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Continuación del entrenamiento 1.137

Viggo estaba en las profundidades de la caverna, casi al final de la rampla que conducía a la salida. Ni siquiera había podido avanzar más de cien metros, dado que en cuanto decidió ir más allá de la rampla, los ogros desde sus guaridas lo escucharon y empezaron a salir. Uno a uno fue muriendo bajo los poderosos cortes de Viggo, pero los mismos rugidos agónicos llamaban al siguiente y así sucesivamente.

Viggo mato al último ogro, su cuerpo estaba cubierto de sangre de los monstruos mientras respiraba con dificultad. En un principio se puso a contar, pero después del número veinte perdió la cuenta y se concentró en solo matar. Cada ogro era una máquina de guerra, con una fuerza animal y un instinto bestial. Una actitud feroz desarrollada por los años de luchas territoriales y una gran necesidad de cazar para sobrevivir. Los minotauros del calabozo ni siquiera se le podían comparar en brutalidad e instinto animal.

Viggo miraba los alrededores de la cueva, enfocando su touki en los oídos por si escuchaba algún enemigo acercarse, pero parece que después de matar al último ogro, el camino había sido despejado. Viggo tuvo las ganas de salir de la cueva, beber agua y acostarse en los pastizales. Sin embargo, ahora era momento de avanzar y explorar.

La rampla fue la primera parte de una refinada arquitectura en piedra. En la base de la cueva, el suelo de piedra estaba emparejado con una estructura de grandes pastelones de piedra. Las murallas eran planas y cinceladas con hermosos grabados similares a enredaderas entrelazadas. Los pilares gruesos, de caras planas y marcados con palabras enanas. La pura entrada se extendía más de cien metros en todas las direcciones, formando un cuadrado perfecto. No obstante, tal arquitectura se veía manchada por los escombros formados por las estalactitas que habían caído del suelo y los retazos de paredes que se habían desmoronado. Al mismo tiempo, niebla se extendía por el suelo mientras todo el lugar olía a humedad y animal. También huesos de animales con estructuras completas repartidos por todos lados.

Viggo avanzó hasta el pilar central, de más de dos metros de ancho y empezó a mirar los grabados enanos. Faye le había enseñado a Atreus y él había captado algunos conocimientos. Viggo no se podría comparar a su pequeño amigo; todo un académico. Viggo podía leer el idioma, pero siempre tenía alguna que otra dificultad para interpretar de la manera correcta cierta palabra.

Viggo paso más de media hora leyendo lo que decía el pilar:

<<Yo Thorin, escribo en piedra mis maldiciones contra el padre de todo. Porque después de habernos alejado de nuestra tierra, habernos tildado de pecaminosos y forzar a nuestros hermanos en Svartalfheim a renegar de nosotros, nos separó de nuestro rey. El dios cuervo lo guio a otra tierra, dejándonos abandonas en este puesto de avanzada. Si no fuera porque la base del desfiladero es una tierra rica en nutrientes y podemos plantar alimentos, nos hubiéramos muerto del hambre ¡Maldito seas, Odín!>>

El resto del texto mencionaba cosas similares, como perturbar el sueño de los guerreros del puesto de avanzada y mandar monstruos al desfiladero, como ogros y draugrs.

Viggo soltó un suspiro y encontraba más y más razones matar al dios rey de estas tierras. Sin embargo, solo poseía el objetivo, la razón, pero no los medios. Para empezar ¿Cómo se llegaba a Asgar? Viggo negó al encontrarse con una pregunta que de momento no tenía respuesta y murmuro -¿Qué debería estar haciendo yo en este momento?-

Entonces Viggo recordó que estaba investigando la cueva en el fondo del acantilado. Había entrado, había luchado con varias decenas de ogros y una vez que los mato a todos, se había concentrado en la lectura de este pilar. Tanta información, pensó. Soltó un suspiro y miró a sus espaldas. Los cadáveres, enormes y robustos, de los ogros seguían tirados en el suelo. Unos con la mandíbula partida a la mitad de un hachazo. Otro con la garganta o el estómago abierto, dejando así sus viseras esparcidas por el suelo.

Viggo bordeo el pilar y avanzó mirando los alrededores. En el suelo de fría piedra negra había algunos trozos de patas de sillas y mesas, como si este lugar antes hubiera sido habitado por seres inteligentes. No obstante, según los registros de la cámara de Odín, este lugar había sido abandonado hace más de 100 años.

Viggo vio al final de la entrada cuatro puertas enormes cinceladas en el muro de roca. Cada una medía más de tres metros de alto y cuatro metros de ancho. Viggo supuso que esto lo llevaría a las recamaras interiores o los famosos talleres enanos. Viggo avanzó por la primera puerta a mano derecha y avanzó por un oscuro pasillo. Todo estaba en completa oscuridad y lo único que iluminaba el camino era el aura roja de touki. Al mismo tiempo, el aura agudizaba los ojos y oídos de Viggo permitiéndole moverse sin dificultad.

El pasillo era un grueso túnel cuadrado de piedra perfectamente cincelada. Se veían algunos dibujos en las paredes sobre unos enormes portales de metal dorado. También había un enorme templo de doble pendiente que en el centro se volvía convexo. Sobre el techo del templo se alzaba una enorme estatua de un guerrero en armadura portando una lanza y un escudo.

El mural mostraba algunas criaturas fantásticas, como dragones, una enorme serpiente y enormes criaturas humanoides que eran más grande que las montañas. Viggo los fue mirando uno a uno y memorizando sus figuras para después anotarlos en sus libretas. Cada conocimiento sería una pista valiosa que lo llevaría más cerca de su objetivo.

Al final del pasillo, Viggo se encontró con pequeñas habitaciones cinceladas en la roca. Tenían tres metros de profundidad por 2 metros de alto 4 metros de largo, donde había un horno y un yunque. También había cajas con espadas oxidades en una esquina y largas barras de metal acostadas al lado de la muralla. Seguramente esto era el sector industrial, donde antes los enanos tomaban una habitación y se dedicaban a templar sus armas.

La zona industrial se extendía más de cien metros a lo largo como un enorme pasillo de altas murallas. Lo más probable es que el resto de las otras entradas deben haber sido lo mismo, pero Viggo decidió seguir adelante y revisar los otros caminos después. La entrada a otro pasillo puso fin a la zona industrial y Viggo se sumergió en un lugar a un más oscuro.

Una vez que salió del pasillo, llegó a un enorme espacio abierto que se elevaba por dentro de una cavidad de la montaña. Era enorme, más de trescientos metros de altura, con casas diseñadas en las murallas de roca sólida. Amplios puentes que interconectaban los diferentes niveles. Enormes poleas con gruesas cuerdas que descendían desde lo más alto de la construcción. Viggo elevó su rostro y miró maravillado ante tal construcción. No obstante, toda su tranquilidad se vio perturbada por un rugido ensordecedor. Viggo miró en todas las direcciones y vio a un ogro arrastrarse en cuatro patas por un pasillo. Sin embargo, una vez que salió, el ogro se puso de pie alcanzando con facilidad los cinco metros de altura. Era enorme, de piel oscura y escamas en los brazos tan duras que parecía un blindaje metálico. En su espalda crecía enormes protuberancias que parecían gruesas estalactitas. Era el ogro alfa, pensó Viggo. Este último agarro el hacha con ambas manos y se dispuso al combate.

Al mismo tiempo, el ogro rugió mostrando sus enormes fauces y largos colmillos. Tomo un gran trozo de escombro cerca suyo y lo lanzó como si no pesará nada. Viggo se hizo a un lado y el trozo de roca estallo en el suelo. Los fragmentos fueron lanzados en todas direcciones, pero Viggo con su touki fue totalmente inmune. Viggo evaluó una vez más al enorme ogro y sonrió. Sin embargo, por alguna razón, sintió una especie de dejavu. Negó con su cabeza y empezó a trotar en la dirección del ogro. Al mismo tiempo, el ogro comenzó a moverse igual que los simios, apoyado en sus nudillos. Viggo notaba cada vez más grande al enorme ogro y el ogro veía a Viggo más insignificante como un pequeño insecto. El ogro alzo sus poderoso brazos y los descargo sobre Viggo. Este último saltó hacia un lado, rodo y se reincorporo. El ogro lanzó un manotazo en horizontal y Viggo se agacho pasando por debajo del enorme brazo. El ogro continuo su ataque con torpes pero poderosos puñetazos que estremecieron el suelo, pero Viggo seguía esquivando los golpes y mirando con cuidado la composición de la bestia. Era alto, era fuerte y era feroz, pero al igual que todos los monstruos del tipo humanoide, las partes internas del brazo, las costillas, el cuello y los muslos eran blandas y débiles. Por fuera de sus brazos parecía estar blindado con poderosas escamas, pero el interior de las muñecas estaba completamente expuesto. Viggo dejo que lanzará otros puñetazos, obligando al ogro a realizar movimiento más abiertos al mismo tiempo que se exponía. Una vez que Viggo esquivo un puñetazo, tomo su hacha con ambas manos y la descargo contra la muñeca. El hueso se quebró al instante y quedó un prominente corte del cual comenzó a emanar la sangre. Viggo se quedó al cortó alcance y el ogro respondió lanzando manotones. Viggo fue esquivando y retrocediendo, hasta que el ogro alzo una vez más sus manos y las descargo como dos poderosos martillos que estremecieron la tierra. Viggo dio un salto hacia atrás, tomo el hacha con una mano y calculando el ángulo de la cabeza y la ubicación de los ojos. Lanzó el hacha y esta voló para estrellarse contra el ojo izquierdo y reventarlo. El ogro rugió del dolor y se echó hacia atrás como escondiendo su rostro. Al mismo tiempo, Viggo canalizo el mana a su mano derecha y llamo al hacha para que esta volara a su mano. El hacha voló girando en el aire y el mango cayó justo en la palma de su mano. Viggo sonrió contento y agarró el hacha con ambas manos.

El ogro se recuperó del golpe y miró a Viggo con su único ojo bueno. Al igual que antes, comenzó lanzando puñetazos y después levantando sus puños y azotándolos contra el suelo. Viggo esquivo uno a uno los golpes y cuando el ogro extendía sus manos para atraparlo, él le daba con el hacha y le machacaba las manos. El ogro se empezó a desesperar y a lanzar golpes con mayor fuerza. Viggo solo seguía retrocediendo, golpeando cuando debía y esperando un gran movimiento. El ogro no lo hizo esperar y otra vez cometió la imprudencia de alzar sus manos para aplastar. Viggo sonrió confiado, saltó hacia atrás, los monstruosos puños golpearon el suelo de fría piedra negra y provocaron un temblor. Al mismo tiempo, Viggo calculo la ubicación del único ojo bueno y le lanzó el hacha al ogro. Otro rugido de agonía sonó y el ogro se cubrió el rostro con ambas manos. Una vez más, Viggo llamo al hacha y esta voló obedientemente a su mano. Viggo lo sabía, lo sentía, era fuerte, estaba en control, podía vencer con total superioridad.

A los pocos segundos, el ogro comenzó a lanzar manotazos para todos lados en su desesperación. Viggo aprovecho que, en su locura el ogro le dio la espalda y corrió, se subió a la espalda ayudado por las enormes protuberancias como estalactitas y se subió a los hombros. Viggo levantó el hacha con ambas manos, el ogro se sacudió de lado a lado haciendo difícil el mantener el equilibrio, pero nada detuvo a Viggo. Él gritó con toda la furia que había en su corazón y descargo el hacha. El aceró de damasco cayó como un rayo partiendo la cabeza del ogro por la mitad hasta el cuello y matándolo al instante. El cuerpo se desmoronó y Viggo saltó de la enorme bestia para caer de pie sobre el suelo de fría piedra oscura. Él era fuerte, se sentía fuerte, estaba en control y, sobre todo, estaba seguro de poder sobrevivir. Al menos, eso sintió en aquel momento. Casi treinta ogros más un alfa no es una mala marca ¿no?, se preguntó a sí mismo.

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