—Haco, ¿sabes qué debería hacer, por qué están aquí? —Iris echó un vistazo a esos guerreros, que aparentemente esperaban que ella hiciera algo. Tenía miedo de mirarlos, porque le asustaba si encontraba las caras que le agradaban.
Saber que Ethan, Jace y Hanna no estaban entre ellos ya era suficiente para ella, aunque eso no la hacía sentir menos desconsolada y lamentándose por ver a algunos de los guerreros que conocía.
—Por lo que sé, la primera Serafín solía brindarles consuelo —dijo Haco.
—¿Consuelo? ¿Cómo puedo hacer eso?
Haco sacudió su cabeza. —No lo sé, Iris. He estado lejos del Reino Santo por cinco décadas.
Por otro lado, Oliver y Eron intentaban ponerse al día con la conversación, aunque les confundía, sobre todas las cosas que se decían.
—Deja que tu instinto te guíe sobre qué hacer —Haco no podía ofrecer mucha solución, ya que él también estaba desconcertado, su conocimiento sobre el Serafín y el Reino Santo, era de recuerdos de hace mucho tiempo.
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