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¡Me iré de aquí!

De vuelta en el palacio del faraón Ramsés II, Merenptah de dirigía directamente al trono del faraón con rabia e incertidumbre sobre lo que le podía decir el faraón, de camino se encontró con su madre, quien le pregunta que hacia donde se dirigía, con voz seria y sarcástica le dice _voy hacia donde está mi queridísimo abuelo_ Meritamón suena una leve risa y le contesta _ y ¿esa casualidad? Tú a donde tu abuelo_ _Necesito saber unas cuantas cosas nada más, así que quítate de mi camino por favor_ Meritamón le responde enojada _ si es sobre tu padre ya te dije lo que necesitabas saber_ a lo que Merenptah ignoró el comentario.

Ya en el lugar donde yacía el trono del faraón y este sentado con su esposa Nefertari, con una reverencia, Merenptah saluda a los reyes y el primero en hablar es Ramsés _Que temprano te levantas para ser un día de descanso_ _no, esto no es de mis costumbres, sin embargo, quería llegar temprano ante usted, para decirle unas cosas_ Nefertari le responde _vaya, miren quien se dignó a dirigirnos la palabra, después de que casi se ahorca el mismo_ soltando una carcajada sarcástica, Ramsés serio le responde _ya sé lo que me quieres decir o preguntar, porque sé que esta reunión no para decirme como gobernar_ Merenptah nervioso le responde _no su majes…_ Ramsés lo interrumpe y se pone de pie _ya sé lo que me quieres preguntar _caminando de lado a lado _y mira te voy a decir algo, piensas que es algo que necesitas encontrar o sientes que debes saber, pero que harás si te llegara a decir, te apuesto mil monedas de oro que te sentirás igual, tal vez un poco triste pero ya. La vida no se trata de buscar solo una cosa que tal vez sea insignificante para nosotros pero le damos tanta importancia que nos consume y pensamos que lo necesitamos, cuando perfectamente podemos vivir sin eso_ Nefertari con cara de asombro le dice _cuanta razón esposo mío…_ Merenptah ya enfadado le dice _ ¡tú qué sabes! solo porque conociste a tu padre y te enseñó todo lo que sabes, lo dices y créeme que no será así, es mi padre, por lo dioses Ramsés ayúdame_ Ramsés harto le responde _mira yo no sé que es lo que hice con tu padre. Se lo encomendé a un guardia que ahora está muerto, por lo tanto nunca lo sabrás nieto mío_ Merenptah enfadado se marcha y se va a buscar a su madre, quien la encuentra en el patio del palacio y le dice sollozando _madre perdón por tratarse así, no lo tuve que hacer y tuve que hacerte caso simplemente_ volteándolo a ver _ves Merenptah, por no hacerme caso estás como estás, sabes cómo es Ramsés y te pones en eso, vete a llorar a otra parte, aquí estoy relajada observando el río Nilo y me obstruyes la vista y la calma_ Merenptah se dirigió a sus aposentos, ya en ese lugar, se acostó y se quedó dormido, en la noche se despertó y se dijo así mismo _ya estoy muy grande, ya puedo vivir solo_ dicho esto, Merenptah agarró sus cosas, sus joyas, vestimenta y una daga que su madre le había dado como regalo de cumpleaños, diciéndole que esto era de su padre.

Una vez fuera del palacio, no paró de caminar nervioso y atento entre las casas de los nobles con una antorcha y sus cosas y cada vez que pasaba por una de las casas se asustaba más y sentía la presencia de alguien, como si le fuesen a robar, caminando entre vagabundos y esclavos, por fin llegó al desierto en medio de la nada y se instaló ahí por esa noche, sin absolutamente nada de comida ni agua, solo aferrado a su daga y a sus cosas, se acostó en la cálida arena del desierto, mirando a lo lejos el palacio y el Bajo Egipto.

No podía conciliar el sueño, por el aullido de miles de animales a la vez, que cada vez sonaban más fuerte, hasta que, en el amanecer, logró conciliar el sueño y bajo aquel abrazador sol de la media mañana, unos ladrones que se hacían llamar mercaderes lo encontraron y lo trataron de despertar.

Merenptah cuando abrió los ojos, vio el aspecto de esos hombres y exclamó ¡papá!, algo confundidos, uno de los 2 ladrones le dijeron _ ¿papá? No sabía que tenía un hijo, creo que estás equivocado y será mejor que te cubras porque Ra, nuestro dios del sol, está furioso y hace mucho calor.

Desorientado Merenptah se levanta y les pregunta _ ¿a dónde estoy? _ un ladrón le responde _niño parece que eres egipcio y estás a las afueras del imperio Hitita, si quieres nos acompañas, nos dirigimos hacia Egipto_ confundido Merenptah se pregunta a sí mismo si lo que vio en la noche en verdad era Egipto o estaba viendo al pueblo enemigo de su Egipto, luego Merenptah algo nervioso les responde a los ladrones _ ¿les queda espacio para uno más? Soy hijo de la princesa Meritamón y necesito llegar al palacio o por lo menos como son mercaderes, llévenme al mercado de joyas por favor_ los ladrones asombrados e imaginándose todo el oro que se ganarían secuestrando al hijo de una princesa no lo pensaron 2 veces y dijeron que sí.

De camino le ofrecieron subirse al burro que llevaba las mercancías robadas y le ofrecieron agua a Merenptah y el muy sediento y cansado les aceptó las dos propuestas.

Casi todo el viaje fue muy callado, hasta uno de los ladrones no se aguantó más y le preguntó que hacía ahí tirado si era de la realeza a lo que Merenptah les responde _es una larga historia que ahorita no quiero recordar ahorita, solo caminé y caminé desde el palacio y no me di cuenta que estaba casi donde los Hititas_ _hombre de pocas palabras, tal vez te emociones a lo que realmente nos dedicamos, veo que traes una preciosa daga hecha de oro con lapislázuli y unas joyas que no se conseguirían más que en la realeza_ preocupado Merenptah les pregunta que si son ladrones y abraza a todas sus cosas y el otro ladrón le responde _no solo somos ladrones, somos piratas del río Nilo y estás a punto de ser nuestra víctima_ Merenptah ya preocupado y muy asustado le responde _si quieres puedes dejarme aquí y ustedes sigan con su camino, allá hay otro mercader con más oro, por las bolsas que trae_ los dos ladrones vuelven a ver a donde les señaló Merenptah y lo botaron del burro y se fueron detrás de aquel mercader, Merenptah buscó el río Nilo para beber agua pero su deshidratación pudo más que el y se desmayó, hasta que en la noche se vuelve a despertar, todo quemado del abrazador sol y a como pudo siguió caminando por la calidez y soledad de la noche, su única compañera era la luna, hasta que vio unas antorchas prendidas y se dirigió hacia ellas…

Mientras tanto en el palacio egipcio, casi nadie notaba la ausencia de Merenptah, solo su madre que suplicaba a Ramsés, enviar unos soldados para buscarlo pero Ramsés se negaba y le decía _seguro ya se fue a buscar a tu amante, con quien rompiste las reglas egipcias, además ya es muy grande y puede cuidare solo…

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