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III)

La sensación que recorría mi cuerpo al momento de ducharme mientras me iluminaba una pequeña vela, era de temor e incertidumbre. Mi padre era el antiguo sostén de la familia en muchos sentidos. Mi tío Sergio podía ser mayor, pero no era alguien responsable ni tampoco muy diestro para ciertas tareas. ¿Qué debía hacer? La respuesta más obvia llegó hasta mí, pero no me agradaba del todo. Yo era alguien que disfrutaba de jugar videojuegos y pasar mi tiempo libre en alguna salida o libro nuevo. ¿Debía tomar las riendas?

Raspé mi cuerpo con sal y un poco de jabón marrón líquido para eliminar la radiación que pudiera adherirse a mi cuerpo. No tenía miedo, me hallaba consciente que el tiempo de exposición no fue mucho y la mayor parte del tiempo dentro de la casa, sin embargo debía eliminar casi todas las posibilidades.

Debía arreglar el sistema de aire, verificar el agua, planificar y racionar la comida, mantener a todos sanos, reponer la electricidad y averiguar sobre el estado del exterior, todo ello evitando que nos mataramos dentro del refugio. En especial con mi querida hermana Nicole, que podía ser una planta llena de discordia.

Salí de la ducha envuelto con una toalla, la razón es que no teníamos mucha ropa abajo en el refugio, solo toallas y sábanas. Nadie pensó que todo estallaría de forma abrupta y quedariamos abajo, sin ropa. Guindé mi par de prendas al igual que el resto, tomé mi vela para guiarme por el camino y desocupé el baño.

Lo primero que observé al salir y hallarme contra la cocina, fue el trasero empinado de mi tía Mónica. Mi tía al igual que mi madre tenían traseros enormes, con curvas muy pronunciadas y senos de igual proporción.

Tragué saliva y sentí como toda la sangre fluyó directo a mi miembro que de inmediato se irguió. Mi tía se hallaba con el trasero levantado, con apenas una pequeña ropa interior mientras que el paño se levantaba y cubría hasta su espalda. Una delgada tela cubría su abultada zona íntima, sólo la escasa luz de la vela le ocultaba un poco. Se hallaba limpiando la repisa de la cocina con un trapo mientras movía el trasero de un lado a otro. Mi vista se iba con el movimiento de sus caderas. Mi madre por otra parte se hallaba del otro lado de la repisa limpiando los gabinetes y algunos alimentos.

Afortunadamente mi tío Sergio se hallaba en el mueble tomando una cerveza mientras mi prima colocaba una película en una laptop.

Mi tía levantó el rostro y me observó mirando fijamente su trasero casi al descubierto. Abrió los ojos, sonrió. Me impactó que no dijese nada al respecto, mi madre estaba allí, muy cerca, con un par de palabras me habría destruido. Se levantó de su lugar dejándome saber que me había descubierto. No me molestó en lo absoluto, había gozado de la vista tanto como pude, y mi miembro ahora me exigía algo de relajación. Quizás debía entrar de nuevo al baño, pero sería demasiado obvio, me retiré con una leve sonrisa al notar que ella también se percató de mi erección.

Me retiré hasta la habitación pensando en el hecho de no conocer ese lado pícaro y seductor de mi tía, pero era interesante. Fantasearía luego con aquello, estaba seguro.

A mitad de camino, mientras me movía por la sala donde Carol transmitía una película de superhéroes en la laptop escuché la conversación entre mi vecina Jessica, madre de Marta y Daniel, y mi tío Sergio.

—Debemos abrir la otra escotilla, y ver que sucedió. Además de enterrar a Miguel y Centeno, sus cuerpos deben estar allí afuera. Sería horrible si dejamos que los niños salgan y lo vean.

—Si, bueno, no me parece una mala idea. Además necesitamos buscar más comida y veré cómo conectamos la electricidad y el internet— Contestó mi tío. Yo arrugué el entrecejo casi de inmediato ¿qué pensaba esta gente? ¿siquiera estaban pensando?

Ciertamente existía una segunda salida. El refugio fue diseñado con dos entradas, la principal era grande y se hallaba desde la habitación principal. Allí la entrada era amplia y descendía en forma de trampilla inclinada. La segunda entrada se hallaba por el pequeño y angosto pasillo que salía desde la pequeña cocina, el pasillo se extendía varios metros al fondo y al final había unas escalera metálica para subir a la superficie y abrir una especie de escotilla, mientras que a la izquierda había un pequeño pasaje para dirigirse al tanque de agua subterraneo.

—¿Están locos?— pregunté en voz alta mirando a mi tío y a la señora Jessica— ¡Nadie va a salir de aquí, nadie va a abrir la escotilla!

—¡Serás insolente muchacho! ¡Allí afuera están los cuerpos de mi esposo y mi hermano!— Se levantó la mujer del mueble. Noté además que mi madre se detuvo de realizar las tareas y observaba muy atenta desde la cocina.

—¡Estás en nuestro refugio, la única insolente eres tú!— Contesté sintiendo que la sangre empezaba a hervir en mis venas.

—¿Y este niño que se cree Sergio?— Preguntó la mujer. Mi tío por otra parte botó un poco de cerveza en su regazo mientras nos observaba a Jessica y a mí sin comprender muy bien como los ánimos se encendieron tan rápido.

—Pues este niño te está diciendo que no se abrirá la escotilla. No me importa los cuerpos de quienes estén allí afuera, si abres esa entrada la radiación va a entrar, y no solo tu esposo y tu hermano estarán muertos, Marta y Daniel también— Sentencié señalando al par de niños— Moriremos todos los que estamos aquí adentro en un lapso de veinticuatro a doscientas dieciséis horas. Tú dime, si aún quieres salir, con gusto te acompaño, abro la escotilla, sales junto a tus hijos y cierro la entrada justo detrás de tí. Ahorrame el trabajo Jessica.

—¿Es eso cierto Sergio?— Volteó a preguntar la mujer— ¿Hay tanta radiación en el aire allí afuera?— Mi tío por su parte balbuceó lo que supuse fue alguna clase de respuesta.

—No sabemos cuánta radiación hay, pero es casi seguro de que exista en el aire— Mi madre se acercó desde la cocina. su tono era suave, intentaba calmar la situación.

—¿Y se puede saber cuánto tiempo vamos a estar encerrados aquí en esta situación?

Diablos, Jessica podía ser una mujer muy linda, con senos bien formados y cadera de gimnasio, pero en ese instante tenía ganas de lanzarla fuera del lugar y dejarla morir, o hacer experimentos con ella, a ver si la situación era tan grave como yo sospechaba.

Intenté sonreír lo más calmado posible, el resultado fue un rostro bastante altanero— No lo sé, como dije, la puerta no se abre, a menos que desees irte.

—¿Qué se cree este niño? ¿crees que puedes hablarme asì y me voy a quedar de brazos cruzados?— Se acercó en lo que era evidentemente un intento de darme una bofetada. Yo tenía experiencia con alguien aún más arisca y difícil de llevar que Jessica, mi hermana Nicole.

—¡Tócame! y te aseguro que además de romperte la cara a golpes, te quedarás fuera del refugio.

—¿Golpearias a una mujer?— Levantó una ceja y alzó la voz en casi una risa, pero detuvo su andar hacia mi. Mi madre tenía los ojos muy abiertos y parecía que me iba a detener en cualquier instante, pero también se hallaba consciente que era Jessica quién estaba abusando.

—¿Quieres probar suerte? ¿crees que mi tío se va a meter a detenerme?— Miré a mi tío, este no opinaba, parecía haberse molestado por mi mención y querer levantarse del sillón. Mi mirada fue firme. Yo había peleado contra varios bullies y mayores antes en la secundaria. No era el mejor peleando, pero definitivamente sabía muy bien como golpear o derribar a alguien mayor— No sé qué trato tengas con mi tío o qué favores te deba este, no me interesa. El día que me levantes la mano a mi, hasta ese día tienes dientes en tu rostro, tenlo por seguro— Me moví por la sala retirándome, sorprendido de no haber llegado a una situación violenta— No hagan ninguna estupidez.

Entré a mi habitación casi temblando, Samantha me recibió colocando su mano sobre mi hombro— Mi hermano se convirtió en hombre entonces. Te salieron bolas y la dejaste en su lugar— Mi hermana salió sonriendo de la habitación, yo no dije nada, me hallaba aún nervioso.

En la habitación también se hallaba Gina y Nicole, esta última tenía en el celular una serie. Nicole alzó la vista ante mi presencia— No esperes que yo te felicite por crecer.

—No me jodas Nicole ¿Has logrado conectarte a internet? ¿saber algo?

—Nada, y envié mensajes a casi todos los que conozco, nadie contesta nada. ¿Crees que se deba a la profundidad a la que estamos bajo tierra idiota?

—Podría ser, pero he llegado a estar aquí abajo antes con el celular y lograba tener recepción— recordaba que años atrás mientras limpiaba abajo el refugio por orden de mi padre jugueteaba con mensajes y fotos atrevidas con Hilary, una chica de la secundaria— Supongo que algo sucede allí arriba.

—No tengo noticias de mis amigas, ni de Richard.

—¿Novio?— pregunté.

—Casi, pero como dije, no hay nadie que se comunique— Hubo un silencio solo cortado por la serie que veía mi hermana Gina desde el celular. La ausencia de comunicaciones significaba, o que no había internet, ni señal telefónica en el exterior, o que todos estaban muertos. Cualquiera de las dos era algo de temer.

Esa noche dormí muy poco. Las camas de las cuatro habitaciones terminaron siendo compartidas.. Jessica y sus dos hijos dormían en la primera habitación, mi tía, tío y Carol en la segunda, la tercera se hallaba con Gina y Nicole, mientras que en la última dormíamos mi madre Natalie, Samantha y yo.

La principal razón para dormir tan poco es que mi mente divagaba entre mis responsabilidades y los deseos más bajos de la carne.

Me hallaba consciente de estar entre mi madre y mi hermana, lo cual mantenía a raya mis tonterías. Pero durante las sesiones de duchas, las ropas debieron ser lavadas, razón por la cual ambas estaban apenas en ropa interior. Sin contar que la cama no era tan grande para que todos estuviésemos separados. Samantha se hallaba tan cerca que si yo volteaba un poco nuestras narices se rozarían. Sus senos enormes y esponjosos se hallaban contra mi brazo derecho, mientras el enorme y redondo trasero de mi madre se pegaba contra el muslo de mi pierna. Para mayor desastre mi mente solo podía pensar en el trasero de mi tía Monica horas antes, y mi miembro no se había relajado en ningún instante por la falta de privacidad en aquel refugio.

El poco sueño que pude concretar aquella noche, existió cuando mis fuerzas se agotaron y sucumbí ante el agotamiento del día.

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