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Familia y Diosa 2.185

Paso una semana desde que Viggo volvió del calabozo con Rosewisse, Sakura y Ana. La multa de la guild fue más dolorosa de lo que todos pensaron. Casi el sesenta por ciento de los fondos que recaudaron al bajar hasta el piso 27 y matar al dragón de dos cabezas. Eso devasto al grupo, pero la diosa Bishamon solo se rio y les dijo que fue una mala suerte. Siendo la diosa de la fortuna este tipo de cosas no le importaban. Lo importante era que todos hubieran vuelto en buenas condiciones. Además de que Sakura y Ana crecieron un montón gracias a los constantes enfrentamiento con monstruos.

Por otro lado, Viggo salió muy poco de la casa y la mayor parte del tiempo lo paso cuidando de Uriel, mimando a sus esposas y pintando. Esta vez no era un cuadro de sus esposas o cualquier ser cercano. Kiara le había traído los pigmentos de una tierra mágica, un lugar especial en el que podrían crecer las semillas de las manzanas de Idun con facilidad. Sin embargo, Kiara le advirtió de inmediato. Los manzanos de Idun se demoran en crecer cien años antes de dar fruto y después se demoran otros cien años en producir una nueva manzana. El cuidado debería ser mínimo y con la riqueza acuática y vegetal de aquel mundo que Kiara trajo los pigmentos, Viggo no iba a tener que preocuparse por los árboles.

En estos momentos Viggo le estaba dando los últimos toques a la pintura, el lugar en especial era Alfheim, uno de los Nueve Reinos. Viggo tenía varios colores preparados en la paleta de colores sostenida en su mano izquierda mientras que con el pincel en su mano derecha le iba dando los últimos toques a un árbol con flores que poseían un brillo celestial. Viggo no había ido a Alfheim, pero Kiara le había mostrado las imágenes de donde estuvo. Una de las cosas que más le agrado de hacer pinturas, fue que no estarían los insectos humanoides que luchaban por la luz de Alfheim.

Por otro lado, Viggo solo podía crear una pequeña isla de doscientos metros cuadrados con la fuerza del alma que tenía. Incluso si deseaba demorarse más e inyectar más fuerza del alma, no serviría de nada, ya que la fuerza del alma también se basaba en la calidad. En ese aspecto, Viggo envidio a su padre, ya que Kiara le menciono que, si Kain tuviera la sangre de Ymir, podría crear un continente completo. Viggo le menciono eso a su padre, pero Kain solo sonrió, le dio un beso en la frente y le dijo "Esa es tu suerte, muchacho, eso es lo que te hace ser tú y nadie más. Siéntete orgullos y afortunado. Incluso si otros pudieran hacer lo mismo que tú o más, eres tú el que lo hace y no ellos. Es tu suerte y de nadie más, disfrútala"

Viggo detuvo su pincel al pensar en la respuesta de su padre y se quedó mirando la pintura de un metro de alto por un metro de ancho.

Alguien toco la puerta de la habitación y Viggo respondió -adelante-

-Permiso- respondió Rosewisse abriendo la puerta. Viggo miró hacia atrás y la vio entrar tímida, con un vestido rojo de una pieza que se le pegaba al cuerpo, denotando una figura delgada con grandes senos. No tan enormes como los de Scheherezade, eran más moderados como los de Semiramis. La figura de Rosewisse se veía elegante, con caderas pronunciadas y un bonito trasero. Ella en su nerviosismo tuvo que hacer fuerza para que pasaran sus alas. Una vez que paso, ella se ruborizo mientras plumas blancas caían al suelo. Ella cerró la puerta y camino hasta Viggo.

-Está quedando bonito- dijo Rosewisse al ver el cuadro de Alfheim

-¿Has viajado antes ahí?- preguntó Viggo

Rosewisse se detuvo detrás de él y negó con la cabeza -solo lo conozco por pinturas que había en Vanaheim. Madre me contó que antes de que Odín prohibiera el viaje entre reinos, ella y padre viajaron a ese lugar-

-¿Por eso querías ir a ese lugar?-

-Sí-

-Dame un segundo- dijo Viggo, Rosewisse asintió y él continúo moviendo su pincel sobre el lienzo

-¿Es cierto que hiciste está pintura con tu sangre?- preguntó Rosewisse

-Sí ¿Te desagrada?-

-Sí, no, bueno, no lo sé. Es que me da una mala sensación. Es como si te hubiera quitado algo importante para crear otra cosa-

-No me quitas nada, Rose, yo lo entrego porque así lo quiero. Quiero que tú seas feliz-

-Tonto- dijo Rosewisse con una sonrisa, se agacho y le dio un beso en la mejilla. Viggo continúo pintando en el lienzo mientras estaba sentado en el taburete y Rosewisse parada detrás de él, mirando como completaba el cuadro de Alfheim. Una tierra cubierta de agua en su mayor parte, con una hermosa vegetación y almendros con hojas blancas. Las hojas de las plantas crecían tan grandes como el torso de un adulto. Los árboles tan altos que casi alcanzaban el cielo. El cielo despejado, el agua clara y el aire puro.

-Listo- dijo Viggo bajando el pincel

-¿En serio?- preguntó Rosewisse asombrada, era una bonita pintura de un lugar rebosante de vegetación y agua pura, pero no parecía tan mágico como para que ellos se pudieran meterse dentro de la pintura.

-Tranquila, todavía falta el último paso-

Viggo se levantó del taburete, tomo la paleta de colores, los pigmentos, los pinceles y todo lo que haya obtenido una gota de su sangre mezclada con la fuerza del alma. Kiara ya le había advertido que era en extremo peligroso, por decirlo de una manera sencilla, que alguien se enterara de que él podía hacer un cuadro pintado o que su sangre tenía ese poder. Así que Viggo tomo todas las cosas y las metió en la bolsa de la abundancia para después eliminarlas.

-¿Lista?- preguntó Viggo mirando a Rosewisse con su hermosa figura cubierta por el vestido rojo de una pieza. Ella se veía sexy y su cuerpo erótico, pero su sonrisa y las alas le daban una sensación etérea, casi divina.

-Lista- dijo Rosewisse con una sonrisa y las mejillas ruborizadas

Viggo tomo una profunda respiración, puso sus manos en el marco de la pintura y cerró sus ojos y canalizo una gran cantidad de fuerza del alma que activo todos los colores que tuvo que ocupar por separado hasta formar el cuadro. Entonces, la superficie de la pintura tomo una apariencia similar a la del agua de un estanque en donde podían mirar el paisaje que Viggo pinto. Era una isla llena de vegetación, pasto y árboles de hojas gruesas. También había árboles con hermosas hojas blancas, pequeñas y delicadas.

Viggo se dio la vuelta, miró a Rosewisse y tendió su mano. Ella sonrió llena de anticipación y extendió su mano, posando sus finos dedos sobre la mano de él. Viggo la atrajo a él, le beso el dorso de la mano y ella se ruborizo aún más. Viggo tomo la bolsa de la abundancia, donde también estaban las manzanas de Idun. Rosewisse tendió su mano izquierda y Viggo le entrego la bolsa. Entonces ellos miraron a la pintura. Primero Viggo extendió su mano derecha mientras sostenía la de Rosewisse con la izquierda. Él toco la superficie acuática de la pintura y sus dedos se empezaron a sumergir como si fuera agua, pero no se sentía humedad. No obstante, al pasar la punta de sus dedos pudo sentir la brisa de un lugar selvático. Viggo sonrió, introdujo hasta su codo, miró a Rosewisse con una sonrisa astuta y después paso su cuerpo completo por la pintura.

Viggo vio un hermoso lugar paradisiaco con una playa de arena blanca a su derecha y un bosque a su izquierda. Los grandes árboles de hojas pequeña y blancas abundaban por todos lados. Las plantas que crecían a ras de suelo crecían más allá del metro de altura y sus hojas eran tan grandes que las podrías ocupar como sombrilla para protegerte del sol. El cielo estaba despejado, azul, con un sol incandescente y brillante.

Detrás de Viggo lo siguió Rosewisse, ella quedó sin aliento al ver el lugar de sus sueños. Entonces miró a Viggo y le dio un fuerte beso en la mejilla izquierda que duro una decena de segundos. Ella miró los alrededores, fascinada con la naturaleza y el agua cristalina más allá de la playa de arena blanca. Era tan limpia que podía ver la profundidad de lo que parecía ser un mar que se extendía más infinitamente. Ellos caminaron hasta la orilla de la playa y metieron sus pies al agua, caminaron descalzos sintiendo la fina arena y disfrutando la vista.

Después de pasear por la costa que no les tomo más de unos cuantos minutos, ya que eran solo doscientos metros cuadrados. Después caminaron hasta el centro de la isla y encontraron un claro donde daba el sol perfectamente. En ese lugar la tierra era suave, fácil de escarbar y rica en nutrientes. Ambos se sentaron en la tierra y con un cuchillo, comenzaron a cortar las manzanas de Idun. Sacaron todas las semillas y cuando Viggo se proponía a plantar las que tenía a mano, Rosewisse puso sus manos sobre las de él.

-Yo, bueno- dijo Rosewisse con nerviosismo -tú madre me dijo que planto un manzano esperando que sea como el amor entre ella y tu padre- ella agacho la mirada mientras se ponía roja desde el cuello hasta las orejas -yo, a mí, me gustaría plantar todas estas semillas- ella levantó su rostro y lo miró a los ojos -me gustaría que nuestro amor perdure tanto como este cuadro, tanto como estos árboles. No sé si eso será posible, pero en serio, yo quisiera que fuera para siempre-

Viggo quedó mirando a Rosewisse a los ojos, su largo cabello de plata caía a los lados del rostro enmarcando un rostro con forma de diamante. Ojos azules, facciones pequeñas, labios gruesos y sensuales. Ella era perfecta, pensó Viggo.

-Te lo encargo, Rosewisse- dijo Viggo con una sonrisa rebosante de amor

Rosewisse hizo una amplia sonrisa, tomo las semillas de las manzanas de Idun y comenzó a cavar un agujero en la tierra. Sus manos y sus uñas se ensuciaron, pero ella continuo hasta que considero que un agujero de un metro de profundidad era suficiente. Incluso sus hermosas alas blancas se mancharon de tierra, pero nada de eso le importo. Ella se dedicó a colocar con cuidado cada semilla de manzana de Idun. Entonces cuando estuvo lista, ella junto sus manos y comenzó a rezar a alguien. Una vez que ella termino de rezar, empezó a echar tierra sobre las semillas de manzana de Idun. Según Kiara, eso iba a ser suficiente para que las semillas crezcan. En términos sencillos, era muy difícil que alguna planta no crezca o no de fruto en Alfheim, a menos que sea ese tipo planta o árbol.

Rosewisse se dio la vuelta con las manos y alas sucias, miró a Viggo. Ambos se miraron durante unos segundos, ella se puso de pie y de forma suave, llevó sus manos a los tirantes del vestido en sus hombros. Ella los deslizo por sus hombros y el vestido cayó al suelo. Ella era un ángel en todo el sentido de la palabra. Hermosa, con un maravilloso cabello de plata y rostro hermoso. Sonreía con nerviosismo, pero no le quitaba belleza ni por asomo.

Viggo se puso de pie, camino hasta ella y con suavidad, llevo sus manos a la cintura. Ellos se quedaron mirando durante unos segundos, sabiendo que solo eran ellos dos en este pequeño mundo. Viggo acercó su rostro, Rosewisse hizo lo mismo, se miraron una vez más y acercaron sus labios hasta que se dieron un beso pequeño, suave y breve. Se volvieron a mirar a los ojos y después se dieron un beso profundo sin pensar en nada más.

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