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Orario ha perdido a sus campeones 2.220

Después de pasar un gran susto en el piso cincuenta y dos, Ottar y Viggo perfeccionaron su forma de atacar a los dragones y ya no cometieron más errores. Al menos, Viggo. Sin embargo, eso no evito que se siguieran encontrando con un dragón tras otro. En total, desde el piso cincuenta y dos al cincuenta y seis fueron quince dragones, unos más débiles que otros. Lo cual llamo la atención de Viggo.

Por lo usual, cualquier grupo de aventureros trazaba una línea recta a través del piso y vencían a los enemigos necesarios para continuar avanzando. Eso quiere decir que por mucho que Jason y los otros hubieran pasado por estos pisos hace meses, deberían quedar dragones a los que incluso ellos, con su experiencia, no se hubieran enfrentado. Por otro lado, no se veían monstruos de ningún tipo, solo quedaban dragones ¿Por qué?

Ottar y Viggo avanzaban por un pasillo hacia el piso cincuenta y seis mientras pensaban en estas cosas. Era similar a un túnel de mina, con nada más que un suelo, paredes y techo de roca.

-¿Crees que deberíamos continuar?- preguntó Viggo mirando el interminable pasillo

Ottar al lado de Viggo, le dio una breve mirada y después continúo mirando hacia adelante -padre nos pidió algo- respondió

-Esto es extraño, tengo un mal presentimiento-

-¿Tus instintos?-

-Sí, como si hubiera un peligro mayor que los dragones-

-Lo hubiéramos visto, algo así no se escaparía tan fácil de nuestra vista-

-No es necesario que sea más grandes para que sea un peligro "mayor"- aclaro Viggo -el primer dragón fue un reto porque no habíamos cazado nunca uno de esos, pero después de experimentar la lucha y afinar nuestro método, no fue para nada difícil. Aquellos dragones eran jóvenes, sus alas muy delicadas. Sí, eran rápidos, pero carecían de la astucia de un monstruo veterano. Además, en más de cuatro pisos no hemos encontrado otros monstruos ni monstruos raros, nada ¿No es extraño?-

-Creo que le estas dando muchas vueltas al asunto- dijo Ottar, levantó su mano izquierda y se rasco la frente -tus instintos te tienen preocupado, pero tu imaginación solo está agradando las cosas más de lo necesario-

Viggo soltó un suspiro y asintió -puede ser- dijo -hay que estar atento-

-Sí- dijo Ottar en un tono burlón -no se nos vaya a caer un dragón encima-

-Maldito- dijo Viggo con una sonrisa y le dio un puñetazo en el hombro izquierdo. Ottar soltó una risotada y eso aligero un poco el ambiente. Sin embargo, si Ottar dijera que no estaba preocupado, sería mentira.

Ottar y Viggo llegaron al piso cincuenta y seis, una larga extensión de tierra árida, vacía y oscura. Daba la impresión de que eran cuatro de la mañana en un día nublado de invierno. No habían pisadas de dragones, ni rugidos, gruñidos o ningún tipo de ruido en especial. Era un completo silencio con una brisa suave que corría de izquierda a derecha. El techo estaba a cincuenta metros de altura igual que en los otros pisos.

Viggo tomo una profunda respiración al acercarse a la salida, miró durante unos pocos segundos y después miró a Ottar. Este último asintió, saco su ultra espadón del anillo de su mano derecha y lo sostuvo con ambas manos. Viggo hizo lo propio, materializando las espadas del caos. Ambos asintieron al mismo tiempo y salieron de la cueva, avanzando a paso lento. A la distancia se veían algunas rocas y lo que parecía ser el enorme esqueleto de un dragón. Era tan grande que hacía ver a los otros dragones de los otros pisos como si fuera la comparación de un cocodrilo con una lagartija. Fácilmente debería haber medido cien metros de la cola a la cabeza.

Viggo continúo caminando, dirigiéndose a esa dirección -¿Te acuerdas de mis instintos?- preguntó. Ottar asintió y Viggo continuo -bueno, están gritando con tanta fuerza que todo el mundo en una cuadra se daría cuenta que tengo miedo-

-Tranquilo, si vemos algo raro, podemos retroceder. Al menos, no veo ningún enemigo escondido en dos mil metros a la redonda-

-Ten cuidado, recuerda que, en el calabozo, los monstruos pueden emerger de las paredes-

-Cállate, idiota- respondió Ottar -ahora yo también tengo miedo-

Viggo y Ottar continuaron caminando por el piso desértico, sin encontrar nada en especial, pero antes de llegar a las grandes rocas que cubrían parte del enorme esqueleto, se detuvieron y miraron hacia adelante.

-¿Crees que Jason y los otros mataron a ese dragón?- preguntó Viggo

-Si nosotros pudimos con los dragones más pequeños, las dos familias más poderosas deberían haber podido matar algo de esa envergadura- respondió Ottar

-Cierto- dijo Viggo, sintiendo como sus manos traspiraban. Sentía una fuerte inquietud en su pecho como si alguien o algo lo estuviera aplastando. Tenía grandes deseos de retroceder y hacerle caso a sus instintos, pero ya habían llegado lejos. A lo mejor, detrás de aquellas rocas estaban los restos de sus hermanos.

-Ya sabes- dijo Viggo -si pasa algo raro, media vuelta y arrancamos. Mi viejo tiene un montón de trucos, seguro que él puede venir y reclamar las cosas que pertenecían a Jason y Odiseo-

-Eso…- dijo Ottar no muy contento, Kain le había pedido un favor y no quería defraudarlo, pero Viggo tenía razón. Kain tenía muchos trucos y habilidades. Si había algo raro en este piso, él podría lidiar con eso mejor que ellos -está bien-

Viggo y Ottar se acercaron a las enormes rocas de diez metros de altura y pasaron por un pasillo que se producía entre ellas. Gracias a la gran magnitud de la roca la oscuridad aumento, pero todavía era visible el camino. El pasillo era de dos metros de ancho, así que primero paso Viggo y Ottar lo siguió mientras maniobraba con su ultra espadón en ambas manos. Gracias a las dimensiones del arma, chocaba con las paredes y producía tañidos metálicos. Viggo se detuvo y quedó mirando a Ottar con el ceño fruncido. Ottar frunció el ceño, pero asintió y bajo el ultra espadón para que no chocara con las paredes.

Al fondo del pasillo se veían los enormes huesos del dragón, para ser más precisos, las costillas que formaban un enorme arco de decenas de metros.

Viggo y Ottar llegaron al final del pasillo y se detuvieron para mirar lo que había del otro lado. Era un enorme cráter donde el gran esqueleto del dragón se hundía. En la base del esqueleto había una sustancia negra que subía por los huesos como si estuviera viva y quisiera comerse los huesos. Solo llegaba a los diez metros de altura de los treinta que medían las costillas del enorme dragón, pero aun así daba cierto miedo acercarse. Por lo demás, no se veían monstruos ni indicios de nada que pudiera perseguirlos en el cortó lapsus. Así que Viggo y Ottar rodearon el enorme cráter y vieron que más allá del esqueleto del dragón, el piso continuaba con terreno desértico, pero la imagen se repetía una y otra vez. Había más esqueletos de dragón, un poco más grandes, pero todos repartidos a lo largo. Se podían contar decenas de cráneos con dientes filosos a la distancia, todos con esa extraña materia oscura en la base y subiendo como si se quisiera carcomer el hueso. No, se lo estaban carcomiendo, esa era la realidad. Viggo se dio cuenta de que a un cráneo de dragón le faltaba la mandíbula inferior y la materia oscura se había extendido desde los colmillos hasta la cuenca de los ojos.

-Viggo- dijo Ottar

-¿Sí?- preguntó Viggo, lo miró y vio a Ottar apuntando hacia la derecha, entremedio de un camino que se formaba entre dos enormes esqueletos de dragón. Había una lanza clavada en la tierra.

Viggo entrecerró los ojos y miró los alrededores, no parecía haber nadie. Así que tomo una profunda respiración y comenzó a caminar mientras Ottar lo seguía. Los esqueletos de dragón tenían decenas de metros de altura, desde la distancia uno se podía dar cuenta, pero pasar por al lado de ellos era otra experiencia. Además, al ver la materia oscura de cerca, daba la sensación de que burbujeaba y se retorcía sobre el hueso. De repente una costilla se rompió y el resto se soltó de la columna vertebral, cayendo al suelo y generando una polvareda.

Viggo y Ottar se detuvieron, esperando una reacción, a lo mejor un enemigo, un monstruo o algo más. Eso que les producía tanta inquietud. Sin embargo, no hubo reacciones de ningún tipo, pero el silencio y la quietud, no los hicieron sentirse mejor.

Pasaron los segundos y Viggo al comprobar que nada se movía a su alrededor, decidió avanzar en la dirección de la lanza y se detuvo a veinte metros.

-¿Por qué te detienes?- preguntó Ottar

-Estoy mirando los alrededores, viendo si encuentro indicios de lucha o algo- dijo Viggo mirando el terreno árido. La tierra estaba un poco suelta, así que alrededor de la lanza deberían haber quedado huellas, pero era como si algo masivo y pesado hubiera pasado aplanando todo a su alrededor. La lanza estaba a veinte metros, sola, clavada en el suelo. Viggo camino hasta ella y canalizo su poder divino para activar su clarividencia. Toco la lanza con su mano izquierda y por un instante pudo ver como alguien corría sosteniendo esa lanza. Iba solo, estaba corriendo de algo, lo podía escuchar, como si fuera un cuadrúpedo, pero lento, pesado y grande ¿Cómo un elefante? No sabría decirlo, no podía verlo, solo podía ver lo que veía aquella persona. Era la tierra árida, los esqueletos de dragón, la materia oscura. Algo lo seguía, se movía sin parar y la persona que sostenía la lanza no quería mirar hacia atrás. De repente la persona que sostenía la lanza se dio la vuelta y vio una enorme mancha negra con múltiples bocas, tentáculos y patas. Aquella persona grito, saltó al encuentro de la mancha negra y le clavo la lanza con tanta fuerza que entro por una de las bocas, atravesó a la mancha negra y se clavó en el suelo. Los tentáculos siguieron moviéndose, pero la mancha negra no continúo avanzando. Aquella persona se alejó de la lanza poco a poco hasta que la soltó y ahí se terminó la visión.

-Jason- murmuro Viggo, después miró a Ottar, quien lo quedaba mirando con cierta preocupación en la mirada -él estaba vivo cuando soltó la lanza, huía de una criatura hecha de la misma materia oscura que están recubierta la base de los esqueletos de dragón, pero tenía miedo, él estaba huyendo. Hay que buscarlo, puede estar vivo, puede que este en algún lado escondido-

-Viggo- grito Ottar, asustando a Viggo y haciéndolo dar un respingo. Ottar se acercó, lo tomo de un brazo y lo jalo lejos, extrayendo la lanza en el proceso. Viggo no entendía porque Ottar lo estaba tirando como si lo quisiera alejar de algo. Viggo miró su mano izquierda y la lanza que sostenía. Después miró hacia la distancia, donde se veían los huesos de los dragones cubiertos por la materia oscura y vio la materia oscura con bocas y tentáculos, como si fuera una masa amorfa sin orden ni denominación. Avanzaba a paso lento en su dirección. Ahora Viggo entendía porque Ottar estaba tan asustado, guardó la lanza en su anillo y comenzó a retroceder por su cuenta, siguiendo a Ottar en el movimiento y nunca dándole la espalda a esa cosa amorfa que los seguía como una gran mancha negra de cuatro metros de altura, tentáculos que ondulaban y bocas por todos lados. Sus cuatro patas eran planas, como las de un elefante. Sin embargo, de repente la materia oscura en la base de los huesos de los dragones se comenzó a arrastrar y a reunirse con la criatura. Incrementar su volumen y altura. Paso de los cuatro a los ocho metros de altura en unos pocos segundos, pero la materia oscura se seguía reuniendo a su alrededor y no paraba de crecer.

Viggo por fin le dio la espalda y vio que toda la materia oscura se dirigía hacia ellos y estaba cortando el camino de salida -rápido, Ottar- grito -corramos, escapemos o será muy tarde-

Ottar se dio la vuelta y vio lo que Viggo decía. La materia oscura se estaba alejando de los huesos de los dragones y se deslizaba como una mancha de petróleo en su dirección. Ottar y Viggo comenzaron a correr y dieron un largo salto por encima de la materia oscura. Ambos vieron como la materia oscura se extendió como si le salieran tentáculos, pero no logro alcanzarlos. Viggo y Ottar cayeron en la tierra árida y continuaron corriendo, pero de repente escucharon el trote de la gigante masa de materia oscura. Dieron una breve mirada hacia atrás sin dejar de correr y vieron que aquella masa amorfa, con bocas y tentáculos, corría en su dirección. Había alcanzado los quince metros de altura y cinco metros de ancho. Viggo y Ottar continuaron corriendo más allá del cráter y el gran esqueleto de dragón. Llegaron frente a las rocas, se metieron por el pasillo y avanzaron uno a la vez. Sintieron el poderoso impacto, dieron una breve mirada hacia atrás y vieron como la masa de materia oscura trataba de introducirse por el pasillo que ahora le era imposible por su gran volumen. No obstante, lo estaba logrando, tomando una forma más liquida.

Viggo y Ottar no volvieron a mirar hacia atrás y corrieron con todas sus fuerzas hasta que se introdujeron por el amplio pasillo por el que habían descendido.

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