Gracias a los anillos de ocultación, no solo el núcleo de maná y la fuerza vital de Solus eran invisibles, sino que también su firma de energía estaba tan alterada que incluso de cerca La Visión de Vida no lograba percibirla.
—¿Cuándo vas a irte? —Preguntó Lith mientras le pasaba su reloj de bolsillo.
—Aproximadamente un minuto antes que tú. Necesito ese tiempo para alejar a los guardias de la Antorcha de Luz y acostumbrarme a luchar de verdad antes de enfrentarme al Rey. —Solus comenzó a tejer sus mejores hechizos mientras hablaba.
Su corazón latía cada vez más rápido mientras la adrenalina hacía temblar sus manos. Era la primera vez que luchaba por su cuenta y, para empeorar las cosas, el pensamiento de todas las vidas que se perderían en caso de que fallara pesaba en su mente.
De repente, la habitación se sintió pequeña y húmeda. Solus no se dio cuenta de que era ella misma empapándose en sudor nervioso hasta que se masajeó las sienes para calmarse.
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