El coche estuvo en silencio durante los primeros diez minutos del viaje. Parecía que incluso Jamal podía sentir la ira y frustración de Tom, así que no dijo ni una palabra.
Lucy miraba a Tom de vez en cuando, preguntándose qué podría decir o hacer para ayudar a su estado de ánimo. Ella entendía mejor que nadie cómo se sentía y por qué se sentía así.
También sabía que este no era el momento para hablar con él. Tenían compañía en el coche y él no podría expresarse cómodamente.
Tom se volvió a mirarla cuando sintió que ella lo miraba y le lanzó una sonrisa forzada.
—No tienes que preocuparte por mí. Estoy bien —le aseguró en voz baja, pero todos en el coche sabían que estaba lejos de estar bien.
—De verdad, estoy bien —dijo Tom cuando Lucy simplemente lo miró con expresión vacía.
—Está bien. ¿Qué quieres que haga para demostrar que estoy bien? No quiero que te preocupes —dijo Tom, y Lucy se encogió de hombros.
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