—¡Oh Diosa, pero mi control se rompió! Había estado tratando de contenerme. Tratando de mantener mis manos lejos y esperar hasta que ella estuviera lista. Entonces mi Pequeño Conejito empujó sus caderas contra mí, contra mi creciente erección. Ya estaba hablando sugestivamente y cuando presionó su cuerpo contra el mío, la atrapé. Y ni siquiera podía culpar a mi lobo por eso, yo fui el que perdió el control.
—Presioné mis labios contra los suyos y gruñí de satisfacción cuando agarró mi camisa para tirar de mí hacia ella. El calor del beso era ardiente, pero no me importaba, necesitaba más. La necesitaba a ella. Deslicé mi lengua en su boca, saboreándola. Era dulce, picante y peligrosa, todo al mismo tiempo. Mi pastel de manzana seguido de una tormenta eléctrica. Juro que podía sentir los pelos de la nuca erizarse cuando la besaba, la electricidad era tan intensa.
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