—¿Qué está pasando exactamente? —preguntó Mo Qingkuang mirando a los hombres y mujeres jóvenes del País Hua.
Una de las jóvenes con pelo corto respondió:
—Señor, somos estudiantes internacionales del País Hua. Uno de nuestros compañeros de clase no está bien de salud y ha estado tomando medicina china. Por lo tanto, acompañamos a este estudiante aquí para conseguir la medicina hace un momento. Pero, ¿quién iba a presumir que estos tipos no nos dejarían conseguir las hierbas y hasta querían echarnos?
Mo Qingkuang asintió y se volvió a mirar a los hombres del País Sakura—. Si ustedes manejan un centro médico, ¿por qué no permiten que otros consigan la medicina? —preguntó en voz baja.
Un hombre de cara cuadrada dijo fríamente:
—Niño, ¡escucha bien! Cualquiera puede conseguir medicina en nuestro Salón Médico Sagrado, ¡pero no ustedes, gente del País Hua!
La expresión de Mo Qingkuang se volvió fría—. ¿Por qué la gente del País Hua no puede conseguirla? —preguntó en voz baja.
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