Aiden disfrutó demasiado burlándose de Cameron por su no tan sutil enamoramiento de su vecina en la cafetería al día siguiente de Halloween. ¿Cómo podría no hacerlo? Lo primero que hizo después de sentarse fue preguntar todo lo que sabía sobre la chica, tratando y fallando en parecer despreocupado al respecto.
—Bueno, ¿qué sabes ya? No quiero repetir información innecesariamente —dijo con un tono burlón.
—Cameron suspiró—. Literalmente todo lo que sé es que sabe bailar, ama Halloween, es de Ohio y recibió una multa de estacionamiento a principios de este año.
—Eso no es mucho.
—Lo sé, por eso te lo pregunto —dijo impacientemente—. ¿Entonces?
Aiden se recostó en su asiento con tranquilidad y se estiró. —¿Qué me darás a cambio?
—Su amigo frunció el ceño—. No seas como Aaron; no te queda bien.
—Estoy esperando —dijo Aiden en voz cantarina.
—Te diré lo que escuché de Keeley anoche en la fiesta de Halloween que solo profundiza el misterio del amor de nuestro jefe. ¿Feliz?
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