando ya no puede sostenerse, empujo su cuerpo contra la pared. No dejo de embestirla. De llevarla al límite. Cuando eyaculo en ella, con cada descarga fuerzo mucho qi. Se corre todavía más violentamente. Aún sigo llenándola cuando ha perdido el conocimiento. La dejo tumbada en su cama, de vuelta.

Ning me mira expectante. La follo igual que a Rui. Pero con una pierna totalmente estirada hacia arriba. Y doblada hacia ella. Forzando sus músculos y tendones. Exponiendo más su entrepierna.

La penetro vaginalmente. Muerdo su pie alzado. La agarro de un brazo y del cabello. Empujo su cabeza contra la pared. Podría parecer que la maltrato. Ella gime excitada. Entregada una vez más al placer y la sumisión. Ha mejorado suficiente sus escudos para que la lleve al límite. Espero que se siga esforzando.

Cuando ya no puede mantener el equilibrio, le doy la vuelta. La empujo contra la pared. Con una pierna en el suelo y la otra sobre su cabeza. Babea mientras me chupa los dedos con la boca. Mientras me mira extasiada. Mientras le aprieto su pecho con mi mano.

Abre mucho los ojos y la boca cuando vuelve a correrse. Cuando nota el líquido que la llena. Luego se desploma en mis brazos. Exhausta.

Rong me mira. Parece asustada. Supongo que se teme algo parecido. Suspiro por dentro. No tiene sentido hacerlo. Y tampoco me apetece ahora.

–¿Qué posiciones hacías más como puta?– le pregunto.

–A muchos les gustaba… ponerme a cuatro patas. O la clásica, acostada boca arriba– responde.

–¿Y sirviéndoles?

–Ellos en la cama. Yo encima, mirándoles. O ellos sentados y yo de espaldas.

–Muy bien. Esta última. Primero chúpamela. Mastúrbate mientras. Quiero que te corras. Cuando lo hagas, te sientas sobre mí.

Me quedo sentado. Leyendo un cuaderno de "Corriente de qi". Se trata inicialmente de imbuir un arma con qi. Posteriormente, se puede concretar la fuerza y los puntos exactos donde se aplica. En reinos superiores, incluso se puede formar el arma con qi.

Cojo el bastón y pruebo con suavidad. Ningún efecto. Demasiado poco qi. Mientras, Rong me la está chupando. Mueve su mano en su vagina con desesperación. Creo que quiere correrse cuanto antes. Supongo que para acabar rápido.

La noto temblar. Se levanta y me mira. No le hago caso. Se gira y se pone sobre mí. Introduce mi miembro en ella. Se mueve con suavidad.

–Un poco más rápido.

Lo hace. Se siente bien. Es placentero. Aunque la ignoro mientras sigo probando y revisando el cuaderno. Inhibo un poco mi propio placer. Lleva unos diez minutos moviéndose. Parece que se está empezando a excitar. Igual acaba corriéndose ella sola. Yo solo suavemente disfruto del placer. Mientras, sigo probando a imbuir qi.

Parece que he tenido suerte. Circula por lo que antes era una rama. Al parecer, no todas las armas son aptas. Si pongo poco, no tiene efecto. Si pongo demasiado, se escapa sin control. Puede incluso dañar ligeramente la mano con la que lo agarro.

Rong se ha detenido un momento. Temblando. Al final ha llegado sola al orgasmo. No le digo nada. Si no continúa, la golpearé. Vuelve a moverse. Sigo probando. Hasta que considero que ya he gastado suficiente qi. Y que mejor no absorber más de Rong hasta mañana.

–Acelera. Más. Más. Así.

Me dejó llevar por el placer. El de estar dentro de ella. El de hacer que me sirva. Tardo un poco más en correrme en su interior. Casi la he tenido veinte minutos sirviéndome. Parece un poco cansada. Aunque no debería ser un problema para alguien en la etapa seis.

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Demasiado tarde me acuerdo de que las tenía que compensar. Me han cogido por sorpresa. Aunque tampoco podría haberlo evitado. A una la penetro con mi miembro. A otras dos con la mano. A otra con la lengua. La quinta, vigila. Luego se turnan. Se burlan de mí cuando me quejo de ser su esclavo. La verdad es que es excitante. Y ellas lo saben.

Mañana, seguramente llegaremos a nuestro destino. Empezará la búsqueda. En realidad, ni siquiera estamos seguros de que estén allí. Quizás al final no han ido. O ya han vuelto. Como sea, lo intentaremos.

Pero, antes, debo satisfacerlas a todas varias veces. Tantos pechos rebotando es demasiado sensual. Tantos culos estremeciéndose. Tantos gemidos. Sus aromas. Su tacto. Sus interiores lubricados. ¿Cómo resistirlo? Soy incapaz.

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A la mañana siguiente, son ellas las que me sirven. Como compensación. O simplemente me utilizan.

Me besan y acarician. Me montan con dulzura. Se restriegan sobre mí. Ríen. Me dejan manosearlas. Lamerlas. Succionar sus pechos. Estrujarlos. O sus nalgas. Me siento como un rey. O simplemente libre. Y amado. Me pregunto cuánto podrá durar esto.

Entre nosotros, hay lujuria. Sensualidad. Sexo. Pero también disfrutamos simplemente del tiempo juntos. De hablar. De reír. Todo eso no lo tenía como esclavo. Al menos no antes de encontrar la Residencia. Y entonces, solo a ratos. Quedarme aquí no sería tan mala idea. Pero primero debemos acabar lo que hemos empezado.

Así que pongo a las tres esclavas a cuatro patas. Primero Rong. La penetro mientras jugueteo con las otras dos, una a cada lado. Sus culos y vaginas expuestos. Siendo presa de mis dedos.

Luego las penetro una tras otra. Completando mi qi y forzando el suyo. Esta vez, no las dejo del todo exhaustas. Las podría necesitar. Aunque sé que a Ning no le habría importado. Las dejo entrenando.

Y a Rong despellejando. No puedo confiar en ella, su lealtad es baja. Pero le dejo elegir entre habilidades defensivas. Sorprendentemente, elige una. Y la practica en sus ratos libres. Cuando no tiene que trabajar y las otras no abusan de ella. Creía que sería más apática en esto.

También les he dicho que no se pasen mucho con ella. Ya no hace falta entrenarla. He decidido no preocuparme más de ella. Simplemente la mantendré como mi esclava.

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