La ceremonia fue breve pero solemne. Después de la ceremonia, se preparó una fiesta sencilla en el jardín de la capilla. Los hombres que vinieron a rescatarme fueron los que asistieron.
—Felicitaciones al rey y la reina de Grandcrest.
—Les deseamos todo lo mejor.
—Que tengan un gran futuro por venir.
—Salve a la espada y el escudo del Reino de Grandcrest.
Me saludaron a mí y a Regaleon con buenos deseos. Sus sonrisas y entusiasmo me hicieron feliz.
—Gracias a todos —respondí a sus vítores.
—Basta de formalidades —dijo Regaleon con voz autoritaria—. Sus hombres se pusieron en atención con sus palabras. Coman y beban hasta saciarse. Esta noche es para que todos nos divirtamos.
Los hombres de Regaleon que estaban de pie dieron un suspiro de alivio. Tenían grandes sonrisas en sus caras después de escuchar las palabras de Regaleon y aplaudieron.
—¿Cómo decoraron el jardín tan rápido? —pregunté asombrada—. Acabamos de pasar por aquí hace un rato.
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