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Tres. El final.

A la mañana siguiente me desperté con un ardor en el brazo y para completar mi maravillosa mañana un dolor de cabeza, la mejor mañana de mi vida, nótese el sarcasmo.

Y el hecho de que Edward actuara más raro de lo normal antes de irse a su casa no hace que mejore en nada.

Edward me esperaba en la escuela como siempre, pero su rostro mostraba que algo no iba bien, sus ojos mostraban un no sé qué intento ocultar.

Me abrió la puerta del coche cuando me estacione.

Caminamos en silencio, tenía muchas preguntas pero estas tendrían que esperar porque la mayoría eran para Alice.

La mañana siguió de forma lenta. Tenía ganas de ver a Alice, aunque no podía hablar de forma abierta teniendo a Edward a un lado a todo momento.

Esa era otra cosa que me molestaba y preocupaba, Edward estaba conmigo pero se mostraba distante, solo me hablaba para preguntarme si me sentía bien o si me dolía el brazo.

Con frecuencia Alice nos esperaba en la cafetería, pero esta vez que entramos no estaba como siempre sentada en la misma mesa de siempre ante una bandeja de comida que no iba a probar.

—¿Y Alice? —le pregunté a Edward.

—Esta con Jasper. —dijo sin apartar la vista de un barra de cereal que deshacía con los dedos.

—¿Esta bien? —

—Se fue una temporada. —

—¿Qué? ¿Adonde? —

Edward indiferente y encogiéndose de hombros dijo:

—A ningún lugar en especial. —

Me sentía mal por todo este asunto, estaba angustiada y llena de culpa, como pude ser que fuera tan tonta como para no poner atención a un pedazo de papel. Había hecho que la poca confianza que tenía Jasper en él se fuera por un error tan tonto.

Y estoy segura de que lo poco que había avanzado con Rosalie, se había esfumado.

Hice una mueca inconscientemente.

—¿Te duele el brazo? —preguntó Edward preocupado.

—No, nada de eso. —hice una pausa mientras cubría mi rostro con mis manos. —Me siento culpable de que tu familia se haya separado por mi culpa. —

No dijo nada solo me paso un brazo por la cintura y con delicadeza me sentó en su regazo y acaricio mi cabello, consolándome.

Y esa fue la única conversación que tuvimos en todo el día.

—¿Vendrás en la noche? —pregunté para llamar su atención, mientras caminábamos hacia mi coche.

—¿Por la noche? —

—Tengo que trabajar para reponer el turno de ayer. —

—Oh. —murmuró.

—Entonces, ¿Vendrás? —

—Si, ahí estaré. —

Me beso en los labios antes de cerrar la puerta.

Aun extrañada por su actitud salí del estacionamiento, manejando hacia el local de los Newton.

Sali del coche y me encamine hacia la entrada del local. En el interior ya se encontraban Mike Newton e Isabella Swan. Mike como siempre me saludo con una sonrisa en cuanto entre e Isabella con una mueca que ignore. Tome mi chaleco mientras le devolvía el saludo a Mike.

Me coloque detrás de la caja registradora y espere a que algún cliente viniera a pagar.

—¿Qué tal tu cumpleaños? —preguntó Mike que estaba acomodando unos estantes junto con Isabella.

—Interesante. —fue lo único que conteste.

La jornada de trabajo paso sin incidentes y demasiado rápida. Cuando termino mi turno me encamine hacia mi coche, no sin antes despedirme de Mike.

Cuando estacioné mi auto en la entrada de mi casa, vi que ahí estaban también los autos de mi padre, Eric y también el de Edward.

Caminé hacia la entrada y cerré la puerta detrás de mí.

—¿Appa? ¿Eric? ¿Edward? —pregunte mientras ponía mi abrigo en el perchero.

—Estamos aquí. —grito mi padre desde la sala.

Camine hacia donde estaban. Edward estaba sentado en el sillón y, mi padre y Eric en sofá. Los tres mantenían la vista en el televisor. Esto era normal en mi familia, pero no en Edward.

—Hola. —los salude.

—Hola, cariño. —contestó mi padre sin dejar de ver la televisión. —Tu madre dejo la comida lista antes de irse. Creo que tu plato está en la encimera de la cocina. —

—Ok, gracias. —le agradecí, la verdad tenía mucha hambre.

Camine hacia la cocina para poder tomar mi plato, para luego ir a la mesa y empezar a comer.

Frente a mí se encontraban los regalos que me había dado Eric, termine de comer, lave mi plato y camine otra vez hacia la sala con la cámara en la mano.

—¿Y eso? —preguntó mi padre mirando la cámara en mis manos cuando entre a la sala.

—Es la cámara que le regale. —contestó Eric por mi mientras yo me sentaba en el piso. —¿Ya la usaste? —

—Si ya la usé… y esperaba que ustedes quisieran posar conmigo para alguna. —dije alegre moviendo la cámara. —Edward podrías…—dije dándole la cámara. —Quisiera una foto primero con mi Hermano favorito y luego con mi Appa. —

—Soy tu único hermano. —dijo Eric mientras se sentaba conmigo en el piso.

—Cállate y sonríe. —dije mientras lo abrazaba y sonreía hacia la cámara que estaba en las manos de Edward.

Se escucho un "clic" avisando que ya se había tomado una foto.

—Ahora con mi Appa. —dije mientras me paraba del piso y corría hacia mi padre para que nos tomaran una foto.

Sonreímos a la cámara y otra vez se escuchó el "clic" de la cámara.

—Déjenme tomarles una, chicos. —dijo mi padre mientras me empujaba hacia Edward y le quitaba la cámara de las manos a este.

Edward y yo nos abrazamos y por mi parte sonreí hacia la cámara, la verdad no se si él sonrió no me atreví a ver su rostro.

La sesión de fotos termino cuando mi padre me devolvió la cámara y me dijo que ya era suficiente.

Edward se separó de mí y se fue a sentar nuevamente a su lugar mirando como los demás la televisión, yo atine a sentarme otra vez en el suelo a un lado del sofá, un poco apartada de todos.

Cuando el programa termino, Edward se puso rápido de pie y dijo:

—Creo que ya es hora de que me vaya. —

—Que te vaya bien, conduce con cuidado. —dijo mi padre cortésmente.

Me levante y lo acompañe hacia la puerta.

—¿Vendrás al rato? —pregunté.

—Esta noche, no. —dijo.

No quise preguntar el motivo.

—Oh, está bien, buenas noches, cariño. —dije.

—Buenas noches. —dijo y se fue directo hacia su auto, se fue mientras yo cerraba la puerta y me iba hacia mi cuarto.

Esa noche dormí, pero me despertaba a ratos.

Me levante cuando los primeros rayos de luz se filtraron por mi ventana. Hice mi rutina de la mañana y me cambié. Baje a desayunar algo sencillo.

Cuando vi que había suficiente luz como para tomar algunas fotos, salí de la casa y caminé hacia el bosque para poder tomar algunas fotos de la naturaleza. Cuando terminé de tomar las fotos me di cuenta de que ya era hora de ir a la escuela, fui corriendo hacia mi casa y subí a mi cuarto para poder tomar mi bolso con todo lo de la escuela, puse la cámara adentro y fui a mi coche para irme.

Esperaba que a Edward ese día ya se le hubiera pasado todo ese asunto raro que lo rodeaba y todo fuera como antes, pero cuando la mañana siguió con su curso normal y el seguía igual supe que esto no se le pasaría de un día para otro. Edward me seguía silenciosamente, sin a mi parecer mirarme.

A la hora del almuerzo ya me había cansado de estar todo el tiempo en silencio, así que cruce la línea invisible que partía nuestra mesa para poder hablar con mis demás amigos.

—¿Jess? —hable.

—Dime, Elina. —

—Traje la cámara que me regalo Eric, y quería que todos nos tomáramos unas fotos. —

—Está bien, pásame la cámara yo las tomo. —dijo mientras estiraba la mano para que le diera la cámara.

Cuando tomo la cámara, se volvió rápidamente para sorprender a Mike con la boca llena y tomarle la foto.

Y en ese momento se desato una guerra de fotografías, la cámara iba de un lado a otro, nos reíamos, tonteábamos y algunas veces nos quejábamos de lo mal que habíamos salido, los únicos que no participaban de las fotos eran Edward, que era normal en él, e Isabella que era una antipática y no sabía divertirse.

—Oh, oh. —dijo Jessica en tono de disculpa al devolverme la cámara. —Creo que nos acabamos el rollo. —

—Oh, no importa eso era lo que quería, con estas fotos podre llenar una parte de mi álbum. —le dije con una sonrisa que devolvió.

Después de las clases, Edward me acompaño al estacionamiento en silencio. Tenía que irme a trabajar.

Deje el rollo en Thriftway de camino al local de los Newton y lo recogería a la salida del trabajo. Ya en casa fui directo a mi habitación con el sobre de fotos en las manos.

Me senté en la cama y abrí el sobre para ver las fotos que contenía.

En la primera foto se miraba a un Edward de cálida mirada, muy diferente con el actual. Seguí mirando las fotos restantes, para al finar seleccionar dos.

En la primera foto se veía a Edward en la cocina, en sus ojos se miraba la diversión del momento. La segunda se miraba totalmente el cambio en el, era la foto que nos había tomado mi padre, donde estábamos abrazados, yo estaba sonriendo y el igual pero se notaba lo incomodo que estaba y su ojos solo mostraban frialdad.

Coloque las fotos en el álbum, agregando una pequeña descripción del día, el lugar y las personas que salían ellas. Otras fotos donde salíamos mi familia y yo, las puse en un sobre aparte y escribí una nota de agradecimiento por el collar, quería que mi abuelita mirara lo bien que me la pase en mi cumpleaños, bueno todo lo que había durado.

Hice la tarea que tenía pendiente y me fui a dormir, otra vez Edward no vino.

Al día siguiente en la escuela continuo con su silencio, de los últimos dos días. Solo me acompañaba a las clases pero su actitud distante seguía presente, y la verdad ya me estaba cansando.

Cuando terminaron las clases me acompaño hasta mi coche y cuando me decidí a decirle algo por su comportamiento, él se adelantó y me hablo por primera vez en estos días.

—¿Te importa si voy a verte hoy? —

—Claro que no. —

—¿Ahora? —me preguntó mientras me abría la puerta.

—Emm…sí, claro. —me extraño su urgencia. —

Solo iba a dejar una carta a mi abuela en el buzón de correos que esta de camino. Nos vemos allí. —

Miro el grueso sobre que estaba en el asiento, se inclinó y lo tomo.

—Yo lo llevo y aun así estaré antes que tú. —dijo con calma.

Me dio una sonrisa que no llego a sus ojos.

—Está bien. —asentí.

Cerró la puerta del coche y se fue al suyo.

Y si fue cierto que me adelanto, cuando llegue a mi casa él ya estaba estacionado en el lugar de Eric. Salió de su coche al mismo tiempo que yo salía del mío, se paró junto a mí, me quito la mochila y la puso en el asiento del coche, cosa que me extraño.

—Vamos a dar un paseo. —propuso con voz indiferente.

Asentí aun extrañada, eso no era normal.

Me condujo hacia el patio trasero, para empezar a adentrarnos hacia el bosque. Solo habíamos caminado unos cuantos pasos por el bosque cuando se detuvo, no estábamos tan lejos aún podía ver la casa.

Edward se recargo de forma casual en un árbol con expresión pasible.

—¿Ya me vas a decir el porqué de tu actitud de estos días? —pregunté.

Suspiro.

—Elina, nos vamos. —

—¿Qué? —pregunté. No entendía.

—Elina, ha llegado el momento. De todos modos, ¿Cuánto tiempo más podemos quedarnos en Forks? Carlisle apenas puede pasar por un treintañero y actualmente dice que tiene treinta y tres. Por mucho que queramos, pronto tendremos que empezar en otro lugar. —

En un principio me quede confundida, lo había dicho con tanta calma que no pensé muy bien sus palabras, hasta que las repase otra vez.

—¿Entonces se van? —mi corazón empezó a palpitar muy rápido.

—Si, mi familia y yo nos vamos. —

—¿Y a dónde? —mordí mi labio para que no viera que temblaba.

—Es un lugar que no es apto para ti. —

—¿Enserio vas a hacerme esto? —dije con tristeza.

—Mi mundo no es para ti. —dijo triste. —Además es lo mejor para ti, los dos sabíamos que esto no iba a durar mucho. —

—¿Cómo puedes mentirme tan descaradamente? —dije enojada. El me miro sorprendido. —Tu y yo sabemos por qué haces todo esto, ¡Lo de Jasper fue un accidente, Edward! ¡Un accidente! —

—Tienes razón. Eso se podía esperar. —

—Pero me prometiste que nunca me dejarías. —dije aguantándome las lágrimas.

—Siempre que fuera bueno para ti. —

—Pero lo prometiste, acaso no tienes palabra. —

—Claro que tengo, pero no pensé que todo se volvería a complicar. —dijo serio.

Lo mire enojada, limpiándome la lagrima que se había escapado sin mi consentimiento.

—Solo contéstame esto. —tome aire para que mi voz no temblara. —¿Tu…ya no me quieres? —

—No. —

Lo mire, en sus ojos solo había sinceridad, intente encontrar un poco de remordimiento y tristeza, pero no había nada solo unos fosos negros y fríos.

Me sentí rota, pero no lo iba demostrar, antes muerta que mostrarme débil.

—Bien, como quieras. —me sorprendí de que mi voz saliera fría y creo que el también pero se recompuso rápidamente. —Espero que te vayas y no vuelvas nunca. —

Me di la vuelta, pero su voz me detuvo.

—En cierto modo te he querido, pero no eres tú, soy…—

No lo deje terminar, me di vuelta y enojada lo encare.

—¡No, no digas mentiras!, no necesito el típico discurso "No eres tú, soy yo", no me quieras ver como una tonta, sabes lo que eres. —le dije apuntándolo con un dedo. —¡Un cobarde y un mentiroso!, no fue hace unos días donde me decías que me amabas y todas esas cosas, puras estupideces. —dije con rabia. —Si querías que termináramos, felicidades. —dije aplaudiendo sarcásticamente. —Terminamos. —me di media vuelta y me fui.

Llegué rápido a mi casa y subí rápidamente a mi cuarto y cerré la puerta detrás de mí, lo bueno fue que no había nadie y eso me ahorro muchas preguntas que no quería contestar.

Al llegar a mi cama me desmorone, agarre mi cobija y me envolví en ella para sacar todo el dolor que me carcomía.

No supe en qué momento me quede dormida, solo que me desperté por unos toques en la puerta, no conteste y abrieron la puerta.

—¿Elina? —era mi madre. —Cariño ya está la cena. —

—No tengo hambre, Omma. —dije con voz ronca.

—Cariño estas bien, ¿Qué pasa? —dijo cuando entro y prendió la luz.

—Si estoy bien, no es nada. —mentí.

Obviamente ella no me creyó.

—Elina, ¿Estuviste llorando? ¿Qué paso? —

—Termine con Edward, Omma. —dije soltando el llanto de nuevo.

—Oh, cariño ven con Omma. —dijo sentándose a un lado de mí y abriendo los brazos, rápidamente fui a refugiarme en ellos.

—Duele, Omma. —

—Ya sé que duele, cariño. Pero ya pasara con el tiempo, sabes que yo estaré siempre para ti, ¿Verdad? Para lo que necesites. —

Asentí.

Mi madre se quedó conmigo hasta que oscureció, dándome palabras de aliento, cantándome nanas y acariciando mi cabello, le dije que ya estaba mejor que ella necesitaba dormir, no me quería dejar sola pero insistí, antes de irse y cerrar la puerta me dio un beso en la frente y me dijo que me quería.

Volteé a mi mesa de noche en donde estaba mi reproductor de CD, lo abrí esperando ver el CD de mi nana, pero estaba vacío. Abrí el álbum de fotos esperando ver la primera foto donde salíamos Edward y yo sonrientes, pero igual estaba vacío, era como si no hubiera evidencia de su existencia.

Era como si él nunca hubiera existido.

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