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Orario y el balance 2.298

Viggo estaba sentado sobre el trono del soberano en lo alto de la torre de Babel, un lugar que anteriormente le daba miedo, pero ahora le proporcionaba una amplia visión de la región sur de Orario. Desde esta altura todo se veía pequeño e insignificante, como una pequeña porción del mundo.

Viggo ocupaba el trono del soberano como un mero asiento mientras miraba a la distancia. Fácilmente podía diferenciar el distrito Herrero a su derecha, de donde salían una infinidad de nubes tubulares que se disipaban con las brisas.

El lado izquierdo parecía una región que se iba pudriendo a medida que se acercaban a la muralla. Mientras más opacas, descuidadas y ruinosas las calles, más indicaba que se adentraba en la región de Dedalus.

En el centro la gran avenida que viajaba desde la puerta sur de las murallas que rodeaban la ciudad hasta llegar a los pies de la torre de Babel. La guild de aventureros resaltaba a la mitad de la avenida como una enorme mansión de paredes blancas y techo verde.

En ese momento, Viggo vestía su abrigo negro con bordados blancos, chaqueta sin mangas, pantalones de tela y botas de cuero hasta las rodillas. Su largo cabello rojo caía sobre sus hombros. De repente una fuerte ráfaga de viento paso y ondeo su cabello, pero rápidamente se calmó.

Viggo miraba Orario en medio de la meditación de su mente. Todas sus preocupaciones surgían una a una, su familia, sus hijos, su propia divinidad, el tener que aprender tantas cosas, sin contar el tener que contactar a Odín y los monstruos de oscuridad en las profundidades de la torre de Babel. Más y más problemas, pero el principal era ¿Qué hacer con sus hijos? Todos ellos eran semi dioses, sus pequeñas y casi imperceptibles divinidades lo confirmaban. El abuelo Xiao y su padre Kain le habían dicho que ni de por asomo eran tan fuertes como la de él, pero igual seguían siendo divinidades. Incluso si Ottar era un semi dios con una divinidad más pequeña que la de Viggo, era más fuerte que el promedio. Además de que podía recibir falna. En ese caso ¿Cómo educas a un ejército de semi dioses para que encuentren el balance y no se vuelvan locos con su poder? Viggo soltó un suspiro pensando que su padre era más sabio que él.

—Pareces cansado— dijo una voz femenina, suave y sensual

Viggo sonrió recordando a quien pertenecía dicha voz. Siempre le traía paz al corazón y a la mente —hace medio año que no apareces en Orario— dijo —¿Ya te aburriste de mí?—

—Para nada, estuve viajando de aquí para allá, buscando cosas y pensando en ti— respondió aquella voz femenina, suave y sensual. Sus pasos resonaron sobre la superficie de roca de la cima de la torre de Babel. El viento agito su falda de monja dejando ver una larga y estilizada pierna. Ella llego del lado izquierdo del trono del soberano, Viggo la miró y quito su antebrazo para que ella se sentara. Kiara sonrió complacida y se sentó en el reposabrazos del trono del soberano. Sin embargo, después se deslizo hacia atrás, Viggo la atajo con su antebrazo derecho y la abrazó con el izquierdo. Ella lo quedó mirando con esos ojos almendrados con un iris amarillo. Su nariz era fina y sus labios gruesos mientras todo su rostro era enmarcado por el velo blanco de monja.

—Te he echado de menos— dijo Viggo con voz suave que solo ella pudo escuchar. Kiara acercó su boca y lo beso. Intercambiaron besos y caricias durante un par de minutos, pero después se calmaron y quedaron mirando hacia la ciudad de Orario que desde esta altura parecía una ciudad de juguete. Las personas se veían como puntos y los carruajes como pequeñas cajas oscuras.

—¿Qué te preocupa, Viggo?— preguntó Kiara mientras se acurrucaba contra el pecho de Viggo, la tela de la que estaban hechas las ropas de Viggo era sedosa.

—Muchas cosas, pero he pensado en algunas soluciones— respondió Viggo

—Cuéntame, puede ser que te pueda aconsejar—

—Como siempre— respondió Viggo con una sonrisa, agacho su rostro, coincidió sus labios con los de Kiara, gruesos y de un color rosa. Los besos con suavidad y después con pasión, pero cuando sintió que su cuerpo lo estaba dominando, se detuvo. Si algo había aprendido de sus largas meditaciones en los cuadros pintados, era que para todo había su momento. Y ahora era momento de conversar. Viggo levantó su rostro, miró a la distancia y dijo —estoy pensando en convocar a otra diosa, establecer una segunda familia de aventureros y distribuir a mis hijos entre las dos. De esa manera y con la debida supervisión, mis hijos no se saldrán de control como lo hice yo en mi momento. De solo pensar en alguno de mis hijos haciendo las mismas estupideces que yo me duele la cabeza. Yo era niño, pero si hubiera seguido adelante, sin que mi padre o madre me regañaran, quizá qué tipo de semidios hubiera sido—

Kiara soltó una risita, Viggo sonrió y agacho la mirada para verla reír. Kiara disfrutaba con las preocupaciones de Viggo. Era lo que se llamaba el karma, ya que él se preocupaba de que sus hijos fueran como él.

—Bueno, Uriel podría querer llamarse "La gran Uriel" como cierta persona— dijo Kiara en un tono bromista

Viggo se largó a reír de solo recordar como él mismo se llamaba "El gran Viggo" como si fuera una especie de vigilante protector. Viggo negó con la cabeza y una enorme sonrisa en sus labios mientras pensaba en el momento en que fuera a enfrentar a sus hijos. Seguro Kain o Hephaestus le contaban las aventuras de "El gran Viggo" cuando niño. Viggo se calmó, soltó un suspiro y quedó mirando la ciudad de Orario. Se sentía mejor, Kiara lo había hecho sentir mejor.

—¿Y? ¿Piensas invocar a otra diosa?— preguntó Kiara, ya más calmada, pero manteniendo la sonrisa

—Sí, pero tengo que preguntar por recomendaciones. Tengo a mamá, tío Miach, Freya, la tía Hera y Bishamon para preguntar— respondió Viggo

—¿Qué más?—

—Después de establecer una segunda familia que prácticamente ambas serán el patio de juegos de mis hijos, también he pensado en sacar a Semiramis de los negocios, pero tiene que ser algo gradual y respetuoso. Ella ha trabajado mucho por todo lo que tiene, no creo que lo quiera dejar, así como así—

—¿Por qué la quieres sacar de los negocios?—

—De aquí a un año me convertiré en rey de los dioses. Ya lo he visto con mi clarividencia. Eso generara un gran revuelo en Orario y en todo el mundo, para bien o para mal. Ser rey de los dioses es una mierda, pero me dará la oportunidad de tomar el lugar que tienen algunos dioses tontos en este mundo. Eso me permitirá formar un imperio, pero a su vez necesitare de la ayuda de Semiramis y Scheherezade para poder gobernarlo. Sin embargo, si ellas están ocupadas con el imperio ¿Quién cuidara de los negocios y la economía de Orario?—

—¿Tienes a alguien en mente?—

—Claro— respondió Viggo con una sonrisa —Hitomi, la elfa esclava que compro Semiramis. La verdad, no puedo entender bien a las personas tan intelectuales cómo Hitomi. Es como si supieran mucho, fueran increíblemente versátiles, pero al mismo tiempo fueran nulos al sociabilizar con otros y no creyeran en su propia habilidad. Así que, si quiero llevarla a ocupar el lugar de Semiramis en las empresas, tengo que romper su cascaron, pero eso sería enredarme con otra mujer y ya tengo bastante de eso—

—¿Y por qué tú?—

—Porque no veo que Hitomi busque a alguien por su cuenta— respondió Viggo con una mueca incomoda —hace poco más de un año intente reunirla con mi hermano Tatsumi, ya lo conoces. Él es tímido como ella, bien parecido, un cuarto de elfo y educado. Sin embargo, lo único que creció entre ellos fue la incomodidad. En una hora dijeron un par de palabras y fue para pedir una comida en un restaurante ¿Qué les pasa? ¿Cómo no van a saber entablar una sencilla conversación?—

—Ahí está tu error— dijo Kiara, Viggo la miró a la cara fijándose en esos ojos almendrados con iris de color amarillo mientras ella continuaba —Ella se resintió contigo ¿No?—

—Sí ¿Cómo lo supiste?—

—No necesito ver para darme cuenta de esas cosas. Una mujer no optara a las opciones viables si puede optar a lo mejor— dijo Kiara —y parece que, dentro de los estándares de Hitomi, tú eres lo mejor. Así que imagínate que sintió ella cuando la despreciaste y poco menos que se la regalaste a tu hermano—

—No regale a nadie, solo les di la oportunidad de conocer a alguien similar— dijo Viggo enojado —además, Tatsumi es mi hermano. Su aspecto y aptitudes están por encima de la media. Mi tía Mikoto es como Tsubaki, bonita, y mi padre es medio elfo. De ningún modo Tatsumi es despreciable o menos que yo—

—Si el aspecto lo fuera todo— dijo Kiara como si regañara a Viggo

Viggo cayó en la cuenta de que Tatsumi pasaba por una crisis de identidad y dependencia, así que entendió un poco mejor lo que decía Kiara. No hay nada menos atractivo que alguien inseguro. Sin contar que antes de irse de Orario, Tatsumi no tenía objetivos ni aspiraciones de ningún tipo. No, para empezar, no sabía que hacer de su vida sin la guía de Flora. Viggo soltó un suspiro y asintió varias veces, concordando con Kiara.

—¿La cague?— preguntó Viggo mirando hacia la ciudad de Orario

—Lo normal, querido— dijo Kiara con una sonrisa y apegada al pecho de Viggo —si no lo hicieras de vez en cuando, no serías mi Viggo—

—No lo digas como si fuera algo positivo, seguro que Hitomi tiene las defensas altas contra mi—

—Bueno, eso se derrite con un poco de tacto, no te preocupes, me gusta tu plan. Ella solo está cumpliendo el papel para el que Semiramis y yo la compramos—

—Así que era como pensé— dijo Viggo con una mirada contemplativa —ambas tienen miedo de que cuando todos mueran, yo quede solo y me derrumbe—

—Sería normal— susurro Kiara mientras miraba la nada —no estas acostumbrado a ese tipo de situaciones. Hitomi es elfa, así que vivirá cientos de años—

—Gracias por cuidarme—

—No te preocupes, estoy aquí para ti— respondió Kiara, levantó su rostro y llevo su mano derecha a la mejilla de Viggo. Ella hizo que él la mirara y continuo —dime ¿Qué más te preocupa?—

Viggo sonrió y dijo —bueno, se supone que de aquí a un año voy a desarrollar la divinidad de la Luz Solar, pero hasta el momento no sé cómo. Utilice mi clarividencia para obtener más detalles, pero nadie sabía al respecto—

—Bueno, considerando que es algo que puede ayudarte a desarrollar tu divinidad. No muchas personas deben saber y para encontrar la conversación precisa dentro de trescientos sesenta y cinco días, debe ser un gran problema—

—Así es— respondió Viggo, tomo una profunda respiración y continuo —pensé que primero desarrollaría mi clarividencia, es lo que más he ocupado, pero no, parece que será primero la luz solar—

—¿Qué tal si utilizas esto?— preguntó Kiara e introdujo su mano al pecho de Viggo como si fuera intangible. Viggo alzo las cejas en un gesto de asombro, pero espero pacientemente. Kiara empezó a retirar su mano y poco a poco fue sacando el mango de una espada. Dicho mango era de una superficie lisa de color azul. Después el guardamanos de color dorado y una larga hoja metálica con una inscripción en su centro. Al sacar la espada del pecho de Viggo su imagen fue más visible, fue la espada que le había dado su padre cuando era un niño. Un regalo demasiado imprudente había dicho Xiao.

Kiara se acomodó y se sentó en las piernas de Viggo para después ponerse de pie. La espada media ciento treinta centímetros con una larga empuñadura para el uso de ambas manos. Su acabado era delicado y fino, no como el arma de un guerrero, pero más como la espada de un rey. Era preciosa, pero más que inspirarle a Viggo una imagen de poder, le trajo la suave imagen de su padre cuando se la quería dar. Kain estaba bajo el manzano en el patio trasero, sentado frente a la mesa redonda con un mantel blanco. Llevaba el cabello largo y blanco como siempre, peinado hacia atrás. Lo miraba con esos ojos azules y una sonrisa sincera.

En aquella época Viggo se comportaba frio, pero su padre siempre estaba ahí, cuidando de él, aconsejándolo y tratando de darle cariño. Viggo lo pensó y no recordaba que pensaba ni porque se comportaba de esa manera. No, al final, era él, sintiendo miedo de no estar a la altura de lo que era su padre. Como dicen los entendidos de Orario "el dios al que temen los dioses".

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