webnovel

Orario ha perdido a sus campeones 2.231

Kiara dejo A Rosewisse y Viggo solos en el bosque. Rosewisse materializo su armadura dorada de valkiria con el aparatoso refuerzo en las alas, excepto por el casco.

Por otro lado, Viggo saco de su anillo varios juegos de varitas con piedras de la memoria incorporados en su núcleo. Cincuenta para él y cincuenta para Rosewisse. Muchas varitas, pero le dieron prioridad a nueve de ellas que se dividían en tres grupos. Todas con piedras de la memoria con grandes hechizos de área que podían rivalizar con la fuerza de un nivel seis; fuego, rayo y hielo.

Viggo y Rosewisse tomaron una varita en cada mano, ambos con el mismo juego: fuego y rayo. Se miraron a los ojos y asintieron. Entonces fueron a dar vueltas por el bosque en busca de draugrs o cegadores consumidos por la magia Seidr, pero curiosamente, no había por ningún lado.

—Te juro, lo más probable es que los vamos a dejar de buscar y nos encontraran ellos a nosotros— dijo Viggo con el ceño fruncido mientras pasaba por al lado de un grueso pino.

—Lo mismo digo, es como algo del destino. Cuando no los quieres, llegan solos y cuando los andas buscando, no aparecen por ningún lado— respondió Rosewisse mirando por todos lados mientras avanzaba a la par con Viggo.

De esa manera ellos siguieron paseando por el bosque, al sur del Lago de los Nueve Reinos, pero sin ninguna suerte. Al final se detuvieron en las faldas de la montaña que daba a la cierra nevada donde antiguamente vivían los Jotun.

—¿Dejémoslo por ahora?— preguntó Viggo —parece que no tiene caso, algo paso que se escondieron—

—Creo que es la descripción para la situación— respondió Rosewisse agitando sus alas del puro enojo —parece que de un momento a otro todos los monstruos fueron escondidos por alguien—

—Bueno, no te preocupes, ya encontraremos otra oportunidad para seguir investigando las varitas y las piedras de la memoria. Según estaba programado, cada varita con un gran hechizo se rompería después del décimo ataque. Yo creo que es más prioritario que empecemos a buscar nuevas formas de metales que aguanten la potencia de la magia—

—Sí, opino lo mismo, pero también se me ocurría crear un sistema rúnico más complejo donde la misma piedra de la memoria reduzca el desgaste del material y regule el flujo de la magia—

—Eh, eh, eh, una cosa a la vez— dijo Viggo con el ceño fruncido —no fue fácil generar esas piedras de la memoria y me pides algo más complejo—

—Vamos, no seas llorón. Dijiste que ibas a tener tiempo de sobra en el futuro ¿Qué pasa? ¿Lo vas a ocupar para rascarte las bolas? Ciento veinte días es mucho tiempo amigo, te puedes hacer daño—

—Pufff— dijo Viggo y se largó a reír a carcajadas mientras Rosewisse lo miraba y se largaban a reír los dos de buen humor. Fue algo fuera de lugar, pero dados los resultados de la búsqueda de enemigos, era la mejor manera de recomponer el ánimo. Viggo guardó las varitas en su anillo, le hizo el gesto a Rosewisse para que se acercara y ella así lo hizo. Entonces él la abrazo por la cintura, ambos se quedaron mirando a los ojos y se dieron un profundo beso. A lo mejor esto atraía a los monstruos. Sin embargo, a pesar de que se dieron un largo beso, los draugrs, cegadores y demás no aparecieron.

Viggo separó su rostro del de Rosewisse y miró hacia los lados —esto es peor de lo que imagine. Nada ¿Qué paso con Midgar? ¿De repente no hay draugrs?—

—No lo creo, Rojo— dijo Rosewisse, imitando como llamaba Tsubaki a Viggo, pero sin ese tono burlón original que ocupaba ella para recordarle lo tonto que sonaba —algo se está moviendo a través de Midgar, algo está cambiando—

—Sí— respondió Viggo —pero como no nos quieren enfrentar, vamos por la valkiria en la montaña de los Jotun—

—Sí, por ahora es todo lo que podemos hacer—

Viggo se dio la vuelta, Rosewisse lo abrazo por detrás y extendió sus alas dejando salir un sonido a roce metálico gracias a la aparatosa armadura sobre sus alas.

—¿Listo?— preguntó Rosewisse

—Listo— respondió Viggo con una sonrisa.

Entonces Rosewisse dio un fuerte salto y se elevó más de diez metros de altura hasta sobrepasar los árboles. Después aleteo una vez y eso la empujo otro metro en el aire y así continuo hasta que los árboles se vieron pequeños, a más de cincuenta metros sobre el nivel del suelo. Sin embargo, eso ni siquiera era un tercio de la montaña que les quedaba por subir. Rosewisse comenzó a planear hasta que se topó con una cara empinada de la montaña, donde todavía había arboles verdes, pasto y animales. Volvió a aletear hasta alcanzar una nueva altura, planeo e intercalo ambas acciones hasta que pudo llegar a la mitad de la montaña, donde se comenzaban a ver grandes manchones de nieve y el frio se volvía más intenso.

Rosewisse se acercó a un sendero entre dos laderas y fue disminuyendo la velocidad hasta que llego a cinco metros del suelo y soltó a Viggo. Este último cayó sobre sus pies y Rosewisse aterrizo unos metros por delante. Ella se dio la vuelta para mirar a Viggo y este último avanzó en su dirección hasta que estuvieron juntos y continuaron avanzando a pie, hasta una cueva oculta al final del sendero entre las dos laderas.

—Todo parece normal— dijo Rosewisse mirando la tierra que se había convertido en barro por la humedad. No había huyas de visitantes, ni de animales ni nada. Lo cual era un buen indicio.

—¿En serio?— preguntó Viggo con seriedad —a todo esto ¿Trajiste el cincel?—

—Oye— dijo Rosewisse con el ceño fruncido, se dio la vuelta para regañarlo. Se supone que él lo tenía, pero al darse la vuelta vio a Viggo hacer una sonrisa burlesca mientras le mostraba el cincel en su mano. Ella negó con una sonrisa, entre divertida y enojada con él —no me hagas enojar, Viggo Dragonroad o ya verás—

—Oye, no soy Bell como para que me vengas a regañar de esa manera—

Rosewisse soltó un bufido y le dijo —¿En serio? Porque pareces un niño con tus bromas tontas—

—Bueno, la señora madura puede llevar sus cosas—

—No te pongas pesado y camina, todavía tenemos que abrir la cámara de Odín, leer un montón de cosas y, sobre todo, vencer a la valkiria—

—Sí, sí, vamos—

—Eres tan odioso— dijo Rosewisse avanzando por delante mientras Viggo la seguía. Ella prácticamente abarcaba más de la mitad del ancho de la cueva con sus alas y aparatosa armadura dorada.

Una vez que llegaron frente a la puerta de piedra con el sello en forma de diamante en el centro, Rosewisse miró hacia atrás y tendió su mano —el cincel por favor—

—Claro, para eso estamos— dijo Viggo en un tono burlesco, le tendió el cincel y Rosewisse lo tomo.

Rosewisse le dio la espalda a Viggo y se concentró en el sello hecho en piedra con forma de diamante. Ella puso el cincel en la superficie y dibujo la runa de Kenas "<". Eso activo el sello y la piedra con forma de diamante se desmorono como si fuera arena.

—Toma— dijo Roswisse dijo tendiendo hacia atrás el cincel y Viggo lo tomo y guardo dentro de su anillo. Rosewisse tenía la bolsa de la abundancia, pero le gustaba que él lo llevara. Ella puso sus manos sobre la puerta de piedra y empujo ambos lados hacia adentro. Eso dejo ver el resto de la cueva y la barrera celeste semi trasparente que conectaba este lugar con la real cámara de Odín.

Rosewisse y Viggo avanzaron por la cueva mientras la puerta de roca se cerraba detrás de ellos, disminuyendo la luz al punto de que era difícil ver. Una vez que llegaron frente a la barrera, se miraron a los ojos, asintieron y la cruzaron. No paso nada, por lo que entendieron que era una especie de magia dimensional. Después continuaron caminando hasta una plataforma de madera con la forma de un diamante que en su centro tenía un timón triangular parte de un mecanismo más grande. Viggo se acercó al timón, lo giro a la derecha y el mecanismo se activó haciendo sonar un sistema de poleas hecho con cadenas. La plataforma bajo de forma automática en un movimiento lento.

—¿Trabajo enano?— preguntó Viggo

—Así parece— respondió Rosewisse mirando las esquinas, donde había un espacio de veinte centímetros entre la pared y la plataforma. En la pared de piedra habían hecho una canaleta vertical por la que se movía la cadena que ayudaba a bajar la plataforma —recuerdo que tenías un pergamino que decía que ellos habían hecho un trato con Odín—

—Sí, en caso de que fueran atacados, los Aesir saldrían a su rescate—

—Que conveniente—

—Sí, inteligente de Odín, se aseguró las armas y despojo a todo el mundo de la habilidad de los Enanos—

—No lo admires, Viggo, es una mala persona—

—No digo que sea una buena persona, solo pienso que fue un movimiento inteligente. Odín debe tener igual nivel de miedo y admiración como para hacer tal trato— Viggo se cruzó de brazos y murmuro —en base a eso me preguntó que habrá hecho Ivaldi para llamar la atención de Odín—

—Según leas y a quien le preguntes, los enanos son genios, pero también criaturas infames. Kvasir fue asesinado solo por su sangre—

—Hidromiel— dijo Viggo —me pregunto a qué sabrá ¿Tendrá propiedades igual que el Estus?—

—Viggo— dijo Rosewisse, ella se acercó y lo abrazó por la cintura mientras apoyaba su rostro en el cálido hombro de Viggo —no sigas pensando en Odín, no es bueno, no quiero que te vayas a parecer a él—

—No me voy a parecer a Odín—

—Eso dices tú, pero lo que hiciste con esa mujer Alfia no estuvo bien, incluso si lo hiciste por Bell—

—Ella es solo un recurso, amor, nada más. No tiene ninguna utilidad para mi más que ser la familia de Bell. Ella iba a morir de manera estúpida y sin sentido. Yo la salve para darle un mejor uso a su vida—

—Eso suena peor—

—¿Entonces hubiera sido mejor que dejara que aquel dios estúpido generara caos en conjunto con ese caballero y Alfia?— preguntó Viggo, Rosewisse se quedó callada y Viggo continuo —ahí te he demostrado que no soy Odín, Rosewisse. Odín los hubiera matado los tres por perturbar su reino, pero yo salve a Alfia porque tenía la oportunidad para hacer lo que no pudo hacer por su hermana. Ella realmente no quería realizar dicho plan, pero algo en su corazón la impulsaba a tomar una decisión estúpida—

—Yo, solo quiero que tu corazón permanezca bueno, eso es todo— dijo Rosewisse en voz baja

Viggo sonrió, llevó su mano al mentón de Rosewisse y le levantó el rostro. Ambos se miraron a los ojos con la poca luz que había —lo sé, amor, lo sé— respondió con un tono de voz suave —yo también me propongo no ser como Odín, pero para eso tengo que saber cómo es él, qué hizo él y dónde se está equivocando. Si puedo entender todas esas cosas habré ganado y podré ser un mejor rey de los dioses en mi mundo. Y aunque el futuro siga siendo un problema, podré afrontar las cosas de una manera más justa, sabia e inteligente—

Rosewisse asintió y le dio un pequeño beso que Viggo le devolvió en un largo beso apasionado.

Next chapter