Carne y sangre

Yuan y los demás comenzaron a mirar alrededor de la habitación, pero realmente no había mucho para mirar además del demonio sellado y los seis ataúdes dorados.

Después de unos minutos de mirar alrededor, se reunieron los ancianos.

—Además del ataúd de los fundadores, no hay nada más que ver —dijo Anciano Hong.

—Pero molestar la paz de los fundadores...

—Si no lo hacemos, ¡ese demonio matará a todos una vez que se libere del sello! Estoy seguro de que lo entenderán.

—Tienes razón…

Los ancianos entonces se inclinaron ante los ataúdes dorados.

—Lamentamos profundamente perturbar su paz, fundadores.

Después de disculparse con sus fundadores, los ancianos fueron al ataúd de su familia.

Cada uno de los ataúdes tenía uno de los apellidos de las Seis Familias Espirituales grabados en él, por lo que los ancianos sabían a qué ataúd pertenecía su familia.

Una vez que estuvieron preparados, abrieron el ataúd para mirar dentro.