Después de la reunión con Uranos, Viggo se enteró en donde estaba la trampa. Viggo podía obtener la divinidad de Zeus y conservar la propia, pero a su vez, ya no podría recibir más ayuda de Kiara dentro de este mundo. Todo eso podía ser algo relativo para los mortales e incluso para los dioses, pero los primordiales podían saberlo de inmediato. Cada vez que Kiara aconsejara a Viggo lo llenaba de un conocimiento que se convertía en energía y eso a su vez saturaba el destino. Lo que a la larga ha cambiado el destino hasta volverlo irreconocible de las intenciones iniciales del primordial creador. Sin embargo, como Viggo había nacido en Orario y era parte del experimento de dicho primordial, él permitiría su continuación. Kiara podía estar con Viggo, podía hablar con él y aconsejarlo en cosas mundanas, pero ya no podía intervenir en su destino. Sí ella intervenía una vez más, sería enviada fuera de la dimensión en donde estaba el planeta de Orario.
Ahora, dentro de unas planicies desérticas con nada más que roca y tierra en kilómetros, Viggo miraba como la diosa Hera ardía como una enorme esfera de fuego a la distancia. Kiara lo acompañaba tomada de la mano derecha y juntos miraban el renacimiento de una gran diosa.
Kain a la izquierda de Viggo, elevaba la mirada al cielo mirando la esfera de fuego en la que Hera volvía a renacer como diosa, lejos de la influencia del creador de Orario, mientras sostenía a su hijo Dorian en sus brazos.
-Padre, nos iremos retirando- dijo Viggo, ya que el proceso de la diosa no terminaría dentro de una o dos horas.
Kain apartó la mirada de la esfera de fuego levitando a más de treinta metros de altura y cien metros de distancia. Él miró a su hijo, cuyos ojos ahora se veían como si un brillo eléctrico cruzara de lado a lado dentro del globo ocular. Kain miró a Kiara y le preguntó -¿Estará bien?-
-Sí, he limitado su poder al punto de que él pueda ocupar la máxima capacidad de su cuerpo sin matarse en el proceso- dijo Kiara
-Gracias- respondió Kain
Viggo miró el rostro de su padre, el hombre jovial y bromista que siempre tenía un buen consejo, se veía apagado. Viggo no se sintió tan afectado, mucho menos después de lo que paso con Jason. Sin embargo, Kain fue golpeado por la muerte de Jason y Odiseo. Bueno, no era lo mismo para ambos. A pesar de que Viggo conocía a Jason y los demás desde hace años y lo llamaba hermano. Ellos eran como parientes lejanos que veían algunas veces al mes a visitarlos. Era genial ser hermano de alguien así, eran los mejores aventureros, pero Viggo y sus hermanos eran niños, no podían andar donde estaban los aventureros de elite. Por otro lado, Kain los vio crecer y los entreno, se preocupó por ellos incluso ahora que estaban viejos.
Viggo miró hacia atrás y vio a Flora llevando a su bebé entre sus brazos que nombro Kain como su padre. A su lado derecho, Aquiles estaba de pie y abrazándola mientras miraba como la diosa dentro de la esfera de fuego renacía.
Hace solo una semana, Viggo habría jurado que Aquiles tenía unos treinta años, pero ahora, por su expresión de pena y mirada, podía jurar que había alcanzado los cuarenta. Todavía conservaba el cabello rubio, corto, de aspecto amigable y atractivo, pero algo le había quitado el brillo de los ojos. Por otro lado, Flora con su bebé en sus brazos, seguía ordenando su cabello rubio en una larga coleta, pero algo la hacía ver mayor y triste.
Viggo volvió a mirar a su padre y le dijo -Cuídate padre, les avisare a las tías que te demoraras un poco-
-Sí, muchacho- dijo Kain con una sonrisa desanimada -necesito cuidar de Hera y crear un lugar para que Flora y Aquiles puedan descansar. Hay mucho que ordenar y preparar, volveré en un par de meses-
Viggo asintió, Kain sostuvo al bebé Dorian con su mano izquierda e hizo aparecer en su mano derecha un trozo del cuadro pintado del mundo pintado de Eliana. Viggo y Kiara tomados de las manos se acercaron y quedaron mirando a Kain.
-Cuídate padre, yo cuidare de la familia- dijo Viggo con seriedad a lo que Kain respondió con una sonrisa renovada
-Estoy viejo muchacho, para que un mocoso como tú diga esas cosas, solo puedo decir que estoy viejo- respondió Kain
Viggo sonrió y negó con la cabeza. Tomo el trozo del lienzo pintado y después camino hasta donde estaba su hermana Flora. Ella lo miró a los ojos y Viggo podía haber jurado que ella era mayor que el por un par de años. Viggo y Kiara se detuvieron frente a Flora y Aquiles. Ellos los miraron, sonrieron y esperaron.
-Me voy, vendré de vez en cuando- dijo Viggo
-No deberías- dijo Flora -una vez que Hera recupere su forma, viajaremos a una ciudad o algo así. Será muy lejos-
-Tonta, haré los esfuerzos que hagan falta para verte- dijo Viggo, los ojos de Flora se llenaron de lágrimas, lo cual solo hizo sentirse peor a Aquiles. Después de todo, él era la razón del porque Flora y el bebé Kain estaban aquí. Según el destino, él debía morir para que la energía de su alma y su espíritu volvieran al ciclo natural de la vida. Ya que él y Hera escaparon de su destino, ninguno podía permanecer en Orario. Su mera presencia distorsionaría la realidad.
-Aquiles, hermano, no pongas esa cara- dijo Viggo
Aquiles miró a Viggo a los ojos, viendo una expresión seria y firme, diferente del niño problemático que fue hace años. En sus ojos se veía un rayo de electricidad dando vueltas y haciéndolo ver mágico, divino, poderoso. No lo sabía, pero daba miedo. Ahora Viggo emitía una presencia muy diferente a la de los mortales.
-Flora está aquí por ti- Viggo continuo -tu hijo recién nacido te necesita. Jason y Odiseo quisieron esta vida para ti, vívela por ellos. Tú eres todo lo que queda de los tres, vive tres vidas, disfruta y se feliz por los tres. Es lo mínimo que puedes hacer- después miró a Flora y continuo -no estás sola Flora, tienes a Aquiles y a tu hijo. Papa te ayudara, eres fuerte, lo podrás lograr. Cuando dije que confiaba en ti para que tuvieras éxito en cualquier lugar, lo dije en serio. Siempre fuiste más inteligente y astuta que yo o Tatsu-
-Para ser Viggo- dijo Flora con una sonrisa y lágrimas en los ojos -hablas bonita-
-Lo dices como si ser yo fuera un detrimento-
-Todavía eres un hermanito problemático- menciono Flora
-Sí, lo sé- respondió Viggo con voz suave -por eso te seguiré visitando, a lo mejor, necesito que mi hermana mayor me regañe-
Flora asintió, Viggo se acercó a ella y destapo el rostro del pequeño Kain. Un bebé con el cabello rubio, por ahora era demasiado pequeño para decir a quien se parece, pero Viggo juraría que es el vivo reflejo de Flora. Viggo le beso la frente, se alejó de Flora y Aquiles, los quedó mirando. Ellos asintieron, Viggo y Kiara asintieron. Viggo volteó su rostro, miró a su padre, pero él miraba al cielo, donde la esfera de fuego flotaba como si fuera un capullo para que la diosa que se transformara.
Viggo negó con la cabeza, preciono el trozo de lienzo en su mano izquierda y canalizo mana mientras miraba a Flora y Aquiles. Él desapareció junto con Kiara y apareció en la habitación de la casa de Kain que antes, cuando era niño, estaba prohibida para él. El lugar seguía siendo espacioso y grande, con el gigantesco cuadro pintado del mundo en sus comienzos.
Viggo agacho la mirada, triste por como terminaron las cosas y soltó un suspiro. Kiara a su lado lo abrazo y Viggo la abrazo en respuesta. Aunque estaban los dos, el frio, el aire estancado y el silencio de esta habitación se sentía desagradable.
-Vamos- dijo Viggo -no me gusta este lugar-
-Sí- respondió Kiara
Viggo y Kiara salieron de la habitación del cuadro pintado y se encontraron con Mikoto e Isabel sentadas sobre taburetes frente a la puerta. Su tía Mikoto parecía estar bien, pero su tía Isabel, madre de Flora, tenía una apariencia terrible. Según Kain, ya no podría ver más a Flora.
-¿Cómo estás Viggo?- preguntó Isabel llena de esperanzas, de cabellera rubia igual que su hija, pero con más de treinta años en el cuerpo que ahora, con esta pena, parecían habérsele sumado otros diez.
-Bien tía- respondió Viggo, soltó la mano de Kiara y camino hasta Isabel, le dio un apretado abrazo y le susurro -Flora está bien, lo mismo el pequeño Kain y Aquiles. No te preocupes, papá está ahí y velara porque no les falte nada-
-Eso, eso, eso es bueno- dijo Isabel dejando que cayeran lagrimas por sus mejillas. Tratando de mostrar una sonrisa optimista, pero parecía que ninguna palabra de consuelo en el mundo la haría cambiar de parecer.
-Yo- dijo Viggo -hablare con papá, hablare con quien haga falta. Te lo prometo, arreglare de algún modo esto y podrás ver a Flora- él pudo sentir como Isabel lo abrazaba con más fuerza y le enterraba sus dedos en la espalda de la pura desesperación -no te preocupes, tía, haré mi mejor, hablaré con quien haga falta. No te defraudare-
-Gracias, Viggo- dijo Isabel, apartando su rostro y peinándole los mechones rojos como cuando Viggo era un niño. Ella lo miró con dulzura -gracias, en serio gracias, pero…-
Viggo negó con la cabeza y le dijo -esto no es solo por ti, también es por Flora y mi sobrino. No te preocupes, cumpliré mi palabra-
-Me siento un poco vieja si Viggo habla de esa manera. Parece que tú te convertiste en un adulto responsable y yo en una anciana inútil-
-No digas nada, tía, eres mi familia. Solo confía en mi-
Isabel asintió, Viggo la abrazó, después abrazó a Mikoto y se despidió de ellas. Una vez que Viggo salió de la casa de Kain, la miró una vez más y la encontró demasiado enorme. Ahora no solo faltaba él en la casa, también Flora. Tatsumi planeaba viajar como lo conversaron aquella vez, pero se preguntó si continuaría con esa idea, así como estaban las cosas. Viggo y Kiara viajaron en el carruaje a la mansión de Hephaestus donde todos se refugiaban. Durante varios días Orario se mantuvo afectado por la destrucción de las dos familias. Por lo tanto, los negocios de Semiramis y Scheherezade se mantuvieron cerrados.
Como nota al margen, Semiramis se había convertido en la dueña del gran conglomerado de empresas, tiendas de joyas y minas extractoras de materiales preciosos. Su última adquisición del mineral de damasco le había dado gran prestigio a la diosa Hera que ahora había pasado a Semiramis.
Al mismo tiempo, Sakura, Ana y Rosewisse se habían quedado en la casa cuidando de Bell, fascinadas por un bebé tan tranquilo y risueño.
Cuando Viggo y Kiara llegaron a la mansión, se detuvieron en la entrada y se miraron a los ojos. Kiara miró a Viggo con tristeza, Viggo sonrió confiado, él se acercó y la abrazó. Le dio un beso en la mejilla y después en los labios. Ellos se besaron durante unos minutos hasta que se separaron y se tomaron de las manos.
Viggo miró a Kiara, vestida con su ropa de monja, de rostro ovalado y pupilas amarillas -ven de vez en cuando. A lo mejor, no podemos mantener el mismo contacto que antes, pero eso no quiere decir que te he dejado de amar. Fuiste el mejor comienzo que podría haber tenido, contigo lo aprendí todo-
-Yo, volveré de vez en cuando, quiero ver a tus hijos y como están las chicas. Todos ustedes son mis favoritos. Los amo a todos, a ti, a Semiramis, Scheherezade, Sakura y Ana. Todos ustedes son un gran comienzo para mi-
-Estoy feliz de haberte conocido- dijo Viggo
-Yo a ti, Viggo Dragonroad, aquel que tiene por nombre Guerra-
-También significa Fuego- dijo Viggo
Kiara mostro una sonrisa divertida y añadió -aquel que tiene por nombre Fuego, como la pasión de los amantes. Como el sol que bendice la tierra-
Ambos soltaron sus manos y se miraron por última vez. Viggo sonrió en todo momento, pero cuando Kiara se desvaneció, se apoyó en la puerta de la casa y cayó sentado en el suelo. Entonces llevó su mano derecha a su rostro y lloro en silencio. Todo, porque era débil, todo porque aún no era dueño de su destino ni de lo que pasaba a su alrededor. Todo porque había alguien más poderoso que él y su padre.