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Del otro lado de la ciudad Milena se prepara para su gran regreso

Es bastante temprano, apenas las primeras horas de la mañana se encuentran siendo marcadas en el reloj mientras que las agujas indican con fervor que son las seis y veinte minutos.

Antes de que el bullicio de la ciudad se haga escuchar sin tregua alguna disfrutando meramente de la suave brisa de la mañana se encuentra Milena en plena actividad matutina, mientras resuenan en sus sentidos a través de los audífonos un repertorio musical bastante variado y sobre todo enérgico donde el rap, el hip hop y la música electrónica relucen con toda vibra.

Como es de costumbre ella ya se encuentra despierta corriendo alrededor del parque Ángeles, una zona recreativa localizada en pleno centro de los apartamentos que conforman el residencial Larus quien se encuentra localizado casi a la salida de la ciudad de Orlando.

Tal sitio se mantiene la mayor parte del tiempo abierto a todo público por lo que por lo general se encuentra abarrotado de personas que al igual que ella dan inició a su día realizando diferentes actividades.

Milena hoy ha madrugado pues sabe que pasarán algunos días antes de que vuelva una vez más a entrenar como es de costumbre para ella, pues en pocas horas tomara un vuelo hasta República Dominicana su amada tierra para pasar algunos días con sus amados abuelos Carlos y Jocelyn, aunque existe un interés oculto de por medio.

Correr es para ella la mejor forma para liberar estrés por lo que disfruta con toda emoción cada vez que puede llevarlo a cabo, ella se mantiene muy enfocada luchando con toda valentía para no dejarse vencer ante el cansancio hasta que Emely su amiga aparece.

Milena Vargas y Emely Gonzales han sido amigas desde hace ya algunos años una vez que esta llego a vivir a Nueva Jersy junto a sus padres.

Ambas chicas coincidieron no solo en la escuela, sino que también en la zona residencial en la que vivían en aquel entonces pues resultaron ser incluso vecinas y con el pasar de los años se hicieron sumamente inseparables.

Recientemente Milena y Emely tras terminar sus estudios técnicos la primera como Gerente Comercial y la segunda como Maketer decidieron mudarse a la ciudad de Orlando donde actualmente ellas residen.

— Sabía que te encontraría por estos lados — exclamo Emely tras acercarse sigilosamente por el costado derecho trotando, pretendiendo imitar mis movimientos.

— ¿Qué carajos haces aquí tan temprano? — sorprendida tras verle comente girando mi cabeza en dirección a aquella.

— No es evidente, eh venido a acompañarte.

— Seamos más serias Emely, tu corriendo conmigo y a esta hora, valla que sorpresa, he de decir que esto es un verdadero milagro, así que de nuevo pregunto ¿Qué sucede?

— Realmente lo es deberías de sentirte orgullosa de tal logro, pero tú y yo sabemos que tengo la misma resistencia que un oso perezoso, por lo que me eh detener ¡justooooo! Ahora.

Como si nada sus pies dejaron de moverse y tomando una postura encorvada como si hubiera corrido un gran maratón Emely coloco sus manos a nivel de sus rodillas mientras fingía tener una respiración agitada, pero por acción innata mis pies siguieron andando mientras permanecía observándola antes de finalmente interrumpir mi marcha, sin quererlo me había alejado uno metros de ella y desde donde me encontraba no tarde en exclamar.

— ¿Qué haces? Vamos puedes andar un poco más no seas holgazana.

— ¡Holgazana Yo!

— Sí, usted misma señorita y no me vallas a decir que no, pues ambas perfectamente sabemos cuál es la realidad.

— ¡Ok, ok! ... para que eh decir que no, si a ti no es mucho lo que te puedo mentir.

Yo no pude evitar reír tras ver las expresiones que se habían formado en el rostro de está al dar aquella respuesta y acercándome a ella al tiempo que lleve mi mano derecha hasta su espalda le indique tras ver una banqueta no muy lejana de nuestra posición el dirigir nuestros pasos con rumbo hasta aquella — vamos sentémonos un momento.

Sin mediar palabra alguna ambas nos acercamos y dejamos caer nuestro cuerpo sobre aquel asiento, tenía sumamente curiosidad por lo que en su cabeza pudiera estar rondando así que no muy bien nos habíamos acomodado replique — y bien Emely ¿Qué sucede? — volví a cuestionar por segunda vez.

— ¿Porque piensas que ocurre algo?

— Te conozco perfectamente no estarías aquí tan temprano si no sucediera algo, tus horas de descanso son demasiado importantes como para hacerlas aún lado solo para venir supuestamente a ejercitarte.

— Soy tan obvia.

— Demasiado diría yo, así que deja de andar con rodeos y dime que ocurre.

— ¿Qué has sabido de tu abuelo? te ha confirmado si aquel chico realmente irá.

— La verdad aun nada, la última vez que hablamos dijo que debía mantenerme al pendiente de todo y que si en dado caso se confirmar su estadía antes de mi salida del país me lo informaría pero como van las cosas siento que es lo que menos ocurrirá; mi vuelo sale en pocas horas y no eh recibido repuesta algunas de su parte, quizás tal vez simplemente aquel no irá o meramente retrasara su viaje todo es cuestión de suerte, pero el abuelo Carlos se encargó antes que nada de hacerme entender que debía de estar preparada para lo peor.

— ¡Lo peor Milena!

Agaché la cabeza y me encogí de hombros así que con un pesar notable aquellas palabras se escaparon de mis labios.

— Pues que probablemente no nos recuerde, apenas éramos unos niños cuando estuvo viviendo con nosotros en la isla por lo que debo de ser consciente de que durante todos estos años temo que nos allá olvidado.

Dije aquello queriendo recapitular y proseguí no muy bien eleve la cabeza — además de que ahora ya somos adultos y probablemente nuestros rasgos hayan cambiado tanto por lo que sea casi imposible el reconocernos, o simplemente el sufrir de la vida lo haya cambiado para mal hasta el punto tal que la altanería sería uno de los principales males que le dominen, claro es lo que puedo notar en cada una de las conversaciones que ha tenido con el abuelo por lo que puedo decir que son muchas opciones pero hasta que no lo vea no sabré cual sería la cierta.

— Tu abuelo es un hombre sabio, eres ya una adulta y sigues pensando en aquel chico como si del amor de tu vida se tratara, tú misma lo dijiste eran solo unos niños, por lo mismo es que supongo que por estar pensando en él es que has terminado resignada y sola sin haber logrado una verdadera relación estable, pero dime hay algo que no comprendo ¿Por qué lo esperas?

— La razón es difícil de explicar.

— A ver te escucho.

— Me vas a hacer decirlo.

— No confundas las cosas Milena, yo no te eh de obligar a nada, pero ya es justo que me lo digas durante años me has hablado de él, pero nunca me has sido completamente sincera respecto a tal asunto.

— De verdad es complicado de explicar — respire hondo pues no sabía por dónde iniciar y termine repitiendo aquellas palabras que siempre recalco cuando me siento nerviosa al hablar de él — sé que yo era apenas una niña cuando Alexander se marchó...

— Pero lo extrañas demasiado, bla... bla... bla... ya esa parte la conozco.

Observe a Emely tras hacer aquello quien no me deja terminar aquellas líneas tras dejar en claro su impaciencia cosa que detesto de ella pero que no puedo cambiar.

— Me dejas terminar ¡Em!

Las mejillas de aquella chica se tiñeron de un color rosa, reflejo evidente de la vergüenza que experimentaba en ese momento quien tras dibujar una sonrisa nerviosa en su rostro recalco — lo siento, no lo puede evitar — y continúe diciendo...

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