Durante la cena, Iris no dejaba de rascarse la palma de la mano, de alguna manera sentía mucha picazón y la comida sabía a arena en su boca. Se sintió mal la última vez que se encontró con el príncipe Kellan, pero cada vez que se encontraba con él de nuevo, la sensación se intensificaba.
Había algo que debía recordar, pero no importaba cuánto lo intentara un poco más, no podía evitar sentir miedo en su mente. Esta sensación era casi la misma que cuando entraba en una habitación oscura, que era el lugar que tanto temía.
Iris no podía comer cómodamente, ya que no dejaba de rascarse la palma de la mano y ahora la picazón se extendía a sus brazos.
Mientras tanto, Caña y el príncipe Kellan estaban en medio de una discusión importante, en la cual Iris no tenía ningún deseo de saber.
De repente, la mano de Caña la detuvo de rascarse y Iris levantó la cabeza para ver que ambos la estaban mirando. —¿Tocaste algo sucio?
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