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Fuerza y Rivalidad 1.108

Viggo ahora estaba tirado en el piso, jadeando y traspirando a mares mientras todo su cuerpo estaba cubierto de moretones. Su pecho subía y bajaba en un esfuerzo de recuperar el aliento mientras miraba el techo del domo que cubría el campo de prácticas de la familia Hera. Podía escuchar a Jason parado a unos diez metros de él, diciéndole que se apurará porque no tenía toda la mañana hasta que él se sintiera cómodo para seguir luchando.

Al mismo tiempo, algunos veteranos de la familia Hera estaban sentados en las gradas mirándolos. Los que habían visto a Kain entrenar a otros en la misma arena, pensaban que Jason había sido poseído por el mismo espíritu demente que su maestro.

Viggo llevaba dos semanas entrenando con los lideres de la familia Hera (Jason, Odiseo y Aquiles). Cada uno era estricto y corregía a Viggo en diferentes áreas. No obstante, el más loco de todos fue Jason, quien presionaba a Viggo hasta caer rendido y lo obligaba a levantarse a pesar de que no le quedaban energías. Al principio del entrenamiento muchos novatos habían venido a mirar para ver si podían robar algo de conocimiento, pero a medida que se prolongaba la lucha, se fueron retirando. Cada uno pensaba que Jason estaba destruyendo a Viggo a base de puñetazos y patadas. Sin embargo, solo los veteranos sabían que Jason golpeaba con un propósito. Él evadía la mayor parte de los ataques dando consejos para corregir ciertas posturas o muletillas a la hora de luchar. Y solo cuando Viggo cometía un error demasiado importante como bajar su guardia o desproteger un órgano importante, Jason lo castigaba.

-¿Cuánto tiempo nos queda?- pregunto Jason a una muchacha amazonas que estaba parada entre la arena y las gradas. Ella manejaba el reloj de arena con que cronometraban la duración de cada asalto.

-Un cuarto de hora, capitán- respondió la amazona de piel canela y ropa provocativa que acentuaba sus caderas y trasero.

Jason asintió y miró a Viggo que aun jadeaba tirado en el suelo. Él sonrió recordando en la patética forma que terminaban él y sus hermanos después de cada entrenamiento. Sin embargo, la diferencia era clara. Viggo era un monstruo entre los monstruos. Cuando Jason tenía la edad de Viggo parecía que iba a morir en cada entrenamiento, pero era porque él y sus hermanos eran demasiado débiles. Sin embargo, Viggo aquí estaba atacando, esquivando, resistiendo y contraatacando contra la fuerza de un nivel 6. Jason se mordió el labio inferior pensando en lo afortunado que era Viggo y en lo envidioso que estaba de su talento. ¿Por qué la vida era tan injusta? Se pregunto. Sin embargo, como siempre en la vida, escucho a Kain en su cabeza.

<Hay gente que nació con talento y un camino hecho; él resto de nosotros tenemos que esforzarnos y crear ambas cosas con nuestras propias manos>

Jason tomo una gran respiración y recordó como Kain siempre hacia énfasis en eso. Cuando eran niños, él y sus hermanos pensaban que Kain les decía eso a modo de consuelo, ya que a diferencia de la mayoría de los niveles 2 de la familia Hera, Jason y sus hermanos carecían de habilidades. Sin embargo, cuando ellos maduraron y vieron como los dioses trataban a su maestro y le temían, empezaron a entender muchas cosas.

¿Qué pena no volver a ser joven y corregir muchas cosas que hicieron mal? Jason pensó que, si volviera a ser joven leería sin parar. Adquiriría todo el conocimiento que le recomendó su maestro, perfeccionaría la técnica de lanza que él le dejo y se volvería increíblemente fuerte. Sin embargo, lo hecho, hecho está.

-Vamos, Viggo, no te quedes tirado en el piso- dijo Jason en un fuerte tono que todos los que estaban en las gradas, alrededor de la arena, pudieron escuchar -ya perdimos 3 minutos esperando que levantes tu trasero-

Viggo soltó un gruñido, posó sus manos sobre el suelo de frio concreto y se empujó de nuevo para levantarse. Una vez sobre sus pies, él dirigió su mirada a Jason. Todo se veía borroso y su cuerpo se sentía fatigado. ¿Cuántas veces había ocupado la armadura de touki durante las pasadas 3 horas? Por lo menos más de una treintena de veces. Su armadura de touki solo duraba cinco minutos hasta que todo su mana se consumía y quedaba en un estado de cansancio extremo. Sin embargo, tenía la ventaja de que su cuerpo recuperaba mana de forma rápida y a los cinco minutos podía volver a ocupar la armadura de touki. Por otro lado, mientras tuviera el touki activo, sus brazos, piernas y reflejos funcionaban de manera sobrenatural.

Viggo tomo una gran respiración, se puso en posición de boxeo, cubriendo su estómago y mentón. Al mismo tiempo, el aura rojiza cubrió todo su cuerpo y su mente, músculos y sentidos se sintieron más despiertos que nunca. El brillo en sus ojos volvió y una vez más, estuvo listo para luchar.

Jason sonrió del otro lado de la arena. Dio unos saltitos sobre su posición y de repente salto, dando la impresión de desvanecerse en el aire. Al instante siguiente apareció delante de Viggo y le comenzó a lanzar una lluvia de puñetazos.

Viggo esquivaba con un rápido juego de piernas, moviéndose a los lados y evadiendo los peligrosos golpes a la cara. Sin embargo, su concentración estaba puesta en aguantar las riendas de la terrible energía que producía la armadura de touki. Era como un caballo enloquecido que jalaba de las riendas para salir a correr con todas sus fuerzas. No obstante, Viggo lo retenía porque en el momento que suelte su concentración, el aura de la armadura de touki se ira junto con el aire y caerá rendido.

-¡Vamos!- grito Jason -eso es todo lo que puedes hacer-

Viggo sintió ese calor furioso en el interior de su pecho y lanzó un grito. Entonces se agacho pasando por debajo de los poderosos puñetazos dirigidos a su cara, se posiciono por debajo del brazo derecho de Jason, apretando su puño y le dio un poderoso puñetazo en las costillas.

Jason sintió el poderoso impacto y dio dos pasos hacia atrás. Se palpo las costillas y se rasco como si algo lo hubiera picado un mosquito. Entonces él sonrió y miró hacia adelante solo para ver a Viggo caer de espaldas y quedar tumbado en el suelo.

Jason soltó un suspiro y dijo -ibas tan bien, eso había escalado hasta la fuerza de un nivel 7, pero justo te desmayas-. Él levantó los hombros en un gesto de "no hay nada que hacerle". Levantó su mano y chasqueo sus dedos -tomen a Viggo y llévenlo a la habitación de huéspedes en la mansión-

Dos hombres se levantaron de las gradas y caminaron con dirección a Viggo. Pasaron por al lado de Jason y una vez que llegaron delante de Viggo, uno lo tomo de las manos y el otro de los pies. De esa manera lo cargaron y salieron del campo de práctica.

-Capitán- dijo la amazona que controlaba el reloj de arena -¿No cree que esté siendo demasiado estricto? Es solo un muchacho-

Jason bufo y respondió -no sabes nada. Puede que se vea como un mocoso, pero es muy fuerte. Además, solo eres un nivel 2, cuando llegues a nivel 4 ven a decirme como enseñarle a los demás-

-Odioso- dijo la joven amazonas y le saco la lengua. Jason solo sonrió y camino a las duchas mientras la amazona lo seguía.

Por otro lado, Viggo se despertó como a las dos de la tarde cuando el sol había cambiado de posición y la luz entraba por la ventana dándole justo en los ojos. Viggo soltó un gruñido de dolor y apoyó sus manos sobre la cama.

-No te levantes- dijo Semiramis sentada a un costado de la cama.

Viggo abrió los ojos con dificultad y de su frente cayó un paño húmedo. Entonces vio unas manos de piel morena, suave y delicadas. Él levantó la vista borrosa y reconoció a Scheherezade y sus hermosos ojos color esmeralda. Ella tomo el paño mientras Viggo se dejaba caer sobre la cama. Semiramis se acercó, le arreglo la almohada y le acomodo la cabeza. Ella se sentó en el borde de la cama y le acarició las mejillas. Viggo frunció el ceño y dejo escapar un pequeño alarido de dolor que asusto a Semiramis. Ella retiro sus manos de inmediato pensando en que le había hecho daño, pero para su sorpresa, Viggo soltó una risita.

-Idiota- dijo Semiramis y le dio una palmada en el pecho.

-Ouch- dijo Viggo como si le doliera -no me pegues mujer, tu marido recibió una buena golpiza-

Semiramis soltó un bufido y le dijo -espero que sea más seguido, te lo mereces por asustarme-

-Solo hoy estas aquí para verme-

-Que yo no esté a tu lado, no quiere decir que no pregunte. La dama Hera tiene oídos y ojos por todos lados y siempre que le pregunto, nos dice como fue todo-

Viggo cerró los ojos, giró su rostro hacia otro lado y murmuro -estoy bien, solo un poco cansado. En dos horas se irán mis heridas y mi cuerpo quedará como nuevo-

Semiramis soltó un suspiro lleno de angustia mientras Scheherezade se sentaba en el borde contrario de la cama y colocaba el pañuelo húmedo sobre la frente de Viggo.

-¿Cuánto tiempo durara esto?- pregunto Scheherezade con un rostro lleno de preocupación. Viggo a lo mejor estaba acostumbrado a verse así, pero ella no. Para ella, Viggo siempre vence, canta más hermoso que cualquiera y está lleno de ingenio. Este Viggo lamentable que termina lleno de moretones por todo el cuerpo era algo desconocido para ella.

-Durara lo que tenga que durar- dijo Viggo abriendo los ojos con dificultad, estiro su mano y tomo la mano de Scheherezade, después tomo la mano de Semiramis y continuo -siempre hay alguien más fuerte que uno. Mi padre y mi maestro me enseñaron eso, así que dudo que me detenga en algún punto de la vida. No quiero perder a ninguna de ustedes solo porque no tuve la suficiente fuerza. En estos momentos estamos protegidos por mi padre, pero eso no será para siempre-

Semiramis y Scheherezade tomaron una mano de Viggo de forma respectiva, la cobijaron entre sus manos y las llevaron a sus mejillas. Ellas pudieron sentir la piel herida y el calor provocado por los moretones. Era totalmente diferente del agradable calor que normalmente Viggo emitía. Daba una sensación débil y enfermiza. Al mismo tiempo, Viggo hizo una pequeña sonrisa y cayó dormido.

Semiramis y Scheherezade acomodaron a Viggo en la cama y fueron a un escritorio en un rincón de la habitación. Semiramis tenía un libro e iba mencionando ciertos montos con una fecha asociada y un objeto. Era el trabajo especial que le había asignado la diosa Hera. La tienda estaba atendida por unas vendedoras profesionales, así que no había necesidad de que ellas se preocuparan por la venta. Lo importante en este caso, era llevar el control del dinero y compararlo con las existencias.

Media hora después alguien toco la puerta y ambas detuvieron su trabajo. Las dos cerraron los libros y miraron a la puerta que se abrió. Una hermosa mujer de cabello rubio y ojos celestiales apareció detrás de la puerta.

-Permiso- dijo Hera mientras entraba a la habitación. Primero miró a Viggo acostado en la cama en el centro de la habitación. Ella asintió al verlo dormir tranquilo y después miró a las dos mujeres en el escritorio en una esquina de la habitación -¿Cómo les va?- pregunto

Semiramis se volteó, hizo una pequeña reverencia y dijo -todo bien, dama Hera. Los ingresos son equivalentes a las ventas de joyas y piedras preciosas-

-Ya lo sé- dijo Hera avanzando hasta Semiramis. Al mismo tiempo, Scheherezade se levantó de su silla e hizo una reverencia. Hera llego frente a las dos y le dijo -lo importante es que entiendas cómo se mueve el mercado, cuáles son las épocas de mayor demanda y a qué están asociadas. También que entiendas el precio, la clasificación y que tipo de productos debes guardar para ciertas personas-

Semiramis hizo una sonrisa incomoda y dijo -bueno, la mayoría de las joyas están al alcance de los grandes aventureros y nobles de otros países. Sin embargo, las joyas de más cien millones de valis solo se venden a las diosas, reinas y reyes-

Hera asintió satisfecha con la respuesta y después miró a Viggo por un breve instante y volvió a mirar a Semiramis a los ojos -¿Preocupada?- pregunto

-Sí, bueno- respondió Semiramis agachando la mirada. Después levantó su rostro y le dijo a los ojos -nunca había visto a Viggo tan herido-

Hera asintió y respondió -es normal que no lo entiendas, ser guerrero es una forma de vida barbárica, pero necesaria. Mírame a mi ¿Crees que sería la gran diosa que soy si no tuviera a los mejores aventureros?- Semiramis negó y Hera continuo -la fuerza es un mal necesario, incluso en una tierra civilizada como Orario. Viggo está haciendo su mejor esfuerzo para proteger a su familia, ustedes también deben hacer lo propio-

-Lo tendré presente- dijeron Semiramis y Scheherezade al unísono. Por un lado, ellas se sintieron mal por Viggo al tener que someterse a este entrenamiento. Por otro lado, entendieron en sus corazones que cada uno debía hacer lo que pudiera en su propio campo de batalla. Viggo luchando y haciéndose un nombre en Orario. Ellas a través de los negocios y los contactos.

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