—¿Entonces, qué puedes ofrecer? —La voz de Caña era muy fría y oscura. Parecía que había perdido mucho peso, lo que solo acentuaba sus afiladas características. Se veía sombrío y, dondequiera que iba, la gente se estremecía incluso cuando solo llegaban a vislumbrarlo.
Se asemejaba a alguien que nunca había tocado ningún tipo de alegría o felicidad en su vida.
El aura que desprendía se asemejaba a aquel momento en que estaban en esclavitud. Sus ojos estaban llenos de rencor y su sola presencia resultaba muy asfixiante.
A pesar de que Nolan y Gallot también eran los alfa de sus respectivas manadas, ninguno de ellos podía ser muy dominante como lo era Caña. Se parecía a un soberano, quien miraba con desdén a su súbdito más bajo. El rey del diablo…
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