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Deidad 2.318

Viggo viajaba en su montura rúnica por el desierto después de completar su tarea en la ciudad subterránea y asegurar a Diarmuid, hijo de Odiseo. Como consecuencia de eso, Sakura y Ana iban en una carreta tirada por los caballos rúnicos. Al mismo tiempo, Sara y Diarmuid iban en la parte trasera, bajo un toldo de tela que los protegía del desierto.

Viggo iba cubierto con la capucha negra igual que Sakura y Ana. El caballo de Viggo y la carreta avanzaban a la misma velocidad. Bastante rápido para un viaje por el desierto, pero considerando que los caballos rúnicos eran una entidad sin vida, se podía considerar lógico. Un caballo normal hubiera muerto hace días con esta carga de trabajo.

Por delante solo había un desierto extenso con olas de calor que formaban espejismos distorsionando la distancia. El sol inclemente en el cielo y con nada más que arena a la vista.

De repente, en la distancia, Viggo vio una enorme criatura emerger del desierto. Era un gusano de roca que se elevó y zambullo de nuevo en la arena.

—¡Alto!— grito Viggo mientras su caballo disminuía la velocidad.

Al mismo tiempo, Sakura jalo de las riendas y los caballos se detuvieron poco a poco hasta frenar.

Viggo miró a Sakura y Ana y les dijo —espérenme aquí, si pasa algo, se los encargo—

Sakura y Ana asintieron, lo único que se veía era su rostro bajo la capucha oscura.

Viggo avanzó con su montura rúnica a todo galope y vio como el desierto se deformaba como si fueran olas del mar. Había visto algo parecido cuando una ballena o un tiburón se acercaban a la superficie.

La arena del desierto se deformó con el avance de la criatura y saltaba la arena para todos lados hasta que volvió a emerger.

El gusano con una cubierta rocosa emergió de la arena elevándose diez metros de altura. Tomo la postura de una serpiente amenazante y abrió su boca en cuatro pétalos con dientes filosos. Soltó un rugido y quedó observando a Viggo como si tuviera ojos, pero toda la superficie exterior estaba cubierta por escamas que parecían de piedra.

Viggo saltó de la montura rúnica y desvaneció al caballo para solo quedar la medalla que voló a su mano. Viggo tomo la medalla y la guardo en su anillo. Después hizo emerger desde su alma el hacha Leviatán. Sostuvo el arma con las dos manos y se preparó para el inminente ataque.

El gusano de roca se lanzó contra Viggo abriendo su enorme boca cubierta de dientes como si lo quisiera tragar de un bocado. Sin embargo, Viggo saltó hacia un lado, tomo el hacha con ambas manos y lanzó un corte ascendente. El gran filo congelado del hacha Leviatán junto a la fuerza de Viggo dejaron un corte de dos metros de largo por todo el cuerpo del gusano de roca. Sin embargo, estaba lejos de ser suficiente para poder matar a la criatura.

El gusano de roca desapareció bajo la arena mientras Viggo vigilaba los alrededores. A simple vista parecía que se había ido, pero los temblores en la arena persistían. Viggo guardo el hacha Leviatán dentro de su alma y extrajo las espadas del caos. Esta vez inyecto las armas con su fuerza del alma y las hojas dentadas se encendieron en un fuego aterrador.

Viggo vigilo los alrededores, miró bajo sus pies, después los alrededores y utilizo su instinto para guiarse. Entonces él miró bajo sus pies y se preparó para el inminente ataque. El temblor se hizo cada vez más sonoro y fuerte bajo sus pies. Viggo espero hasta el último segundo, saltó hacia un lado y cuando el enorme cuerpo del gusano de roca emergió, Viggo soltó un grito de guerra y lanzó las espadas hacia los lados, sujeto las cadenas y realizo un corte cruzado ascendente y descendente lo más rápido que pudo como si dibujara un 8.

Las espadas con el calor del caos primordial dejaron una profunda herida en el gusano de roca. Se cayó una parte de sus pies dejando una enorme mancha de sangre negra en la arena. La criatura soltó un rugido de agonía, se levantó como si fuera una serpiente amenazante y abrió su enorme boca cubierta de dientes filosos.

Viggo se mantuvo en calma y comenzó a rodear a la criatura como si la estuviera evaluando. Frunció el ceño al ver la sangre. Estaba casi seguro de que esta criatura también tenía un núcleo obsidiana en su corazón y por eso había crecido hasta este tamaño. Viggo desvaneció las espadas del caos y llamo a Calibur, la espada de luz solar. Esta vez canalizo energía divina y la hoja se rodeó de rayos de luz solar. La criatura se lanzó una vez más contra Viggo como si lo quisiera comer de un bocado.

Viggo dio un breve saltó hacia un lado y con ambas manos realizo un corte perfecto sobre la cabeza de la criatura. El gusano de roca ni siquiera fue capaz de sumergirse en la arena. Perdió la punta de su cuerpo, se movió como si estuviera teniendo espasmos y cayó de lado sobre la arena manchándola de su sangre negra.

Viggo no guardo la Calibur, sino que camino al cuerpo del gusano de roca. Imbuyo en más luz solar la hoja y abrió el cuerpo de la criatura de principio a fin. Todos los órganos internos se desparramaron en la arena dejando ver un intestino alargado y un enorme saco de bilis verde del tamaño de un ser humano. Dentro del intestino se podían ver algunos esqueletos a medio descomponer. Posibles víctimas del gusano de roca.

Viggo fue al corazón, una bolsa de líquido negro como la noche. Abrió la bolsa de un tajo y el líquido oscuro cayó manchando la arena. Viggo sacó de su alma los guanteletes de su armadura color turquesa. No se atrevió a tocar nada de esto con las manos desnudas. La última vez la pequeña piedra obsidiana lo trato de consumir.

Una vez que Viggo se colocó los guanteletes, se acercó al corazón mientras pisaba las entrañas y la sangre del gusano de roca. Tomo el corazón y lo abrió. En efecto, ahí estaba, la piedra obsidiana en el centro del corazón como si fuera un núcleo con varias membranas clavadas en las paredes del corazón. La piedra era del tamaño del puño de una persona normal, demasiado grande en comparación con la que sacó de los bokoblins.

Cuando Viggo tomo la piedra obsidiana con la mano derecha, la piedra obsidiana reacciono y las membranas clavadas en las paredes del corazón se soltaron e intentaron aferrarse a la mano de Viggo. Sin embargo, como la mano estaba recubierta por el guantelete, la piedra desistió en su agarre y replegó sus membranas hasta volverse un solo cuerpo brillante y oscuro.

Viggo frunció la nariz, paso la piedra obsidiana de su mano derecha a la izquierda y sacó de su anillo un contenedor metálico como una caja. Coloco el contenedor en el suelo, sobre las entrañas del gusano de roca y la abrió. Entonces coloco en su interior la piedra obsidiana y espero a ver la reacción de la piedra, pero esta vez la piedra no trato de extender sus membranas o escapar. Así que cerró el contenedor y lo guardó dentro de su anillo.

Viggo se apartó del cuerpo del gusano de roca y camino de regreso a donde estaba la carreta con Sakura y Ana en la parte frontal.

—¿Cómo está todo?— preguntó Viggo

—Diarmuid se asustó, pero eso es todo— respondió Sakura desde el asiento del conductor. A su lado estaba Ana, ambas vestidas con capuchas negras para protegerse del fuerte sol del desierto.

—Viggo, lávate, quedaste sucio con esa sangre negra— dijo Ana con voz suave y seductora.

Viggo asintió, se acercó a la carreta y miró al interior, bajo el toldo de tela. Vio a Sara abrazando a su hijo mientras el pequeño miraba hacia Viggo con esos ojos negros como dos aceitunas. Viggo sonrió y dijo —tranquilo, amigo, todo está bien—

El pequeño Diarmuid desde los brazos de su madre lo quedó mirando y absorto en el vibrante cabello rojo. Solo se quedó mirando a Viggo y este último soltó una risita y se apartó de la carreta.

Una vez que Viggo se lavó y cambio de ropa, convoco su montura rúnica, se subió y continuaron con su viaje.

—Sara— dijo Viggo a gran voz

—Sí— respondió Sara desde el interior de la carreta, bajo la cubierta de tela.

—Esas criaturas, los gusanos de roca ¿Solo pertenecen al desierto de Kaios?—

—Que yo sepa, sí— respondió Sara con voz potente —cuando fui aventurera converse con mucha gente y nunca me hablaron sobre otros gusanos de roca como los que hay en el desierto de Kaios. Sin embargo, tampoco es que un aventurero de bajo nivel vaya a los lugares donde viven estas cosas. Solo somos nosotros por culpa del imprudente rey de los dioses que viajamos directamente por el territorio de esas cosas—

—No paso nada, ya te dije, no tienes nada que temer conmigo. Esa cosa, el gusano de roca, es fuerte, pero te aseguro que incluso Sakura y Ana también lo podrían vencer—

—Sí, claro— respondió Sara con un tono de burla –"solo son dos aventureros de nivel cinco"—

Sakura y Ana soltaron una risita. La escala de poder de Viggo estaba muy por encima de la gente normal y para el dos aventureros de nivel cinco no eran diferente de dos aventureros de nivel dos.

Sin embargo, Viggo entendió esto como un llamado de atención y le hizo entender que se había vuelto insensible al peligro. Él había enfrentado a su padre y maestro, dos monstruos que podrían haber vencido al gusano de roca con las manos desnudas. Así que el gusano de roca no era nada para él, pero para la gente del desierto debía ser un monstruo terrible, al nivel de un terremoto o peor. Si iba a ser el rey de los dioses, tenía que entender a la gente, desde los más débiles hasta los más fuertes.

Viggo avanzaba en su montura rúnica mientras pensaba en estas cosas. Rey de los dioses, pensó. Parecía algo tan lejano hace un año, pero ahora solo faltaban un par de días. Solo estaba a un disparo de luz solar para hacer florecer su divinidad. Entonces, sería el primer mortal en alcanzar la divinidad. Después de eso, venía la gran tarea.

Viggo miraba el desierto por delante, con sus olas de calor distorsionando la distancia. Sin embargo, en su mente él enumeraba los pasos que tenía que seguir y como organizar el continente. Entonces declarar la creación del imperio, matar a los dioses que se le opongan y utilizar su divinidad para fortalecer a la humanidad. Ellos, aquellos dioses como Ares se lo debían a la humanidad por detener su avance. En lugar de fortalecer la humanidad, tornaron el mundo en su patio de juegos y convirtieron a los humanos en sus sirvientes. Ahora, Viggo, tenía que recorrer un camino de más de treinta años para unificar y fortalecer a la humanidad.

Por la tarde, Viggo pudo ver la enorme ciudad amurallada de Shalzard, país de los Oasis. Tenía enormes murallas de más de veinte metros de alto con guardias apostados en la parte superior. Del lado derecho había un camino que llegaba hasta el país de Zolingham, la ciudad herrera. Del lado izquierdo había un camino que llevaba a la ciudad de Lioad, ciudad portuaria, en el país de Israfan.

La ciudad amurallada de Shalzard estaba construida en torno a cuatro oasis que eran controlados por el rey de Shalzard. Lugar turístico del desierto, donde los nobles y comerciantes venían a disfrutar de la vida cuando no se podían permitir un viaje más al sur, al País de Opera Meilstora.

Aquí se encontraba la otra persona que buscaba Viggo, pero diferente de Sara, ella era alguien importante que había sido enviada fuera de Opera Meilstora por haber escapado de su compromiso con el dios Poseidón cuando era joven.

—Jason— dijo Viggo con una sonrisa en los labios —incluso muerto sigues dando problemas—

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