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Palabras

Lucas habia llegado temprano, espiado literalmente hacia ambos lados buscándolo con la mirada disimuladamente pero no lo habia visto. La verdad es que se sentia fatal por la forma en la cual lo habia tratado el día anterior, sin embargo, verlo junto a aquel esperpento desteñido lo ponia de los nervios. La imagen de su primo volvió a su cabeza.

—Esto tiene que ser una pesadilla—agregó por lo bajo provocando que uno de sus compañeros volviese la cabeza para mirarlo sorprendido.

¿Que haría cuando lo viese? Supuestamente llegaba aquella misma noche. ¿Cómo lo enfrentaria? El no era el mismo niño que se habia ido de italia, algo habia cambiado y no estaba decidido a dejar que las cosas tomasen un rumbo como lo habian hecho años atras en Italia.

Para cuando se dió cuenta, el recreo que ya habia comenzado, se separó del grupo, y sin saber como se encontro en el pasillo de entrada mirando hacia el techo perdido en sus pensamientos. La puerta se abrió y Lucas sintió como el corazón se le paraba en seco, allí estaba Numa con el cabello humedo revuelto, y casi enrulado en la puntas, sonrojado por haber corrido aparentemente.

Ambos se miraron y Lucas pensó en el primer día, ¿acaso no era lo mismo? El llegaba tarde nuevamente, quizás viniese de estar con él, bajó la cabeza dolido ante sus propias especulaciones.

Numa avanzó lentamente, Lucas giró la cabeza hacia el otro costado. Numa se paró frente a él, obligándolo a mirarlo. ¿Qué queria hacer? Queria enfrentarlo, queria que le dijese que tanto asco sentia, le hubiese gustado gritarle en la cara que se habia acostado con Leon y que se lo habia pasado muy bien y que ya él no le interesaba pero la verdad es que habia en aquellas ultimas palabras era una mentira muy grande. Lucas sintió su mirada quemarle, se volvio aparentemente enfadado para mirarlo a los ojos.

—¿Qué pasa? ¿has perdido algo?— preguntó reacio y seco.

Numa se sorprendió al volver a escuchar su tono frio. No se parecia en nada al Lucas que él habia conocido.

—No, solo queria saber si ya habias superado tu asco.– comentó cargando cada palabra de cinismo.

—...

—…y cobarde encima.—agregó Numa

Lucas se acercó peligrosamente hacia él .

—¿Qué te pasa?

—¿A ti qué carajo te pasa?–replicó Numa sintiendo un nudo en la garganta. ¿Cómo se podía haber enamorado de aquel idiota?—pensé que eramos amigos…

—Dejalo ya, dejame en paz.

—Es verdad, total "no vale la pena".

Lucas desvió la mirada, sintiendose de pronto apenado. No podía responderle a aquello, estaba repitiendo sus mismas palabras. Numa miró hacia adelante y siguió caminando, con un sabor amargo en la boca. Aquello no era justo, definitivamente no lo era.

Lucas se quedó allí parado, el timbre sonó anunciando la finalización del descanso, movió la cabeza preocupado, asi no era como habia planeado las cosas, la verdad es que queria pedirle disculpas. Se sentia ridículo, lo conocia desde hacia poco tiempo, habian compartido muchas tardes juntas pero tanto como para tenerlo así? Definitivamente deberia olvidarse de él, aquello de todas formas no funcionaria.

La imagen de Giovanni volvió a su mente y encima tendría que soportar a ese tipo que era su peor pesadilla.

Cuando se quiso dar cuenta, despertó de sus pensamientos para ver que todavía seguia apoyado en la pared, con la mirada perdida en un punto fijo mientras que la clase ya había comenzado.

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Leon había pagado la habitación, mientras el recepcionista, uno al cual no conocia lo miraba con simpatia y evidente apreciación. Era normal, habian entrado a la madrugada y eran ya las 10 de la mañana, considerando que la mayoria de las parejas alquilaban las habitaciónes solo por un turno de dos horas o como máximo por un turno doble: 8 horas de diferencia eran definitivamente bastante. Seguramente aquel joven suponia que habian utilizado el tiempo al máximo. No lo sorprendía, su aspecto no era el mejor, habia dormido poco y la expresión de agotamiento junto con la preocupación que sentia le marcaba el rostro.

La mañana se presentaba agradable, el invierno aquel año estaba tardando en llegar, el sol brillaba por detras de las nubes pero de alguna forma se sentia agobiado. Siempre se había considerado un chico con suerte pero si alguien le hubiese preguntado en aquel momento cual era su perspectiva, le hubiese contestado que se sentia cagado por los perros.

Se dirigió a uno de los cajeros que se encontraba cerca para comprobar lo que ya se temia, su padre habia cancelado sus tarjetas, sin embargo aquella le daba lo mismo, lo que si le extrañaba era que todavía no se hubiese enterado de su proeza. Sonrió para sus adentros, el día que su padre lo habia echado, habia realizado la primera extracción de dinero y el lunes a primera hora habia abierto una nueva cuenta y practicamente había vaciado la cuenta que habian abierto con su padre conjuntamente, lo cual significaba una buena suma que su padre echaria en falta aunque supuestamente era suya.

¿Qué diría su padre cuando viese que en la cuenta tan solo quedaban 10 dolares? Sonrió para sus adentros, quizás después de todo sí fuese un chico con suerte.

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Eran ya las 4 de la tarde cuando Numa ocupado y mirando el reloj constantemente juntaba la ropa que habia dejado sobre la cama para meterla en el bolso azul que habia apoyado a un costado del mueble. Aquel día tenia entrenamiento a partir de las 7 de la tarde por lo cual tenia que ver la forma de librarse de Leon porque no tenia ganas de llevarlo con él y mucho menos de decirle que practicaba un deporte como boxeo, sabia de antemano que insistiria en verlo y no era justamente la idea.

La abuela se asomó a la puerta, viendolo correr de una punta a la otra.

—Numa, cielo, ese amigo tuyo lleva como 10 minutos esperando allí fuera, ¿por qué no lo haces subir?

—¡Ya estoy abu!—respondió.

Numa le dedicó una sonrisa, y le dió un fugaz beso en la mejilla mientras agarraba el bolso y salia disparado hacia la puerta.

Ni pensarlo, aquella era su casa, su intimidad, su mundo y pocos, en realidad solo una persona, Agustín había tenido acceso a ella pero nadie más, no queria invitar a nadie, no le gustaba eso de meter a sus amigos en su casa.

Bajó a toda prisa las escaleras. Leon lo esperaba apoyado contra el coche, se habia cambiado de ropa y estaba vez solo vestia una simple camisa blanca y unos jeans, pero el toque de elegancia seguía sin perderlo, quizás era el porte que tenia. Tampoco era algo raro, seguramente lo habia heredado del padre teniendo en cuenta en los círculos donde se movia, la gente cuidaba mucho su forma de vestir y sus modales, seguramente se habia acostumbrado.

Leon agitaba una hoja en la mano, mientras Numa se metia en el coche junto con él. Leon se la tendió rapidamente,y encendió la radio mientras Numa la miraba. La mayoria eran para verlos al mediodía y solo 2 eran por la tarde, habia ciertas anotaciones junto a los números de teléfono respecto a las cualidades del piso y el correspondiente precio, el joven frunció el entrecejo, los costos eran caros a su parecer.

Leon se removió inquieto en el asiento.

—¿Qué? ¿No te gustan? La zona está bien, ¿no?

—Si, eso si.—volvió a mirar el papel y volvió a mirarlo, no sabia si decirselo quizás los padres lo mantendrian.

—Entonces, ¿por qué esa cara?

—Me parecen caros. Es asunto tuyo, si lo paga tu papá entonces está bien .

Leon le arrancó la hoja de la mano con una expresión furiosa en el rostro.

—Yo no tengo padre.

Numa se sorprendió, no sabía nada de aquello pero por lo visto habían terminado bastante mal. La expresión de odio en el rostro de Leon lo tomó desprevenido.

—Entonces hay que buscar algo más accesible.

Numa recogió la lista de anuncios, y comenzó a revisarlos de nuevo, tras unos 15 minutos mientras Leon miraba un tanto incomodo, Numa habia copiado tres números de teléfono.

—Aqui tienes, la zona es buena, y me parece un precio mucho más razonable. ¿Piensas trabajar?

–Por supuesto– respondió Leon seriamente mientras observaba los números de contacto.

Tras unos llamados que tuvo que realizar Numa a pedido de Leon y con mucho insistir consiguieron ir a ver uno de los 3 departamentos que el joven habia encontrado.

El lugar era pequeño pero para una persona estaba bien, la zona era buena y el precio se podía pagar. Solo que el contrato recién lo podían firmar para fin de mes y recién estaban a día 20.

Tras mucho hablar, lo que a Numa se le habia hecho casi eterno, lograron llegar a un acuerdo con la chica, reservarlo y firmar el contrato dentro de 5 días.

Leon salió evidentemente insatisfecho, Numa lo miró de reojo con una cara de pocos amigos

—Lo sé, no digas nada, no estoy de humor.

—Leon tienes suerte. No te han pedido garantia y eso es un milagro.

—Bueno para algo tenia que servir estar emparentado con un político, ¿no te parece?

Ambos se subieron al coche, Numa no sabia si hablarle del tema del trabajo o dejarlo estar, era obvio que no estaba comodo con el hecho de que él se habia ocupado casi de todo pero Leon no tenia ni idea de que mirar, asi que mientras visitaban la vivienda, el joven se quedó simplemente a un costado observando a Numa mientras este revisaba los servicios, los grifos de la cocina, la toma de corriente y varios detalles en los cuales él nunca hubiese pensado.

—¿Y ahora qué?­–preguntó Leon al llegar a una esquina.

Numa miró el reloj preocupado.

—Lo siento, yo ya me tengo que ir. ¿Me podrias alcanzar hasta el Salvador?

Eran tres calles antes de la del gimnasio, sin embargo no queria ni pensar en aumentar la proximidad y con ello el riesgo de que pudiese saber la dirección. 

—Claro 

respondió Leon, mientras miraba el bolso con curiosidad.

—¿Vas al gimnasio?

Numa lo miró con un aire ofendido.

—Ahora mismo no voy, esto es de un compañero y se lo tengo que devolver.

—Ok.

Una vez en la calle que el joven le habia dicho, Leon estacionó el coche y se bajo, ante la mirada un tanto interrogante de Numa, quien volvia a mirar el reloj pensando en que seguro que el entrenador le echaria la bronca.

—Gracias por todo.—Leon se le acercó lentamente.

Numa le sonrió débilmente.

—¿Cuándo nos vemos? —preguntó este impaciente.

—Llamame y arreglamos, el sábado me toca bailar asi que estaré un tanto ocupado.—dijo Numa

—uhm podría ir a verte— sonrió maliciosamente.

Numa respondió con una sonrisa, ya no sabia como escaparse, e iba con mucho retraso.

—Te dejo ir que tienes prisa por lo visto

—Espero tu llamada. ¿Ok?

Leon se acercó, y en la fracción de un segundo tomó al joven por la nuca para besarlo suavemente, Numa sentia el corazón galoparle feroz contra el pecho. Sabia que habia gente en la calle.

Leon rompió con el beso lentamente, le guiñó un ojo, mientras le acariciaba con un dedo la mejilla ardiente.

—El rojo te sienta bien—le susurró antes de girarse y meterse en el coche con prisa.

Numa se sentia extraño, volvió la vista hacia la calle, una mujer lo estaba mirando y sintió enrojecer aún mas. Era la primera vez que alguien lo besaba en la calle a plena luz del día en una calle lo suficientemente transitada, como un gesto tan simple y tonto lo podía poner tan bobo.

Sentía vergüenza porque habia aprendido a esconder ese tipo de cosas de la gente. Respiró profundamente y comenzó a caminar mientras pensaba una y otra vez en el beso.

Esa forma de ser de Leon le habia gustado desde el principio, él era como era, y hacia siempre lo que se le antojaba. Vivia su vida libremente sin esconderse de nadie, y haciendole frente a todo.

Aquel valor, aquella actitud era algo que despertaba admiración, le hubiese gustado poder comportarse asi naturalmente pero sabia que no era posible. Sonrió con amargura, que diria uno de los jovenes del grupo de boxeo si se enteraba de que habia un "maricón" en el equipo, seguramente le darían la paliza de su vida. Se apoyó contra la pared dejandose casi caer.

"Patético" pensó mientras observaba la gente en la calle, si tan solo pudiese ser tan autentico como él. Volvió a caminar a toda prisa, con la mente ofuscada por el beso y por la reprimenda que seguramente recibiria por parte de su entrenador.

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