—Al menos al vestirnos así no perdimos la cara frente a Salaark y Verhen tendrá que tratarnos con el respeto que merecen los invitados honorables.— Dijo el Rey mientras avanzaba.
Lo que encontraron unas pocas habitaciones más adelante, los dejó boquiabiertos incluso más que la noticia del hijo de Leegaain.
Lith caminó hacia ellos, vistiendo una simple túnica blanca del Desierto. Entre su piel oscura y su ropa sucia con hollín y restos de ingredientes mágicos, no parecía diferente a uno de los muchos magos que habían conocido en su camino.
—Rey Meron, Reina Sylpha. Es un placer verlos de nuevo.— Dijo Lith mientras les daba una reverencia cortés adecuada al encontrarse con sus iguales, sin un ápice de deferencia. —Lamento llegar tarde, pero la Abuela me habló de su llegada en el último minuto y estaba en medio de un experimento.—
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