Lunes.
Día 21.
Cuando el auto se estacionó frente a la casa de David, este ya no quiso bajarse después de observar la culpabilidad en los ojos de Levi. A pesar de que se habían besado varias veces en lugares que, para ellos, eran seguros siempre consiguieron ser vistos.
—Supongo que tu mamá tendrá otro motivo más para odiarme —murmuró suspirante, antes de apagar el motor—. Lo siento... Me dijiste que no lo hiciera en público y me confié demasiado.
—No, está bien —aseguró con un tono bajo, después de fijar su mirada en él—. Estoy harto de fingir que no me gustaron todos esos besos, solo porque unas señoras nos vieron. —Ambos esbozaron una pequeña sonrisa—. Tal vez no te odia, porque nunca pudimos hablar después de que mi papá llegara; pero... intentaré hablar con ellos hoy.
—Llámame, por cualquier cosa —pidió un poco titubeante, enfatizando en su voz la preocupación de la situación—. Vendré de inmediato.
—Algo me dice que no me lastimarían físicamente —exclamó suavemente, esperando que eso pudiese calmarlo—. Levi...
David se sentía atraído al deseo de poder besarlo como una despedida por el día de hoy. Los escalofríos escalaban por su espalda, convirtiéndose en un cosquilleo incómodo por el torso; como si sus padres estuviesen presente reprimiendo que se inclinase para conseguir un sencillo beso.
Aquella sensación era increíblemente familiar, la misma que sentía cada vez que se imaginaba dándoles la noticia de que era homosexual. En el auto, no existía nada más que un genuino miedo de morir a manos de las únicas personas que no se lo esperaría.
—Te veo mañana.
Levi permaneció en silencio al verlo bajarse, era imposible ignorar el que David estuviese asustado y no lo culpaba por estarlo, ya que él mismo tuvo suerte en que sus padres no reaccionaran violentamente, todo gracias a que su abuela estaba de su lado.
David contaba con Lucas, en esos momentos, prácticamente, significaba que estaba solo sin ninguna compañía que pudiese velar por su bienestar. Tanto Esther como Benjamín, resultaban personas bastante tranquilas y pacificas; pero eso era porque siempre los observó en situaciones calmadas.
David se giró, una última vez para observar a Levi y buscar en él la calma que necesitaba para no imaginar terribles escenarios; este levantó la mano sacudiéndola un poco antes de encender el motor del auto. David inhaló profundamente, soltando el aire con un gran suspiro después de abrir la puerta.
—¡David, si eres tú, ven a la sala, por favor! —Benjamín exclamó en voz alta desde la cocina con un tono, particularmente, feliz.
La tensión en sus hombros se disipó en ese momento. Muy pocas veces en su vida lo había escuchado tan alegre, incluso eran contadas las sonrisas de su padre y al pensar en las pocas que reconocía, temió por un instante.
En la sala de estar se encontraban los dos oficiales con todas las pruebas sobre el suelo, arriba de una sabana blanca, analizándolas con cuidado hasta que fijaron su mirada en David. Por un momento, creyó que Lucas estaba en casa.
Benjamín regresó con dos tazas de café, intercambiando unas cuantas palabras con los oficiales en inglés, antes de tomar asiento en el sofá y continuar con la conversación que tenían antes de que David entrase.
—¿Se llevarán a Lucas hoy? —Interrogó calmado, esperando controlar la emoción de saber que la situación mejoraría, solo se limitó a sonreír—. ¿No necesitarán que recuerde algo?
El norteamericano frunció el ceño al escuchar las preguntas, aunque él no estaba totalmente seguro de si había interpretado mal. Simplemente, esperó que Benjamín respondiese o le explicase mejor la situación.
—David, tengo que contarte algo muy importante y es crucial que mantengas esta información bajo secreto; al menos, hasta que el caso termine.
—Ah... Entiendo —balbuceó con el repentino cambio en su voz, tan grave y seria—. Dime, ¿de qué se trata?
—Aylen, sigue con vida —reveló calmando su expresión facial después de suspirar—. Me estaban contando los oficiales que, después de todos estos años, él está con vida en Rusia.
—¡Esas son excelentes noticias! —Gritó con una genuina emoción, la que nadie más compartía—. Significa que no tengo que recordar nada porque él podrá decirles todo lo que ocurrió; pero... No entiendo, papá, si mi tío está con vida, ¿por qué no volvió? —Tomó el asiento cercano al sofá de Benjamín—. ¿Está todo bien? ¿Fue amenazado?
—Es algo que ellos deberán preguntarle cuando hagan contacto con Aylen; lo único que saben ahora es que está con vida en una granja y muy pronto sabremos qué ocurrió durante estos últimos años con él.
—Es un alivio de que esté bien —exclamó anonadado, imaginándose una vida dentro de una granja—. ¿Cómo llegó hasta Rusia? —La impresión cambió casi de inmediato a una curiosidad dudosa.
—Bueno... Te contaré todo lo que hablamos más tarde, ¿sí? —Con un simple gesto, como torcer una pequeña sonrisa, consiguió que David se calmase—. Lo más importante ahora es que se llevarán toda la evidencia y estaré un poco ausente estos días...
—¿De nuevo? —Interrumpió con un descenso de ánimo—. ¿Te mantendrán seguro de él?
—Voy a estar bien protegido —aseguró una vez más con un tono alegre—. Quiero que sepas que todo está bien ahora, David... Sé que, de todos, fuiste el más afectado desde que eras un niño; pero tengo el honor de ser quien te diga que, eventualmente, notarás cómo las cosas mejorarán para todos y...
Por un momento, Benjamín desvió la mirada, rascándose un poco cerca de la nariz antes de volver la mirada en su hijo. David parecía estar más tranquilo con saber que su vida volvería a ser la misma de siempre; lo mejor, para él, era saber que Lucas no podría dañar a su familia una vez que los oficiales lo arrestasen.
—Es difícil contener tantos sentimientos —suspiró entre risas, buscando la forma de concentrarse en el presente—. Ah... ¡Conocerás a un nuevo integrante de la familia! Aylen... Aylen es bastante complicado, pero creo que se llevarán muy bien una vez que se conozcan. —Al bajar la mirada hacia sus manos, moderó su tono de voz—. Sí, sí, tal vez, Aylen te agrade...
Los oficiales volvieron a hablarle llamando toda su atención en lo poco que estaban entendiendo de la conversación; por supuesto, David se encontraba sorprendido con la fluidez de su padre en hablar un idioma que no era necesario en el país; sin embargo, estaba aún más impresionado de reconocer que en poco tiempo habría un nuevo familiar del que no conocía nada.
Al ver las fotografías, reconociendo que Aylen se parecía bastante a su tía Margaret, le dio una idea de cómo podría ser su personalidad. Benjamín no podía estar tan lejos de la verdad, David ya sentía que podría conectar con su nuevo tío más rápido de lo que pudo, alguna vez, estarlo con Lucas.
[. . .]
Esther estaba terminando con su trabajo cuando Lucas llegó, dándole unos pequeños roces con los dedos en su hombro. Una vez que hicieron contacto visual ella se sorprendió al verlo tan sonriente, como si estuviese ansioso porque pasasen la tarde juntos en familia.
Lucas estaba cargando consigo un maletín, este a simple vista se veía pesado y de los bolsos visibles resaltaban un par de hojas. Por mucho que Esther desease apresurar el paso por las escaleras, esto resultó un acto en vano por el resto de empleados, quienes se acercaban hacia Lucas para discutir uno que otro detalle de sus respectivas áreas.
—¡Qué linda tarde! —Gritó con fuerza, una vez que estaban saliendo del edificio—. Vamos, Esther, estírate conmigo y respira este exquisito aire... ¡Huele a carne!
—Lucas, ¿estás siendo sarcástico o algo parecido? —Interrogó confundida ante su buen ánimo con ella—. ¿De verdad te parece un buen día con este sol?
—Dije que era una buena tarde y sí, sí me parece cálido, aunque no lo suficiente para ablandarme el corazón y dejarles el día libre a todos. —Lucas comenzó a caminar a grandes zancadas por el pavimento, después de sonreír ampliamente hacia Esther—. ¡Ese olor a carne me está matando! ¡Vamos a comer!
A pesar de que Lucas era el dueño de la empresa de moda más reconocida del país y el mercado europeo, Esther solo podía ver a su hermano mayor y no a un exitoso jefe; en mayor parte, se debía a que él estaba siendo tan natural en ese momento.
Las personas que transitaban, independientemente, de su género, nacionalidad o sexualidad parecían siempre quedar encantados con Lucas por esa seguridad al caminar, su buen gusto en vestir y, lo que Esther había presenciado hace unos minutos atrás, la personalidad que se cargaba su hermano.
Para él, era tan fácil hacer una nueva amistad con un completo desconocido; aunque, en el trayecto hasta el local que lo traía hambriento, estaba utilizando su muy buena imagen para publicitar el nuevo traje que estaría a la venta en las tiendas de L'amore para el verano.
Sin duda alguna, muchos varones se detuvieron un momento a observarlo disimuladamente, con tal de saber en dónde podrían conseguir un traje tan elegante, igual al de Lucas. Al llegar a un pequeño espacio al aire libre, con el penetrante olor de la carne asándose, Esther sintió que ese atuendo no duraría mucho tiempo limpio.
—Entonces, hermanita bella, ¿cuáles son tus problemas y qué puedo hacer para ayudarte?
—Antes que nada, ¿es seguro que estemos comiendo aquí? —Interrogó demasiado insegura de la higiene que pudiese tener el local—. Dudo que sea una buena idea que comas carne cuando estás vistiendo un prototipo.
—Ay, descuida, aguafiestas, este lo hicieron especial para mí y el verdadero ya está aprobado para llenar el mercado surcoreano este verano —respondió tranquilo, tomando su lata de cerveza para pasarle la servilleta por la orilla—. ¡Comida es comida, Esther! No debería estar comiendo carne, pero se me antojó cuando se me vino el aroma.
—¿Estás bajo dieta?
—No... —Fue la primera vez que desvió la atención para beber de su cerveza. Esther permaneció en silencio, con una expresión de duda por el tono de su voz—. Mejor hablemos de tus problemas, no de mí y mis hábitos alimenticios.
—¿Estás saliendo con alguien, Lucas? —Justo cuando llegó la orden se cruzó de brazos, manteniendo la mirada centrada en su hermano—. Gracias, muy amable —se dirigió por un momento al mesero, antes de que se marchara—. ¿Al menos, lo conozco?
—Tal vez —murmuró, bajando la mirada hacia la comida—. Que te gusta estar metiéndote en mi vida sexual —exclamó más alto y con malicia, esbozando una pequeña sonrisa al verla romper la conexión visual—. Si quiero comer frutas hasta que el semen me salga como miel de abeja, pues es mi problema, Esther; pero ya deja de verme con esos ojitos de:
«¿Otro hombre, Lucas? ¿Para cuándo una mujer?».
—Que uno debe aprender a comer de todo y en medidas balanceadas, y justo ahora, se me antoja tirarme a tu vecino —expresó retándola a continuar molesta.
—Ah, Lucas... —La revelación solo consiguió que su mirada se ampliase.
—Sí, lo que escuchaste, Esther, a tu vecino —refunfuñó después de acomodarse en su asiento—. No me arrepiento de nada, estaba buenísimo... aunque no duró tanto cómo pensé —murmuró para el final, torciendo una mueca al sentirse un poco desilusionado—. Honestamente, fue un poco decepcionante, pero tiene potencial.
—Me cuesta creer que mi vecino te dejara entrar a su casa —admitió procurando no gritar por las emociones que la invadían. Esther se cubrió los ojos, apoyando los codos sobre la mesa—. Ese pobre hombre...
—Ahora soy el malo —expresó indignado, cruzándose de brazos con cierta molestia—. Él me coqueteó, para tu información; también me invitó a cenar y fue quien me buscó, después de que solo le pidiera el favor de hacerle un masaje a David.
—Lucas, por Dios, con esa cara que siempre cargas, ¿cómo esperas que los hombres se controlen?
—¡Pero si son ellos los que me buscan a mí!
—También tienes que poner límites o terminarás consiguiendo estar en la casa de cada varón homosexual de Daruema... —Esther soltó un largo bufido al volver la mirada en su hermano—. Sé que eres bien juguetón, pero tampoco tienes que exagerar y jugar con todos los que te coquetean.
—Al fin, ¿hablaremos de lo que venimos a hablar o seguirás quejándote de que aún "casado" tenga más pretendientes que tú?
—A Aylen le daría un infarto si te viese así.
—Querida, no soy la maldita perra de Aylen y él no tiene control de mi vida; así que, mejor búscate una mejor excusa que esa.
—Siento que estoy hablando con el tú de veinte años —susurró, luego de pasarse las manos por las mejillas—. Bien, intentaré no girar más en el asunto de que estás saliendo con mi vecino o la posibilidad de que el pobre hombre se muera a tu cuidado...
—Casi se ahoga, por no decirme que parara —admitió risueño, recordando lo que había ocurrido en su cada esa noche—. Bueno, pero sigue vivo, es lo importante, ¿no?
—Me compadezco del pobre —expresó con una fría seriedad, antes de suspirar—. Lucas, ayer estuve pensando en todo y... ¿David, es homosexual? ¿Dónde estaba yo, que me perdí su exploración? ¿Qué tanto me ha estado mintiendo Benjamín? ¿Por qué no me dijo que Aylen era su hermanastro? ¿Cuál es el misterio de todo lo que está pasando ahora?
—Bueno... esas fueron muchas preguntas en menos de diez segundos, Esther —exclamó con inocencia, aparentando haber entendido todo—. No me meto con David, porque es su problema hablar contigo o no; igual que a ti tampoco te incumbe lo que él sea o no.
—Pero yo...
—Seas su familia o no, eso no va a definir el futuro de David o qué persona será cuando crezca, o si te seguirá queriendo para no abandonarte en un asilo; solo sirve para que él construya una pequeñísima parte de su identidad. —Terminó encogiéndose de hombros.
—Cuando me dijiste que salias con un varón, no dudaste tanto, ni desconfiaste en mí.
—En primer lugar, solo te quería presumir a mi chuchurrumín; segundo, ustedes consintieron demasiado a David y de la peor forma, porque no le enseñaste a hablarte con la confianza que le estás exigiendo ahora; por último... —Para Lucas, fue inevitable no sentirse ofendido por las palabras de su hermana—. me estás comparando a mí con un puberto que ni sabía, Esther, David no estaba enterado de que se le paraba el pene cada mañana.
—Esa charla no me correspondía a mí —protestó en defensa.
—¡Pues hiciste mal en dejarla a cargo de Benjamín!
—La curiosidad debió haberse encargado de eso también —murmuró dudosa—. Debió, ¿no?
—Esther, estoy seguro que todos esos campamentos, retiros y "charlas" en la iglesia debieron haberlo asustado de intentar explorar su propio cuerpo, y no dudo de que esa sea la razón por la que se desmayó cuando le dije que tenía una erección.
—¡¿Se desmayó?!
—¡Vomitó, Esther!
—Lucas...
—Hicieron un muy mal trabajo en ese aspecto —canturreó con evidente incomodidad—. No pensaba decirlo, pero de verdad que se jodieron en la vida sexual de David. ¡De él, sí me compadezco!
—Intentaré hablarle hoy —expresó con una voz más suave, aunque estresada—. Espero que solo sea eso...
—Yo que tú, me prepararía mentalmente por si se desmaya cuando digas los genitales por sus nombres —sugirió, llevándose el primer bocado de carne a la boca—. Pero bueno, ¿quién soy yo para juzgar el trabajo de padres que hicieron con él? Supongo que es más fácil lidiar con Benjamín, que con David y su temor a la excitación.
—¿Qué sabes acerca de Benjamín? —Interrogó calmada, aunque por dentro sintiese un peculiar temor a lo que podría decir su hermano—. Jamás me había sentido tan insegura a su lado, hasta que comencé a descubrir las mentiras.
—Ah... ¿Por dónde empiezo? —Suspiró con pesadez.
—Con Aylen, sería un buen inicio para saber por qué no me diría que era su hermanastro.
—Antes que nada, traje esto para ti. —Aquellas hojas que Esther notó sobresaliendo fueron las que Lucas le entregó—. Sabes que, por política de privacidad, no puedes ver su expediente aunque sea tu esposo; por eso fui con su madre para que me diese alguna prueba de lo que ya sabía.
—¿Con su madre? —La duda que surgió desapareció casi de inmediato al recordar la razón por la que se encontraba ahí—. Él me dijo que había fallecido.
—Tal vez la biológica; pero tampoco me sorprendería si te ocultó toda su familia adoptiva.
—Esquizofrenia... —Musitó al leer los resultados del examen que tenía en sus manos—. Él...
—Ahora que sabes este pequeño secreto, comenzaré por Aylen —interrumpió con un tono grave—. La verdad, entre más lo pienso no me sorprende nada, ni siquiera me enoja.
—¿Me explicarías mejor la situación?
—Verás, ya conocía a Benjamín, solo que fue con otro nombre y porque Aylen lo trajo conmigo para conocerme; por supuesto, sabes que si conecto rápido con alguien se vuelve bastante unido a mí y es otra amistad más, solamente.
—Por favor, dime que lo conociste en un lugar apropiado.
—Uh... ¿Quieres que te cuente o que te mienta, Esther?
—¡¿Lo conociste en ese bar de mala muerte?!
—No... Sí bebimos algunos tragos, pero eso fue después, mucho después de conocernos; en realidad, Aylen llegó con él como un buen amigo de su familia y hablamos muy pocas veces.
—¿Y Benjamín no te mencionó nada?
—No suelo profundizar más en ese aspecto de la vida —expresó culpable, por no haberlo hecho en aquel entonces—. Si me dices que son amigos, ni siquiera me importa; solo cambio el tema a algo mucho más interesante y si me quieren contar anécdotas entre ustedes, solo escucho y ya.
—Entiendo por qué no te preocupaste en preguntar más, pero ¿cuál fue la razón para que te presentaran a Benjamín y mantenerlo como un amigo?
—Me gusta creer que esto se debió a Aylen, pero como solo es una suposición, te diré el porqué lo ocultaron de mí. —Para Lucas, era divertido imaginar ese escenario, lo que se reflejó en su gran sonrisa llena de burla—. Sabes lo prejuiciosas que son las personas y Aylen, ese muchacho, no tiene una sola pizca de santidad en el cuerpo —comentó entre risas, antes de largar un gran suspiro de decepción—. Sí, es mi esposo, pero es un verdadero hipócrita y siempre fue de:
«Lucas, deberías de dejar esa vida ahora que estamos casados».
—Y muy bien te dije que no soy perra de nadie, ni de él, para hacerle caso acerca de lo que es mi vida; claramente, no tenerme así de obediente lo llevó a tener miedo de que fuese capaz de corromper a Benjamín y de destrozarlo mentalmente.
—¿Quién te dijo eso?
—¡Su madre y Margaret, por supuesto! Las dos me dijeron que Aylen temía porque le hiciera daño a Benjamín; esto porque un porcentaje de pacientes esquizofrénicos tienen dificultades teniendo relaciones íntimas sanas y ¿qué peor peligro en su vida, según Aylen, que un episodio? —Llevándose las manos contra el pecho, se encogió de hombros—. Me tiene como el diablo, capaz de llevar a Benjamín al borde de la destrucción mediante el sexo.
—¿Aylen? —Expresó desconfiada—. Lo siento por dudar, pero es difícil imaginar que tu esposo fuese así cuando hablábamos bastante en su tiempo y me pareció un buen chico.
—No sabes nada de él —aseguró risueño, después de beber un par de tragos—. Al son de hoy, me sigo enterando de muchas otras cosas más de Aylen y si no fuese porque está muerto, desaparecido o qué sé yo, ya lo habría dejado sin nalgas por los buenos fajazos que le hubiese dado.
—Estás mintiendo —murmuró con un tono suave, observándolo directamente para añadir—, no eres así con las personas, ni siquiera si te hacen enojar llegas a levantar una faja.
—En mi imaginación, así sería y lo gozaría como no te lo puedes imaginar.
—Al final, si todo se llena con secretos y más secretos familiares, ¿qué está sucediendo ahora?
—Que toda la verdad de los últimos años se está revelando, Esther, eso es lo que pasa. —Lucas tomó una pausa, bajando la mirada a la carne que estaba picando con el cuchillo—. Los oficiales del caso de Aylen vendrán por mí en su momento, Benjamín también estará ahí y todo saldrá a la luz.
—¿Encontraron a Aylen?
—Muerto, desaparecido en pedazos o qué sé yo —volvió a repetir alzando las cejas—. Está en Rusia, es todo lo que sé por ahora.
—¿En Rusia? —Repitió impresionada—. ¡¿Cómo llegó hasta allá?!
—Como sabrás, a la mayoría de los rusos les encanta venir de vacaciones al norte y sabes que algunos son muy racistas, por lo que ser tratados como huéspedes por gente negra es como si tuviesen esclavos y un agradable momento en un circo —explicó con cierta incomodidad al recordar las anécdotas de Fabricio—. Así fue como Aylen llegó a Rusia, por medio del crucero que llega en esta época del año.
—¿Estás... Estás diciéndome que lo tiraron dentro del crucero?
—Eso dicen los oficiales —respondió sin mucha importancia, encogiéndose de hombros antes de tomar un bocado de carne—. Si está vivo, explicará qué rayos le pasó; si no, pues David tendrá que ir a terapia hasta conseguir ser el testigo visual que todos esperan.
—¿Por qué no hiciste nada para ayudar a Benjamín?
—Le entregué la futura, o no, arma homicida —respondió ofendido, a pesar de que se calmó para lo siguiente—. Sí fue sencillo encontrarla con un detector de metales; pero imagina si me hubiese encontrado con un tigre, también tuve mis riesgos.
—No te ves nada contento de que Aylen regrese.
—Porque no me gusta ser falso, hipócrita, ni fingir que tengo el matrimonio de ensueños y tendré que volver a eso si regresa, y también es probable que se moleste si se entera que salí con su archinémesis.
—Podrías...
—Ya he pensando en divorciarme, pero tampoco soy tan estúpido para dejar que gane.
—Si estuviese en tu lugar, no me importaría tener que ceder el dinero que recolectamos en matrimonio o las propiedades, con tal de ser libre y no volverlo a ver en mi vida.
—No conoces a Aylen —exclamó con un descenso de voz—. Si pudiese contarte de todo lo que me enteré, un divorcio sencillo no sería nada comparado a lo que tengo en mente para él. —Lucas esbozó una pequeña sonrisa, aunque su ánimo no fuese el mejor en ese momento—. Lo peor de todo es que Aylen es el verdadero monstruo en esta historia y yo, ya parezco ser la única salvación para un final feliz.
—¿Piensas... quitarme a David?
Esta pregunta fue difícil para Lucas, como primer motivo escuchar las depresivas emociones en la voz de su hermana y sentir un gran orgullo porque ella ya pudiese manejar mejor el expresarlas; del otro lado, estaba la respuesta que tenía para darle y él sabía que no le gustaría escucharla.
—David, no es ningún objeto; pero si así fuese, él es mío por donde quieras verle.
—Siento una corazonada acerca de esto y no me hace nada bien.
—Si las cosas fallan, me iré a España.
—¿Y de funcionar?
—Estaría en España.
—¿Por qué no puedes, solo dejar las cosas así como están y...?
Lucas y Esther:
—¿Sabes? Desde que naciste prometí ser el mejor hermano del mundo y quiero creer que lo estoy haciendo bien, aun ahora.
Lucas ya no parecía estar animado como al comienzo, incluso parecía haber perdido el voraz apetito que lo atrajo hacia ese local. Lo menos que pudo hacer para disimular su disgusto ante la pregunta que interrumpió, fue entrelazar sus dedos y observar como sus pulgares rozaban entre ellos.
—Jamás esperé que pudieses comprender cómo me siento o me sentía en aquel entonces, porque toda tu vida solo me encargué en ayudarte con tu Asperger y esperar a que crecieras independiente, recuperada, feliz, segura de ti misma e incluso, diciéndome:
«Nunca te pedí que lo hicieras».
—Si te pidiese compresión y amabilidad, al recordarte todos los sacrificios que hice por ti; pero la verdad es que jamás me pediste ayuda en algo y todo lo hice de forma voluntaria porque siempre confié en tu potencial.
—Pero te decepcioné ese día en el tribunal, cuando se levantó la orden de restricción en tu contra —añadió en voz baja.
—Me hirió, lo admito, pero fue más doloroso ver que tus decisiones no habían sido voluntarias, sino porque Benjamín te pidió decir todo lo malo que habías visto en mí. —Al levantar la mirada hacia ella, encontró que estaba sorprendida—. Me decepcionó ver que todos esos años esperando que fueses independientes y ayudándote a encontrarte a ti misma se fueran al caño por un par de ojos coquetos.
—Estaba confiando en Benjamín...
—¿Confíaste en ti? —Volvió a interrumpir levantando la voz—. Te convertiste en aquello que me jurabas destruir, porque no querías ser pisoteada por ningún hombre y solo conseguiste que él tomase todas las decisiones, diciéndote qué decir, cómo reaccionar, lo que harías y sin esperar tu respuesta.
—¿Acaso no hubieses hecho lo mismo por amor?
—¡Eso no es amor, Esther! —Sus hombros se relajaron al verla asustarse con el grito—. Trabajan juntos, hablan juntos, discuten y resuelven el problema juntos... No es amor si él toma todo ese peso para crear una completa farsa en la que no te deja opinar, ni reaccionar tan siquiera.
—Antes de que digas cualquier otra cosa... Benjamín no es un mal hombre.
—Lo sé, pero aprendió demasiado de Aylen para manipularte a su antojo y lo peor es que pude verlo, sin poder hacer algo para detener esa locura.
—Significa que todas esas mentiras, todo lo que ocultó... No lo sé, ¿para qué podría hacer eso?
—Para tener una familia perfecta, perfectamente, manipulada a su conveniencia.
En ese instante, al menos, para Esther, toda la información comenzó a cobrar sentido con esas últimas palabras. Un gran dolor se alojó en su pecho al unir cada parte de la historia, desde el momento en que Benjamín levantó la orden de restricción.
A pesar de que ella no sabía lo que un paciente esquizofrénico pudiese experimentar, ella podía entender, por experiencia propia, que algunos sonidos fuerte desembocaban un ataque cuando era más joven y con ello tuvo una idea de que Benjamín podría estar constantemente luchando contra múltiples y desconocidas situaciones.
Si Lucas estuviese en lo cierto, vivir con Aylen, siendo ocultado y no tratado como parte de la familia, pudo haber causado el mismo nocivo efecto de un episodio durante años en Benjamín y cualquier mala experiencia, podría haberlo convertido en el culpable de la tragedia.
—¿Benjamín... fue quién asesinó a Aylen?
—Sí.
Sin embargo, ambos se estaban culpando con evidencias bastante sólidas, pero solo uno de los dos estaba en lo cierto acerca del accidente.
[. . .]
El resto de la tarde David fue obligado a limpiar su habitación, esto después de ser sermoneado por su padre con un par de regaños de por medio. Con honestidad, su cuarto sí ocupaba una profunda limpieza, lo que impresionó bastante a David por la basura acumulada en zonas bastante invisibles para él.
Se llevó la mano contra la espalda mientras bajaba con la bolsa repleta hasta su punto máximo; ese día pasaría el camión de aseo por la noche y Benjamín ya se había encargado de ayudar con su parte.
David no pudo evitar quejarse del dolor, sin poder reprimir el hecho de recordar a su vecino y todos esos masajes que le ofrecía a lo largo de los años. Jamás pensó que se arrepentiría de no haber aceptado los amables gestos de aquel hombre.
Sin embargo, esa tarde al dejar la bolsa cerca de las otras, David vio a su primer fantasma y se horrorizó en reconocer que tenía la apariencia solida de su vecino; incluso el estilo tan apretado en vestir, causándole escalofríos por toda la espalda en cuanto lo vio sonreír.
—¡Pero si usted estaba muerto! —Gritó espantado.
—Destrozado y humillado por tu tío, pero jamás derrotado, mi cielo.
—¡Ah, no puedo creerlo! —David se encogió un poco más de lo normal al verlo acercarse—. ¡De verdad sigue con vida!
—¿Y quién me mató? —Cuestionó indignado—. Soy bien querido y hasta amado por muchos, como para que me vengan con eso.
—Es que... Solo supe que... Lucas...
—Ay, no, David, no, no —repitió bastante, empezando a preocuparse hasta llegar a morderse con suavidad la punta del pulgar—. Sé honesto... ¿Qué fue lo que viste o qué sabes que hice con tu tío?
—Nada —titubeó nervioso—. Gracias a Dios, sigo conservando un poco de pureza, la única que no ha sido capaz de arrebatarme al hablar acerca de Lucas.
—Entonces, ¿por qué dices que Lucas me mató?
—Pues... —Se tomó un momento para observar devuelta a su casa y asegurar de que su padre no estuviese viendo—. Mi papá me dijo que vio a Lucas cargando su cuerpo, hasta aseguró que estaba respirando bastante mal y después dejó de moverse... Eso fue lo que escuché.
—¡Ah, no! —Chilló avergonzado, llevándose la mano contra el pecho—. Que tú me veas, solo me costaba cogerme a tu tío; pero que tu papá me viese desnudo, eso sí que no, no puedo con tanta humillación. —David se deslizó un poco al verlo acercarse hasta invadir su espacio personal, solo para susurrar—. Sigo muerto, ¿bien? Es mejor que así lo parezca para él, en vez de que se enteré de lo que pasó.
—¿Y qué fue lo que pasó? —Interrogó balbuceante.
—Que me dejé morder y nunca pensé que Lucas me haría un collar —reveló con cierta picardía, aunque una notable pena lo invadía—. Te cuento que me gustó, pero estoy súper avergonzado de no haber durado nada con tu tío por un...
—¡No quiero esos detalles!
—Cielo, te cuento que no hubo nada de nada... ¡¿Entiendes por qué me siento tan mal?!
—¿Es en serio?
—No es nada nuevo, ni es secreto que ya me he cogido un par de hombres a lo largo de estos años.
—¡Un par no cuenta todo lo que he tenido que sufrir por no poner cortinas!
—Al menos me voy a ahorrar esa parte, solo para decirte que no hubo nada de eso con tu tío y aún así me dejó sin aire. —En confianza decidió bajar un poco el cuello de tortuga para mostrarle las marcas de los dientes de Lucas, coloreando de un tono morado su piel—. Ya quiero saber cómo es cuando está ebrio, David, no te imaginas las ansías que me invaden pensar en eso.
—¡¿Acaso eres masoquista?!
—Uy, no sabría decirte ahora, pero si llego a sobrevivir al día en que decida meterme con tu tío, ahí te cuento en resumen lo que sucedió —respondió con picardía, guiñando un ojo.
—No puedo creer lo que estoy escuchando —murmuró.
—Ay, David, ya vas para arriba en la vida y tienes que aprender a soltarte un poco más; sino Levi jamás se sentirá satisfecho con un hombre con inocencia de niño.
—No tiene el derecho de hablar así de Levi —protestó molesto, apartándose de su lado para darle la espalda—. Él no es lujurioso a diferencia suya, que solo en eso piensa.
—No me hagas reír, si él me ayudó a tener una noche con Lucas mientras te llevaba lejos de casa.
—¿Qué? —Con lentitud, volvió a girarse en su dirección.
—Levi es pansexual, David, ya dice suficiente para que entiendas que también, como yo, querrá sexo algún día y con esa forma tan cerrada que tienes, solo conseguirás que se fruste de forma sexual o que busque a alguien que sí pueda complacerlo.
—¡Pero él no es así!
—Solo te digo que le pedí ayudarme porque a tu tío no le gustaba la idea de que pudieses vernos, fue por eso que le dije a Levi:
«Hoy por mí, mañana por ti».
—Y le hice ver que, en una situación similar a la mía, donde él tuviese la mínima oportunidad de acostarse contigo, él pediría mi ayuda; así como yo se la pedí y mira que sí me funcionó, casi casi, mi plan.
—Y... lo ayudarías a tener lo mismo conmigo...
—Si llega el día, tal vez, le eche una ayudita a Levi contigo, si es que alguna vez te abres a la posibilidad de tener sexo.
El resto de la noche, escuchando pasar al camión de aseo a lo lejos de la cuadras, David había decidido visitar el tejado de su casa al que no había conseguido subir desde la última vez.
Pudo cruzar miradas con su vecino una vez que este cerró la ventana y solo con ver esa sonrisa llena de malicia, regresó la mirada hacia el cielo nocturno, pensando en cuántos años más tendría que enfermar para conseguir la respuesta de una nueva pregunta.
«¿Levi me ama?».
Lo único que David sabía era que Levi admitió que le gustaba; pero una palabra tan pequeña, aunque cuidadosa como amar era un caso completamente distinto.