webnovel

Midgar y el templo de Tyr 2.263

Rosewisse y Viggo habían llegado al puente que conectaba una de las tantas puertas de los reinos con el templo de Tyr. Una construcción magnifica, de más de mil metros de largo por cincuenta de ancho. Todo construido en piedra obsidiana y enchapado en oro. En estos momentos todo estaba húmedo, cubierto de musgo y algas por haber estado tanto tiempo bajo el agua, pero nada de eso le quitaba su majestuosidad.

En estos momentos Viggo sostenía su arco. Saco una flecha de su anillo y la puso en el arco. Tensó la cuerda mientras miraba a la distancia, donde un cuervo espectral de Odín daba vueltas en círculos tratando de imitar un cuervo normal. Viggo calculo la trayectoria y soltó la cuerda. La flecha se elevó y cuando alcanzó su máxima altura cayó formando un arco hasta golpear al ave espectral y desvanecerse en una nube de humo verde.

Viggo bajo el arco y miró a la distancia. Asintió con una sonrisa rebosante de confianza, pero por detrás de él escucho un —engreído—. Viggo se dio la vuelta y vio a Rosewisse en su armadura de Valkiria, solo le faltaba el casco.

—¿Soy bueno?— preguntó Viggo con una sonrisa burlesca

Rosewisse frunció el ceño y asintió.

—Vamos— añadió Viggo con una gran sonrisa —yo admito que eres buena en la magia, mucho mejor que la gran mayoría; un genio ¿Por qué te cuesta tanto admitir que yo soy bueno en algo?—

Rosewisse miró hacia otro lado y soltó un bufido de indignación. Viggo la quedó mirando con una sonrisa en los labios y negó con la cabeza. Después guardó su arco dentro del anillo en su mano derecha y le preguntó —voy en esa dirección ¿Vienes?—

—Claro que voy— respondió Rosewisse

—¿Estás en tus días?— preguntó Viggo con franqueza

—No— respondió Rosewisse —solo estoy un poco de malhumor ¿Qué? ¿Tienes algún problema? ¿Ahora me vas a botar porque no te gusta mi actitud?—

—Eeeeeh, yo no he dicho eso— dijo Viggo y comenzó a caminar —realmente entiendo que estes triste por tu maestra, pero no es razón suficiente para enojarte conmigo. No recuerdo haber hecho nada tan terrible—

—Yo…— dijo Rosewisse en voz baja —lo siento, no sé qué me pasa—

—Sería bueno que lo averiguaras— respondió Viggo con seriedad

Ambos caminaron en silencio a través del puente que conectaba con el templo a Tyr, el cual se elevaba en el centro del Lago de los Nueve Reinos con una estatua de Tyr, portando una lanza y un escudo. El templo también ocupaba los mismos materiales que el puente, piedra obsidiana y enchapado en oro. A los lados del puente había estatuas de guerreros como si custodiaran el camino y en el centro del puente una especie de plataforma que se elevaba varios metros por sobre el nivel del puente con una especie de cuerno en la parte superior.

Mientras avanzaban notaron que había pequeñas ranas moviéndose de aquí para allá, como si buscaran llegar al agua que antes lo llenaba todo. También había peces de todos los tamaños sacudiéndose con desesperación.

—Viggo— dijo Rosewisse en voz baja

—¿Sí?— preguntó Viggo mientras avanzaban

—¿Puedo sostener tu mano?—

—¿Por qué tan débil, Rosewisse?— preguntó Viggo deteniéndose, se volteo para mirarla y Rosewisse lo quedó mirando a los ojos con una expresión indefensa. Viggo se apretó el tabique con la mano derecha y después miró a Rosewisse —no importa con quien hayas hablado, lo que hayas leído o aprendido. No pasara nada malo ¿Entendido? Yo me estoy esforzando para que nada malo pase y necesito que tú también hagas tu parte—

—Yo lo sé, pero la maestra, ella— dijo Rosewisse —sufrió mucho y su hijo…—

Viggo asintió entendiendo de que se trataba esto. Ella era una valkiria, su maestra era una valkiria. El marido de su maestra era un dios, Viggo es un dios, por ende, Viggo también debería volverse malo. Viggo abrazo a Rosewisse y le dijo —nada de eso va a pasar, yo no soy Odín ni tu eres Freya. Yo te amo— se separó de ella y la miró con una sonrisa —¿Crees que de mi saldría alguien como Baldur o Thor?—

Rosewisse soltó una risita divertida, ella se abrazó a Viggo y le susurro —no, de ti no. Seguramente aquella niña o niño sería un busca problemas, pero sería tierno, cariñoso y una buena persona—

—Ves— respondió Viggo —tú tuviste la respuesta todo este tiempo. No sacamos nada de evitar el destino. Lo mejor es afrontarlo y lo que pase, pasará. Sin embargo, en ese momento lo afrontaremos juntos ¿Bien?—

—Bien— respondió Rosewisse, levanto su rostro y se paró en la puntilla de los pies —¿Por qué creciste tan grande? Ante era más cómodo besarte—

—Ooooh, pero así puedo abrazarte y cobijarte entre mis brazos ¿No te gusta?—

—Tonto, me gusta, me gusta mucho— respondió ella y se dieron un pequeño beso que fue ensombrecido por un viento gélido que los hizo tiritar.

—Santo cielo ¿Por qué Midgar está tan frio?— protesto Rosewisse, se acurruco en el pecho de Viggo y este último la abrazo —tenías razón, es muy cómodo y cálido—

—Ven, vamos, no es un buen lugar para ponernos románticos—

—Sí, desgraciadamente—

Viggo y Rosewisse caminaron por el puente hasta el templo de Tyr que tenía diez metros de altura y puertas dobles de cuatro metros de ancho por cinco de algo cada una. Viggo soltó la mano de Rosewisse y apoyo sus manos sobre el marco de la puerta dorada. La empujo con una fuerza moderada, pero no se movió. Después se fue al centro de las dos puertas, metió sus dedos por entremedio e hizo fuerza hacia los lados. Las puertas se movieron hacia los lados con relativa facilidad y se escondieron en las paredes. Más allá de las puertas había un pasillo, una antesala con un techo cubierto de algas y para su sorpresa, antorchas encendidas.

—Tu varita— dijo Viggo con una expresión seria. Rosewisse materializo en su mano derecha la varita y apunto hacia adelante por si acaso algo aparecía y los atacaba. Viggo avanzó por delante y detrás lo siguió Rosewisse. Todo estaba en silencio y solo se escuchaba el constante goteó de las algas. Ellos continuaron avanzando hasta la antesala en donde vieron a un animal de carga que se ponía de pie sobre sus patas traseras mientras sus patas frontales eran cortas

—Una criatura huldra— dijo Rosewisse asombrada mientras se acercaba sin miedo

—Oye, espera, puede ser peligrosa— dijo Viggo

—Cállate, idiota— dijo alguien de muy malhumor —esa estúpida estrábica no atacaría a nadie, aunque su vida dependiera de ello—

Viggo y Rosewisse miraron al lado izquierdo de la antesala, donde antes no había nada y vieron un taller herrero, con mesones de trabajo, piedras de afilar y una fragua. Detrás de una mesa de trabajo había un hombre de baja estatura, piel color azul y barba por toda la mandíbula. Era calvo y tenía el ceño fruncido, como si estuviera de malhumor.

—Tú, la mocosa tonta que toca a las criaturas de otras personas ¿De dónde sacaste esa varita?— preguntó el hombrecillo de piel azul. Vestía una armadura de cuero con un cinturón con martillos, cinceles y otros elementos para la herrería.

Rosewisse lo miró con enfado y le respondió —me lo dio mi suegro ¿Por qué? ¿Tienes algún problema?—

—Vaya temperamento— murmuro el hombre azul, después tosió y continuo —apesta a magia extranjera ¿Aquel hombre vive cerca? Me gustaría tener una o dos palabras con él—

—¿Por qué ibas a querer conversar con mi padre, enano?— preguntó Viggo con una mirada seria

—¿Lo hizo tu padre? Eso cambia mucho las cosas— dijo el enano con la piel azul —ven, conversemos de negocios—

Viggo frunció el ceño y se acercó —¿Qué quieres?— preguntó

—Verás, me interesa la forma en que tu padre logro fundir el metal. Es una forma bastante peculiar de inyectarle magia a los metales. Por lo usual nosotros lo hacemos a medida que vamos templando el metal, pero tú padre encontró una forma de hacerlo mucho antes ¿Andas con algún trabajo de tú padre?—

Viggo frunció el ceño —soy Viggo ¿Quién eres tú, enano?— preguntó

—Soy solo un enano que le gusta templar cosas, ahora apúrate y muéstrame los malditos trabajos de tu padre—

—No— dijo Viggo —no eres normal, conozco varios puestos de avanzada enanos y ninguno ha sobrevivido. Si estás por aquí, no eres un simple "enano"—

El enano de piel azul lo miró con molestia y escupió al bracero con carbón al rojo vivo. El escupitajo chirrió y dejo salir un desagradable aroma —soy Brok ¿Feliz?—

Viggo entrecerró los ojos y le preguntó —¿Eres el hijo de puta que le regalo el mjolnir a Thor?—

—Parece que no fue buena idea— murmuro Brok, chasqueo los dedos y desapareció de inmediato junto con todo su taller herrero y la criatura huldra. Solo quedó la antesala vacía en oscuridad y con el sonido de las algas goteando en el techo.

—Maldito enano del demonio— grito Viggo furioso —tú maldito invento mato a miles, sino a decenas de miles de personas. Tus manos están manchadas de sangre, te maldigo y maldigo el día en que naciste. Ojalá, Thor te encuentre y te machaque con la misma arma que creaste—

—Tranquilo Viggo— dijo Rosewisse, se acercó a él y lo tomo de la mano —tengo entendido que él está entre los reinos. No lo podemos ver ni alcanzar, bueno al menos tú, pero tampoco nos puede escuchar. Déjalo, él recibirá lo que merece—

—¿Por qué yo no y tu sí?—

—Yo tengo la runa de kvasir en mi cuerpo, sí la ocupo puedo utilizar el viaje entre reinos, pero dudo que sea suficiente para igualar a un maestro enano con cientos de años de experiencia. Déjalo, sí, vamos, Alfheim nos aguarda ¿Te acuerdas? Las otras valkirias—

—Lo siento— dijo Viggo —me enoje al encontrar a una de las personas que desato todo este caos—

—Te entiendo, ahora vamos— dijo Rosewisse y lo guio a través de la antesala hasta un puente luminoso que conectaba con una recamara interna. Una vez que entraron a la sala notaron que todo estaba oscuro y solo resaltaban algunos cristales repartidos formando un gran circulo. En el centro de la sala había una especie de tronco partido a la mitad que emitía un brillo celestial tenue, pero muy parecido al del bifrost que le quitaron a Thor y que amablemente les envió Odín.

—Según la maestra, el árbol funciona como una representación del Yggdrasil— dijo Rosewisse mientras guiaba a Viggo de la mano a través de la oscuridad. Al llegar a diez metros del tronco, vieron un precipicio oscuro, pero que rápidamente fue cubierto por unas raíces que salieron del suelo y crearon un puente. Rosewisse y Viggo continuaron, miraron el tronco y metieron sus manos en el interior. La energía estaba ahí, era como si fuera manipulable, pero al momento del contacto se desvanecía. Entonces sacaron sus manos y la energía se volvía a mostrar.

—Es genial— dijo Viggo más calmado y con una sonrisa en los labios

—Sí, es genial— respondió Rosewisse mirándolo a los ojos de manera coqueta —ven, por aquí debe estar la cerradura de activación—

Ellos rodearon la representación del tronco del Yggdrasil y se detuvieron delante de un panel con una ranura del tamaño de la base del bifrost.

—Este debe ser— dijo Rosewisse —dame el bifrost—

Viggo saco el bifrost del anillo y se lo tendió. Rosewisse lo tomo y lo inserto en la ranura. Al instante siguiente la representación del Yggdrasil brilló y en la base del tronco florecieron las flores. Después se desplego en la parte superior una imitación de energía de las ramas y crecieron hojas luminosas. Por otro lado, dentro del tronco del Yggdrasil, donde no había nada, emergió a la altura del panel una superficie oscura. Después emergieron representaciones de las puertas de cada reino y en el centro el templo de Tyr, con la estatua del dios portando una lanza y escudo, igual que la que vieron desde el interior.

—Bien, si me acuerdo— dijo Rosewisse, llevo sus manos a los lados del panel y lo comenzó a girar como si fuera un gran dial. El Templo de Tyr también comenzó a girar y apuntar a las diferentes puertas. Rosewisse se detuvo en la de Vanaheim, su hogar, lo pensó un poco y negó. Aquel lugar ya no era su hogar, su lugar estaba con Viggo, Bell y el resto de su familia. Vanaheim era un legado, una tarea que le heredo su madre, pero nada más.

—Viggo— dijo Rosewisse —cuando terminemos…—

—Sí podemos— respondió Viggo de inmediato —iremos a donde tú quieras ir—

Rosewisse sonrió y murmuro un —gracias— ella continúo moviendo el templo de Tyr hasta que se detuvo en Alfheim. No era prioridad como lugar, pero Rosewisse quería conocer el lugar real y como de diferente era con el cuadro pintado de Viggo. Su madre le había dicho que era un lugar hermoso.

Next chapter