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Arco 2.4

Una espeluznante luz roja volvió a apoderarse de la escuela. Las cuatro personas se estremecieron del susto, antes de reunirse y refugiarse entre los bancos.

Tip obligó a Jen a sentarse sobre su regazo. Se aseguró de que su pierna estuviera bien estirada y no corriera el riesgo de golpearse con los bordes de la silla. Abrazó su cintura, permitiendo que su pecho se pegara contra su espalda.

El calor de ambos cuerpos pareció fundirse en una misma temperatura. Jen podía percibir los latidos del corazón de su hombre, los cuales se adentraban por entre su ropa y su piel.

Gritos despavoridos no tardaron en resonar por los alrededores. Parecía ser la voz de una mujer, quien clamaba desesperada por ayuda. Esto no hizo más que incrementar el miedo que sentía el equipo.

Más voces se sumaron de repente. Los gritos eran cada vez más intensos y desgarradores. Súplicas, aullidos de dolor, el clamor por ver a sus familiares una última vez. Por toda la academia, se podía escuchar el último suspiro de esas personas.

Cuando el silencio volvió a adquirir protagonismo, las luces rojas desaparecieron, y en su lugar, una luz verde cubrió la habitación. Era un color que no se había hecho presente anteriormente.

Si Jen no recordaba mal, había aparecido una luz amarilla, roja y ahora verde. Sus colores eran similares a los de un semáforo, aunque no sabía qué podían significar exactamente.

"¿Qué está sucediendo? ¿Qué son esas luces?"

"Miren"

Rosé señaló el pizarrón, ubicado a unos pocos metros de su localización. En la otra punta de la habitación, yacía una pizarra bien grande y repleta de palabras, símbolos y dibujos.

Aprovechando la escasa iluminación, el grupo se acercó a ver de qué se trataba. Parecían ser dibujos y mensajes dejados por los antiguos estudiantes de la escuela. Alguien había retratado a la niña de rojo, mientras que otros se despedían de sus padres o pedían ayuda.

Sin embargo, Jen no pudo evitar fruncir el ceño. Esta escuela le parecía cada vez más extraña y peligrosa.

"Todo está en inglés"

"Es verdad", comentó Rey. "¿Por qué los estudiantes escribieron en inglés? ¿Estaban esperando ayuda de otros países?"

"No tiene sentido. Nada en este lugar parece estar bien. No hay forma de que los estudiantes puedan pensar en escribir en inglés. Siendo perseguidos por un monstruo, teniendo que escapar de repente...¿En qué momento tendrían el tiempo de pensar en hablar en otro idioma? Además, ¿porqué siquiera lo harían?"

Tip prosiguió con las palabras de Jen.

"En todo caso, hubieran escrito en japonés. ¿Dejaron mensajes para sus padres en otro idioma? ¿Por qué motivo?"

Rosé se acercó hasta el pizarrón y trató de borrar los mensajes. Cómo parecían estar escritos en tiza, creyó que se podían ser eliminados o alterados. Sin embargo, eso no pareció suceder. Los mensajes no se podían borrar.

Jen estaba intrigado. El plano fantasmal era un espacio sin lógica, o al menos, estaba regido por razones bien extrañas. Funcionaba bajo un orden que no podía comprender. Quizás, los seres de este mundo, tampoco podían entender el porqué de muchas cosas.

"Sistema, ¿tienes alguna información sobre el plano fantasmal?"

Lumie buscó entre la base de datos. Excavó cuidadosamente sobre la trama, indagó en el desarrollo de los personajes, en cada pequeño detalle que habían elaborado los dioses.

Por desgracia, no pudo encontrar lo que buscaba Jen.

"El plano fantasmal no aparece en el banco de datos. Directamente, no existe en el mundo en el que vives actualmente. Es otra historia diferente que, casualmente, se entrelazó con esta"

Jen estaba un poco desilusionado. Esperaba poder obtener mayor información sobre este lugar y las intrigas que giraban en torno a la escuela. Si no estuviera sufriendo de un severo dolor en su pierna, podría haber llegado a pensar de que estaba soñando. Todo era demasiado irreal e ilógico como para ser cierto.

La luz verde titiló. Rápidamente cambió de color, trayendo consigo nuevos gritos y el sonido de pasos alocados a lo lejos.

El equipo se puso en postura defensiva. Se escuchaba cómo alguien estaba corriendo por las escaleras, yendo hasta su ubicación. Estaba cada vez más cerca.

De repente, la puerta se abrió de un tirón. Un hombre ingresó y se llevó los bancos por delante, cayendo pesadamente al suelo. Su respiración estaba sumamente agitada y todo su cuerpo temblaba de miedo y desesperación.

Miraba de un lado al otro, en evidente estado de pánico.

Sus ojos saltones y enrojecidos, no tardaron en detenerse en el grupo de cuatro personas.

Como si hubiese encontrado un salvavidas en medio del océano, se levantó y corrió hacia ellos. Tomó el brazo de Rosé y lo presionó con fuerza. Sacudió su cuerpo, mientras clamaba por ayuda.

"Ya viene. Ya viene"

Tip comprendió inmediatamente lo que estaba sucediendo y no le agradó demasiado. Ese sujeto estaba huyendo de la niña de rojo y la había atraído hacia ellos.

"¡Corran!"

Tip cargó a Jen sobre su espalda y salió corriendo del aula. Rey lo siguió por detrás, mientras Rosé batallaba con el extraño hombre que se negaba a dejarla ir.

"Suéltame. Harás que nos mates"

"¡Rosé!"

Rey fue a su rescate. Ignorando el miedo que había calado en sus huesos, intentó apartar al hombre que estaba fuera de sí. No reaccionaba, por más que le hablaban y explicaban.

"Es inútil. No nos escucha"

Rosé estaba cada vez más nerviosa; por no decir que el hombre la estaba lastimando. Sus uñas se habían incrustado en su piel, dejando una fea marca y gotas de sangre descendiendo por su brazo.

Un gruñido se alcanzó a percibir a los pocos metros. Subiendo por las escaleras, el monstruo avanzaba hacia su dirección.

Los latidos del corazón de Rosé eran intensos. Sentía como si su pecho fuera a estallar.

"¡Suéltame!"

Rosé dirigió su puño hasta el rostro del hombre. Con todas sus fuerzas, le propinó un golpe en la nariz, ocasionando que retrocediera unos pasos y la soltara.

El hombre quedó en shock. Sujetó su nariz, por la que ya se habían filtrado una par de gotas de sangre.

Rosé se lamentó por un instante. Era la primera vez que golpeaba a una persona; aunque su reacción estaba medianamente justificada.

Rey la tomó de la mano y la condujo hacia fuera. Alcanzaron a salir por la puerta, antes de que la niña de rojo pisara el último escalón. Aunque eso no pudo evitar que los descubriera.

Una larga y violeta lengua se relamió entre esos dientes de tiburón, que ya habían desgarrado el cuerpo de cinco personas.

La niña de rojo contempló las figuras que vagaban por el pasillo y las catalogó rápidamente como su siguiente presa. La luz roja se abrió paso y envolvió los alrededores de la escuela. Era obviamente una señal de "peligro".

"¡Maldición!"

Rey gritaba desesperado, tratando de ganar más distancia de ese monstruo. Estaban a unos pocos metros de Tip y Jen, quienes evaluaban sus alternativas para sobrevivir. No podían esconderse y el seguir corriendo tampoco era una opción a largo plazo; menos si consideraban la lesión en la pierna de Jen. Estaban en problemas. Severos problemas.

Jen volteó. Fue testigo de cómo la niña de rojo pasaba por enfrente del aula, sin notar a la persona que había irrumpido enloquecida y los había obligado a salir corriendo. El monstruo ni siquiera se giró a verlo.

¿Podía ser porque...?

"¡No hay salida!"

Tip se detuvo en seco. Su pecho subía y bajaba, al compás de su estruendosa respiración. Por su frente descendían gotas de sudor, mientras sus brazos se aferraban con mayor fuerza entre las piernas de Jen. Temía que pudiera caerse y perderlo para siempre.

Frente a Tip yacía un pasillo sin salida. Solo había dos aulas a cada lado, sin otras alternativas ni caminos por los que seguir.

Por la mente de Tip, cruzaban un sin número de soluciones. Ninguna que pudiera implementar en estos momentos, lo que sólo alimentaba la desesperación de su corazón.

Tip cerró los ojos, respiró profundo y tomó una decisión. Bajo a Jen y lo acercó hasta una de las aulas. Acarició con suavidad su mejilla e intentó lucir lo menos aterrado posible.

"Escóndete aquí y espera a que vuelva. Intentaré despistar a la niña de rojo para que..."

Jen se negó a seguir escuchando sus palabras. Lo interrumpió de una forma decisiva. Lo besó con ferocidad, a fin de transmitirle lo molesto que se sentía al respecto.

Jen estaba bebiendo de su propia medicina. Previamente había puesto su seguridad en juego, y Tip se lo había reprochado; ahora él, estaba sufriendo exactamente lo mismo. Podía entender cómo se había sentido su hombre en ese momento.

Jen no quería poner su vida en riesgo. Si algo le llegara a suceder a Tip, podría destruir este mundo entero y volverse loco. No estaba dispuesto a perderlo por segunda vez.

Jen lo empujó hacia el aula, cerró la puerta y la trabó. Condujo a Tip por detrás del banco del profesor, para que pudieran ocultarse. Le indicó que no hiciera ruido y aguardara a que la niña de rojo siguiera con su camino.

En estos momentos, no le importaba lo que pudiera sucederle a Rosé o a Rey. Su hombre era su prioridad. No iba a permitir que sufriera por unos extraños que acababa de conocer.

Quizás, en el mundo anterior, había vivido demasiado cómodo como para olvidar su verdadera naturaleza. No estaba en su esencia...ser buena persona.

Jen abrazó con fuerza a Tip. Su cuerpo temblaba y su corazón estaba incómodo. Desconocía el porqué.

Tip le respondió de la misma manera. Ubicó su rostro en la abertura de su cuello y respiró su aroma, con un dejo a transpiración. Para Tip era una fragancia relajante y agradable.

Los brazos de Tip se movieron por entre esa delgada cintura. El calor que se filtraba por su ropa, se fusionaba con la temperatura de su cuerpo. Estaban pegados, uno contra el otro, como si fuesen a convertirse en una misma persona.

Tip se olvidó de su alrededor por un minuto. Sintiendo la calidez de esta persona, su indescriptible aroma y dependencia, no pudo evitar albergar impuros deseos. Dejó caer un beso sobre su cuello, lamiendo su piel y mordiendo levemente su hombro.

"¡Ah!"

Jen gritó de sorpresa. No esperaba que su hombre actuara como un perro en celo, sin tener en consideración el tiempo ni el lugar. Estaban huyendo de un monstruo, ¿en qué momento creía que iban a tener el tiempo de pasar a segunda base?

Pero parece ser, que Jen subestimó la desvergüenza de su hombre ya que Tip siguió "molestándolo". Dejó caer tiernos besos en su cuello, hombro, clavícula y mejilla. Su miembro se endurecía, con cada gemido que salía de la boca de Jen.

Las manos de Tip se adentraron por el uniforme que vestía. Sus dedos vagaron por esa piel tersa y suave, que encendió una llamarada de pasión en su interior.

Tip mordió la clavícula de Jen, dejando una hilera de dientes marcados. Lamió sus rastros con delicadeza, como si estuviera tratando de adormecer ese lugar.

"Ahhh...Tip...no...ahora no es..."

Tip lo besó.

¿Qué ahora no era el momento? Claro que lo sabía. No era ningún idiota. No se había olvidado de dónde estaban ni qué estaba sucediendo. Aún así, no quería refrenarse.

Casi había perdido a esta persona en dos oportunidades. Cuando se enfrentó contra el monstruo y justo ahora. Estaba por dejarlo; quería dar su vida por él.

No sabía cuánto más iban a poder resistir. Si no lo poseía ahora, no creía tener una segunda oportunidad después.

Al diablo el plano fantasmal. Al diablo la niña de rojo. Tip solo quería concentrarse en el aquí y ahora. Su mundo era él y la persona entre sus brazos.

"No te resistas amor. No me digas que no"

¡BAM!

La puerta recibió un fuerte golpe, seguido de un intenso forcejeo. Alguien intentaba abrir la puerta.

"¿Por qué está cerrado? ¡Abran! ¡Chicos abran!"

Rey estaba desesperado. Había visto como Jen y Tip ingresaban a esta aula y cerraban la puerta. Pensó que estaban intentando refugiarse, pero nunca esperó que fueran a bloquear la entrada.

Los habían abandonado; dejado a su suerte. ¿Iban a morir?

El pánico hizo temblar su corazón. El miedo generó desesperación, lo que a su vez influyó en la aparición de ira.

¡No! ¿Por qué nos abandonaron? ¿Por qué nos dejaron atrás? ¿Acaso no éramos un equipo?

"¡Abran! ¡¿Me escuchan?! ¡Abran la maldita puerta! No pueden dejarnos así...no pueden"

Lágrimas comenzaron a caer por la mejilla de Rey. Su mente estaba en blanco. No sabía qué hacer, decir o pensar. Lo único de lo que era consciente, eran de sus propios sentimientos. Miedo, angustia y ansiedad.

Estaba siendo consumido por las emociones que golpeaban su pecho, las cuales se hacían más notorios con el acercamiento de la niña de rojo.

En estos momentos, Rey solo sabía que iba a morir.

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