Viggo se paseó en el león rúnico junto a Sakura y Ana, donde el mayor disturbio se produjo en cuando llegaron al distrito herrero. Los aventureros que cotizaban nuevas armas, armaduras o reparaciones, quedaron sin aliento al ver al enorme león rúnico. Viggo llamaba bastante la atención por su enorme construcción y su aspecto agradable a la vista. Ahora con la bestia rúnica, era imposible que la gente lo olvidara.
Sin embargo, Viggo no se detuvo y solo avanzó junto a Sakura y Ana por la calle hasta que llego frente al taller de Tsubaki. Viggo se bajó primero, después tomo a Sakura por la cintura y la bajo. Por último, tomo a Ana por la cintura y la bajo.
Sakura y Ana quedaron mirando a Viggo para ver lo que hacía, pero este último solo tuvo que poner su mano en la frente y la energía de la que estaba compuesta la montura rúnica se desvaneció. Viggo sostuvo algo en su mano, giro su palma mostrando la medalla e hizo un gesto con su muñeca como si fuera un mago. La medalla desapareció en el interior del anillo que tenía Viggo en su dedo índice de la mano derecha y le dio la impresión a la mayoría que había hecho magia.
Viggo miró a Ana y Sakura, sonrió con astucia y camino hacia el portón del taller. Sacó una llave de su anillo y al detenerse frente al portón metálico con tablones en vertical, introdujo la llave y la giro. Sonó un ligero clic y empujo el portón. Entonces Viggo se hizo a un lado y tendió su mano, dejando que Sakura y Ana entraran primero.
Sakura y Ana asintieron, avanzaron primero y después entro Viggo. Este último tomo el portón metálico y miró hacia el exterior. Todos los transeúntes del distrito herrero estaban reunidos fuera del taller de Tsuabaki. Ellos miraban como si alguien les hubiera robado el alma y no pudieran creer lo que habían visto.
Viggo cerró el portón y se dio la vuelta. Entonces vio a Sakura y Ana, ambas hermosas y curvilíneas. Hijas de Esparta vestidas con una armadura purpura por encima y por debajo ropa negra. Sakura llevaba el cabello purpura hasta los hombros y Ana lo llevaba largo hasta los tobillos.
Viggo camino por delante y ellas lo siguieron al taller de herrería. Sin embargo, solo al entrar se llevaron una sorpresa. Kenshin, el bebé de un poco más de un año dormía en su cuna en una esquina del taller. Por otro lado, lo más sorprendente era que Tsubaki y sus tres discípulos estaban templando un enorme espadón.
Un muchacho rubio tomaba unas largas pinzas y sujetaba el metal al rojo vivo. Tenía manchas de grasa y sudor corriendo por su rostro mientras hacía fuerza para que el metal no se le escapara. Al mismo tiempo, una muchacha rubia y un muchacho de cabello oscuro ocupaban enormes martillos. El muchacho y la muchacha se coordinaban. Mientras uno levantaba el martillo el otro golpeaba el metal al rojo vivo y así sucesivamente se iban turnando.
Al mismo tiempo, Tsubaki estaba al lado de ellos guiándolos y corrigiendo como golpeaban el metal. Cada cierto tiempo miraba al muchacho que sostenía el metal con las pinzas y le hacia el gesto con el dedo índice para que fuera dando vuelta el metal. Entonces comenzaba de nuevo el mismo proceso de templado.
Viggo se quedó mirando un minuto, pero después se despertó Kenshin en su cuna. El bebé tenía el cabello rojo como Viggo, pero sus ojos eran rasgados como los de su madre. De aspecto regordete y mejillas sonrosadas. Tenía un año de vida y como pequeño semidios, no le costó ponerse de pie y apoyarse en la baranda de la cuna.
—Papá— grito el bebé
Por supuesto, Viggo no podía escuchar su voz. El tañido de metales era fuerte, pero estaba al pendiente. Así que antes de que Kenshin se subiera a la baranda para bajarse de la cuna, Viggo ya estaba ahí para tomarlo en brazos.
Últimamente Uriel y Kenshin se habían vuelto temerarios y en varias ocasiones los encontraron al borde de caer de sus cunas.
Viggo sostuvo a Kenshin contra su pecho y miró ese tierno rostro con mejillas regordetas y el cabello rojo. Era pequeño, pero se veía robusto y enérgico. Viggo se preguntó si él también era así cuando era bebé.
Al mismo tiempo, Sakura y Ana se acercaron a los lados de Viggo y le dieron muchos besos a Kenshin en sus regordetas mejillas. Al mismo tiempo, notaron que el tañido de los metales se detuvo. Viggo levantó su rostro y miró hacia el yunque donde trabaja Tsubaki y sus aprendices. Entre el muchacho y la muchacha rubia llevaron el metal a la fragua para dejarlo en el horno mientras el muchacho de cabello oscuro recogía las herramientas, las ordenaba y limpiaba el espacio de trabajo.
Por otro lado, Tsubaki camino hasta Viggo. Ella llevaba puesto encima un delantal de cuero lleno de manchas de grasa y hollín.
Tsubaki llegó delante de Viggo mientras Sakura y Ana se apartaban. Tsubaki se acercó a Kenshin y lo besó en la mejilla, pero evitó tocarlo porque tenía las manos sucias. Después Tsubaki miró a Viggo, una cabeza más alto que ella y Viggo se agacho para darle un beso en los labios.
Tsubaki apartó su rostro con una gran sonrisa en los labios y preguntó —¿Cómo estás, danna-sama?—
—Aquí, vine a buscarte, pero de paso probamos las monturas rúnicas— dijo Viggo
—Eso— dijo Tsubaki con una sonrisa seria —¿Te acordaste de Ken-chan?—
—Por supuesto, él es el último en recibir su invocación rúnica—
Sakura y Ana se miraron con curiosidad y después miraron a Viggo. Él les había dicho que la otra criatura rúnica necesitaba mucho mana ¿Cómo le iba a regalar uno a sus hijos?
Viggo sacó una medalla de su anillo en la mano derecha mientras sostenía a Kenshin con la mano izquierda. Miró a Tsubaki y le tendió la medalla. Después sacó una aguja de su anillo y también se la tendió a Tsubaki.
—¿Qué hago con esto?— preguntó Tsubaki con una mirada confundida
—Sencillo, cada medalla con invocación rúnica tiene un maleficio de protección. Solo el invocador vinculado a la medalla puede invocar a la bestia—
—¿Eso quiere decir?—
—Que tienes que pinchar el dedo de Ken-chan y manchar la medalla con una gota de su sangre—
Tsubaki miró la medalla en su mano izquierda y la aguja en la derecha. Después miró a su bebé de cabello rojo. Entonces frunció el ceño y miró a Viggo como si fuera su enemigo.
—Oye, no me mires así— dijo Viggo —no es como si le hicieras un gran daño, aunque puede que llore un poco. Sin embargo, cuando Ken-chan vea su invocación rúnica ni siquiera se acordará—
Tsubaki frunció el ceño hasta marcar una línea entre sus cejas, pero después soltó un suspiro y miró a Sakura —ayúdame, por favor— dijo
—Claro, déjamelo a mi— dijo Sakura y se acercó
—No— dijo Tsubaki —solo necesito que sostengas la medalla, yo me ocupo de lo otro—
Sakura sonrió y tendió su mano derecha. Tsubaki dejo la medalla en la mano de Sakura y volvió a mirar a su bebé. Trago saliva de solo pensar en pincharle sus pequeños dedos, pero de todos modos le tomo la mano derecha, giro la mano y sin pensarlo dos veces, le pincho el dedo índice.
Como un efecto reflejo el bebé comenzó a llorar y quiso abrazar a Viggo, pero Tsubaki le sostuvo la mano y vio enormes lágrimas cayendo por sus mejillas. Tsubaki miró a Sakura y vio la medalla en la palma de la mano. Tsubaki tomo la medalla, la acercó al dedo y cuando se formó una pequeña gota de sangre, acercó el dedo a la medalla.
—Listo— dijo Viggo
Tsubaki le entregó la medalla a Sakura y después le quito su bebé a Viggo. Ella lo abrazó sin importarle lo sucio que estaba y miró a Viggo con el ceño fruncido.
Viggo hizo una sonrisa incomoda, después miró a Sakura, tomo la medalla y canalizo mana para que el maleficio tomara la sangre de Kenshin y sellara el pacto de uso único. La medalla emitió un brillo azulado y el vínculo quedó hecho. Viggo miró a Tsubaki y ella lo miró de vuelta.
—Está listo— dijo Viggo
—Muéstrame— dijo Tsubaki con el ceño fruncido —más vale que haya valido la pena—
Viggo sonrió, acercó la medalla a Kenshin y el pequeño la toco con sus dedos. Entonces el vínculo entre la medalla y Kenshin se activó y una energía azulada se extendió formando una pequeña pelota de energía. Entonces se formó un cuerpo, cuatro patas, una cabeza y dos orejas largas.
Tsubaki abrió los ojos amplios al ver como la forma de un pequeño conejo se formaba con gran detalle.
Una vez que el conejo se formó en las manos de Viggo, se lo acercó a Kenshin y el niño lo quedó mirando mientras le caían las lágrimas por la mejilla. Dejo de llorar automáticamente y extendió sus pequeñas manos para tocarlo. Kenshin estaba fascinado con el conejo rúnico y lo abrazo sin pensarlo dos veces.
—¿Qué hace de especial?— preguntó Tsubaki mientras miraba a su hijo abrazar al pequeño conejo rúnico.
—Sigue la voluntad de Kenshin. Si él le dice que avance, el conejo avanzara. Si él le dice al conejo que se esconda, se esconderá. Si el conejo se pierde, Kenshin solo tiene que pensar en que el conejo debe volver y el conejo volverá—
Kenshin miró a Tsubaki e inspiro por la boca con una expresión de asombro.
—Sí, es bonito— dijo Tsubaki con una hermosa sonrisa al ver la expresión de asombro de su hijo.
Kenshin la miraba con los ojos muy abiertos y sonreía sin importarle el anterior dolor. Sin embargo, de repente el pequeño conejo saltó de los brazos de Kenshin y empezó a saltar por todo el taller mientras Kenshin lo miraba. Paso por entremedio de las herramientas, su subió a las mesas de trabajo, anduvo cerca de la fragua, pero como si entendiera que el fuego era peligroso, se alejó y continúo dando vueltas.
—Ok, esto no es bueno— dijo Tsubaki mientras su sonrisa se desvanecía
—¿Por qué?— preguntó Viggo, ladeo su rostro y entrecerró los ojos
—Seguro que aprende a causar caos muy pronto—
Sin embargo, solo falto que Tsubaki mencionara el tema y se escuchó el ruido de muchos metales cayendo al suelo. Ella y Viggo miraron y vieron al pequeño conejo rúnico salir debajo de un montón de espadas que antes estaban apoyadas en la pared.
Tsubaki miró a Viggo con mucho enfado y Viggo levantó los hombros mientras sonreía como si no fuera su culpa.
—Viggo, ni siquiera quiero imaginar el caos que deben tener los niños en la casa— dijo Tsubaki
—Bueno, digamos que es una forma de aprender los alcances de las invocaciones rúnicas—
—Viggo— dijo Sakura —dijiste que la invocación rúnica del león ocupaba mucho mana, pero el conejo rúnico puede moverse por todo el taller— de fondo se escucharon más metales cayendo al suelo —y Kenshin es un bebé—
—Oooh, eso— dijo Viggo con una enorme sonrisa —es porque el conejo rúnico es pequeño y solo puede dar saltos de aquí para allá, pero no puede hacer nada en particular. Por otro lado, si yo lanzara el león rúnico contra un aventurero de nivel cinco, el león rúnico lo despedazaría—
—Oooooh— dijo Sakura impresionada por el nivel de fuerza de la invocación rúnica. Ahora entendía porque consumía tanto mana. En pocas palabras, era una herramienta de combate. Entonces abrió los ojos amplios y entendió más a fondo la razón por la que Viggo y Rosewisse se dedicaron a crear tal cosa.
—Viggo, detén a ese animal del demonio antes de que destruya el taller— rugió Tsubaki totalmente enojada.
Kenshin dio un respingo al escuchar el fuerte grito de su madre y comenzó a llorar.