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Valkiria y Familia 2.160

Kain dejo a Eina con su madre Aina en el interior de la casa y llevó a Viggo y Rosewisse a su taller de herrería, detrás de la casa. El lugar se veía como una caseta rustica de color gris de dos metros y medio de altura por diez metros de ancho. Al entrar, se encontraron con un lugar de estructura simple. Estanterías a los lados de la puerta y mesones de metal a los lados con todo tipo de herramientas en la superficie. Por debajo de los mesones había muebles de cajoneras y al final del taller, una fragua y un yunque.

-Ven aquí muchacho- dijo Kain con una sonrisa en los labios, se acercó a la estantería y se puso un delantal de cuero lleno de manchas de tizne, grasa y cortes de todo tipo, incluso quemaduras. Después busco otro delantal limpio y se lo entrego a Viggo.

-¿Sabías que iba a venir?- preguntó Viggo

-No, muchacho, pero tu madre es la diosa de la forja, tu viejo, yo, soy un maestro de la forja. Era cosa de tiempo para que vinieras a buscar ayuda-

-Padre, yo no quiero ser herrero-

-Sí, lo sé, muchacho- dijo Kain -pero no hace mal saber cosas-

Viggo se puso el delantal de cuero, miró a su padre y asintió. Kain mostro una sonrisa al verlo vestido como un herrero y le acaricio el rostro. Después paso por su lado y le dijo -ven acá-

Viggo lo siguió mientras Rosewisse miraba a Viggo con envidia. Kain adoraba a su hijo, quería darle todo, se notaba a leguas, pero Viggo era demasiado estúpido para darse cuenta ¿Cuánto no daría ella para tener a sus padres a su lado? Soltó un suspiro y continúo mirando a Viggo y Kain. Este último le enseño a su hijo como encender la forja. Una vez encendido el fuego, fueron a las cajoneras bajo los mesones y sacaron varios moldes de anillos con un agujero en la parte superior. Kain abrió los mondes y le explico a Viggo como formar un anillo derritiendo metales y depositándolo en los moldes. Viggo puso atención a todo lo que le decía su padre y lo escucho en silencio.

Una vez que el fuego en la forja estuvo a un nivel insoportable, Viggo y Rosewisse salieron al patio y dejaron a Kain derretir acero de damasco, el mejor material de forja en Orario.

-Eres estúpido Viggo- dijo Rosewisse de brazos cruzados mientras miraba a Kain trabajar en el interior del taller.

-No recuerdo haber hecho algo para que merezca esas palabras- dijo Viggo de pie, al lado de Rosewisse y mirando a su padre.

-Te lo mereces y si no estuviera tu padre, te daría un puñetazo en esa cara de tonto que tienes-

Viggo miró a Rosewisse y ella lo miró enojada.

-Viggo, hijo, ven acá- dijo Kain desde el interior de la forja

Viggo quedó mirando Rosewisse durante unos segundos, pero después miró al interior y se internó en el terrible calor.

-Sí, padre- dijo Viggo frunciendo el ceño ante el calor de la forja

-Trae los moldes que te mostré- dijo Kain

Viggo tomo los moldes encima de la mesa y los llevo a donde estaba Kain. Este último le ordeno que los pusiera encima del gran yunque a solo unos metros de la fragua. Viggo así lo hizo. Kain sacó unos guantes de cuero rústicos y gruesos. Se los tendió a Viggo, él los tomo, se los puso y Kain lo guio a tomar unas largas pinzas para sacar un recipiente de hierro en el interior de la fragua. El metal estaba al rojo vivo con el acero de damasco derretido en su interior. Viggo tomo las largas pinzas y se acercó a la fragua, aguantando el terrible calor. Después tomo el recipiente de hierro y lo sacó de la forja.

-Eso, hijo- dijo Kain -vamos, con cuidado, no lo vayas a botar o nos quemaremos y será doloroso como ninguna otra cosa que hayas sentido en la vida-

-Eso no ayuda padre- dijo Viggo traspirando lo que nunca había traspirado en su vida por el terrible calor.

-¿Qué sería de la vida sin un poco de miedo a los errores?- preguntó Kain con una sonrisa en los labios, como si estuviera disfrutando del movimiento lento y temeroso de Viggo. Este último llevo el recipiente de hierro al rojo vivo y lo puso encima de los moldes para crear anillos.

-Ok, hijo, cada molde tiene un pequeño agujero. Trata de depositar el metal liquido en cada agujero y eso llenara el molde-

-Bien, padre- respondió Viggo e hizo lo que le pidió Kain. Sus manos tiritaban, pero lo hizo correctamente.

-Bien, eso es todo por ahora- añadió Kain -deja eso en el borde de la forja de manera cuidadosa- Viggo lo hizo y Kain continuo -ok, ahora hay que esperar a que se enfríe el metal y recién vamos a poder a construir un catalizador-

-¿En serio podemos hacer magia con un anillo?- preguntó Viggo

-Claro que no muchacho, pero tienes que aprender a generar anillos que mejoren los atributos naturales del cuerpo para poder saber cómo diseñar tu catalizador. Un bebé no corre antes de gatear- dijo Kain sacándose el delantal

-Padre, pero no necesito hacer todas estas cosas-

-Soy tu padre, soy tu maestro, viniste aquí porque reconoces que yo tengo el conocimiento. Así que, si yo digo que tienes que aprender esto, lo aprenderás-

-Padre-

-Nada de "padre", muchacho- dijo Kain con el ceño fruncido -ya no tienes cinco años, escucha lo que dice tu padre-

-Está bien, viejo- respondió Viggo, se acercó al estante y se sacó el delantal

Kain salió del taller y le dijo -por ahora vamos a descansar, cenamos y después continuamos con los grabados en los anillos. Créeme, eso será más divertido. No es tan complicado como entender una magia. Es algo como forjar armas, tiene un proceso lógico que se vuelve una rutina- después miró a Rosewisse quien seguía de pie mirando al taller con los brazos cruzados -tú también estás invitada. Hephaestus está por llegar de su trabajo, a ella le gustaría verte-

-Entiendo señor- dijo Rosewisse mirando a Kain con las mejillas ruborizadas. Era como si él le estuviera dando la bienvenida a su familia y la acogiera como su nuera.

Kain asintió y camino por delante con dirección al manzano de su patio. Viggo salió del taller, miró a Rosewisse y pensó que sería natural. Después de todo, Rosewisse es inteligente y se sentiría atraída por un hombre inteligente como su padre.

-¿Vamos?- preguntó Viggo

Rosewisse miró a Viggo a los ojos, todavía sintiendo esa molestia con él por ser tan tonto con su padre. Ella asintió y camino por delante. Viggo la siguió de cerca sin hacerse problemas y cuando llegó a la mesa, se sentó. Durante unos minutos todo estuvo en silencio. Kain con más experiencia entendió que algo pasaba entre Rosewisse y Viggo, así que se levantó diciendo que tenía algo que hacer, pero que les avisaría cuando estuviera lista la comida.

Viggo asintió con total tranquilidad y acercó su mano derecha a la mesa para recoger un rollito de salchichón. Se lo echo a la boca y después tomo una aceituna. Al mismo tiempo, Rosewisse lo quedó mirando durante un largo rato, hasta que Viggo no la pudo ignorar.

-¿Qué sucede?- preguntó Viggo con total tranquilidad

-¿Por qué no eres más amable con tu padre?- preguntó Rosewisse

Viggo frunció el ceño y miró hacia otro lado, como si le molestara tal comentario e ignoro a Rosewisse.

-Eres un tonto egoísta-

-Oye, yo no tengo ningún problema si te atrae mi padre, pero no creas que eso te da derecho a decirme cómo comportarme-

-¡¿Qué?! ¿En, en, en serio crees eso?- preguntó Rosewisse incrédula de lo que dijo Viggo

-¡¿Qué?! No tiene nada de malo. Padre es un hombre fuerte, inteligente y bueno para la magia. No tienes nada de qué avergonzarte. Sin embargo, te sugiero que no te metas en el camino de la tía Hera. Ella es quisquillosa con las otras esposas de mi padre-

Rosewisse apretó sus puños con toda su fuerza, levantó su mano derecha y le dio una cachetada que le dejo los dedos marcados en la mejilla -es como dice tu padre, tu cerebro no funciona- grito. Ella se levantó, extendió sus alas blancas y salió volando.

Viggo se quedó congelado, sin saber que responder ante tal comportamiento. Llevo su mano derecha a su mejilla y sintió como le ardía la piel. Soltó un suspiro y se quedó mirando la mesa. Ellos eran amigos, en ningún momento hubo algo así como un sentimiento romántico o algo. A lo mejor ella se enojó por otra cosa, pensó Viggo. Puede que la preocupación de Rosewisse por su comportamiento con su padre era sincera. A lo mejor él se comportó como un idiota y no se dio cuenta. Viggo echo su cabeza hacia atrás, apoyando la nuca en el respaldo y mirando al cielo.

-¿Qué hiciste muchacho?- preguntó Kain

Viggo echo su cabeza más atrás y vio a su padre caminar en su dirección con una fuente que emitía un vapor y aroma a fritura.

-No lo sé, padre- dijo Viggo -por lo usual sería fácil para mi tratar con una mujer, pero con Rosewisse nada es tan sencillo-

Kain llegó a la mesa, se sentó frente a Viggo y deposito la fuente con jagamarukun en la mesa. Viggo se sentó correctamente, estiro su mano derecha y sacó un jagamarukun. La textura estaba caliente y áspera. Él mastico el jagamarukun y crujió en sus dientes.

-Esto es bueno- dijo Viggo con la boca llena

-Sí, Flora lo trajo, a Isabel le gusto y a los demás también- dijo Kain -así que llevamos dos días comiendo jagamarukun en la mañana y en la noche. Ya me siento enfermo-

-Papá lo tiene difícil-

-Tú también, muchacho- respondió Kain con una sonrisa cansada

-¿Crees que estoy mal? ¿Qué no soy respetuoso contigo? Rosewisse se enojó conmigo diciéndome que era un tonto-

-Bueno, yo ya estoy acostumbrado a tu forma de ser, pero puede que a los demás no les guste. Realmente no sé qué nos separa a los dos, pero tienes que saber que eres mi hijo, te amo no importa lo que pase en el mundo-

Viggo mostro una sonrisa y dijo -gracias, padre-

Kain asintió y continuo -pero puede que no sea fácil para ti tratar con Rosewisse. Verás, tu viejo tiene una experiencia similar a la tuya. Hace muchos, muchos años, conocí a alguien que se llamaba Catalina. Estoy seguro de principio a fin qué fue más fuerte el sentimiento de amistad que el de enamorados. No, creo que fue primero la amistad y después nació el amor, con el tiempo. Tuvimos hijos, todos maravillosos. Ella también fue maravillosa, alguien a quien le confíe mi corazón y mis preocupaciones. Si te soy sincero, no sé si esa niña Rosewisse tenga ese tipo de sentimiento por ti, pero si resulta ser así, atesóralo como ninguna otra cosa en el mundo. Ese es el único consejo que te puedo dar-

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