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Segundas oportunidades 1.52

Viggo, Sakura y Ana habían perdido tres días en Corintio. Todos ellos comiendo, paseando y teniendo sexo sin los interminables regaños de Kiara. El segundo día fue el peor de todos, ya que solo se detuvieron para comer, tomar un baño o hacer sus necesidades. Así que el tercer día se propusieron ser más recatados y solo lo hicieron tres veces. No obstante, solo al cuarto día salieron de Corintio y llegaron por la tarde al puerto de Creusis en Beocia, al norte de Atenas. El lugar tenía un humilde muelle de madera que con suerte podía recibir uno o dos barcos. Desde lejos se podían contar una veintena de casas mientras las calles eran de tierra. Una vez que entraron a la ciudad, se acercaron al puerto para comprar provisiones y se encontraron con problemas. Viggo siempre considera a Sakura y Ana como chicas lindas e ideales, pero se olvida de un asunto muy importante. Ellas son hijas de Esparta.

En ese momento del día, Ana y Sakura llevaban vestidos rojos que le llegaban hasta las canillas y solo dejaban ver los antebrazos. Además, Sakura llevaba una aljaba colgada de una cuerda cruzada al pecho mientras cargaba un arco al hombro. Por otro lado, Ana llevaba dos largas dagas amarradas a un cinturón. Ambas se veían jóvenes, hermosas y tentadoras. Mucho más ahora que estaban activas sexualmente.

Cuando Viggo entró a una tienda para comprar algunas cosas, unos tipos se acercaron a las chicas con más intenciones que solo conversar. El hecho es que Sakura los echo sin darles oportunidad de hablar. Los tipos se enojaron y la trataron de puta. Sakura los ignoro mirando hacia otro lado, pero cuando un tipo la quiso tomar por el brazo derecho, Sakura aparto su brazo, cerró el puño y le dio un tremendo puñetazo en la cara. El tipo cayó a tierra con la mandíbula partida y los otros se lanzaron sobre las chicas para atraparlas.

Al instante siguiente, Viggo salió de la tienda cargando un saco con las provisiones, cuando vio a Ana saltar y darle una patada a un tipo en toda la cara. Dos dientes amarillentos volaron por el aire y el tipo cayó inconsciente. Viggo soltó un suspiro y miró a los otros cuatro tipos tendidos en el suelo.

-¿Vamos?- pregunto Viggo

Ana y Sakura se voltearon y lo miraron con severidad. Viggo dio un paso hacia atrás y ellas asintieron con una clara expresión de enojo. Después de eso caminaron con dirección norte y se perdieron de la vista de todos en el monte de Helicon.

Dos horas después, los tres se pararon en el acantilado del monte Helicon que tenía vista al mar. Sakura miró las dos islas en frente, una pequeña con dirección Oeste y otra mucho más grande con dirección norte.

-¿Esa debe ser?- pregunto Sakura señalando la más grande

-Así es- dijo Viggo, sus instintos estaban gritando que algo raro había en ese lugar -solo hay que conseguir un bote-

-No vamos a volver a Creusis ¿cierto?- pregunto Sakura frunciendo el ceño

Viggo soltó una risita y se rasco la mejilla -no podemos- dijo -después de lo que paso dudo que los lugareños nos lleven a la isla. Por otro lado -dijo apuntando a unos mil metros de donde estaban. Había un pequeño muelle de madera a la orilla de la playa con una barca -eso nos podría servir. Si le pertenece a alguien, le pagamos y ya está. Somos gente razonable ¿cierto?-

Ana y Sakura asintieron con expresión sería, entendiendo el mal chiste de Viggo. Ambas se acercaron y le dieron una patada en las canillas.

Después bajaron por una pendiente hasta la playa y caminaron hasta llegar al muelle. Entonces dieron vueltas por los alrededores buscando al dueño de la barca, pero como no había nadie, solo tomaron la barca y remaron durante cien metros hasta llegar a la isla. Después tomaron la barca y la empujaron a la playa.

-No creo que se la vaya a llevar la corriente ¿cierto?- pregunto Viggo mirando al cielo, como si quisiera calcular por el movimiento del sol el momento en que suba la marea. Sin embargo, la ignorancia pudo más y tiraron de la barca mucho más adentro de la playa.

Una vez listos ellos miraron los escombros que había por delante y llevaban a la cima de una montaña. Se veía una escalinata que ascendía hacia los lados en zigzag, con más de diez metros de altura. En cada una de sus esquinas había pilares de piedra derruidos. También se veían pilares de madera partidos a la mitad, con algunas de sus partes caídas obstruyendo la escalinata. Una vez que subieron la escalinata se encontraron una cueva con las paredes a la mitad de la montaña. La cueva tenía el piso, techo y paredes recubiertos de piedra labrada formando un pasillo de diez metros de largo. Avanzaron durante los primeros dos metros y después tuvieron que saltar evitando un gran agujero en el piso por el cual corría viento. Una vez que llegaron al final del pasillo se encontraron con un altar hecho de madera rojiza y con los bordes enchapados en placas de oro. Sin embargo, por la suciedad y las telarañas en las esquinas del pasillo, podían decir que esto llevaba mucho tiempo abandonado.

Viggo y compañía volvieron por el camino y bajaron por el agujero en el suelo y encontraron otro pasillo de unos cinco metros. Al final del pasillo se veía la luz del día, así que siguieron avanzando y se encontraron con un cráter de gran profundidad. Miraron hacia arriba y se dieron cuenta que la colina tenía abierta la parte superior como si fuera un volcán. Después miraron hacia abajo y vieron una gran piscina de unos veinte metros de diámetro. El agua estaba a veinte metros de profundidad de donde estaba Viggo. Por otro lado, había una cascada que alimentaba la piscina, por ende, el agua se veía cristalina y de color turquesa, como la del mar. Sin embargo, lo que más llamó la atención de Viggo fue la extraña piedra obsidiana esparcida por toda la zona, muy parecida a la piedra de aquel templo que había visto en Muspelheim. La mayor parte de la piedra obsidiana estaba dispersada en el fondo de la piscina, como si hubiera constituido una especie de construcción que con el tiempo se derrumbó. Al mismo tiempo, había trozos de piedra obsidiana incrustada en las paredes.

-Bajemos utilizando las fisuras en la roca- dijo Viggo, Sakura y Ana asintieron y los siguieron hasta bajar diez metros y encontrar una saliente de 1 metro de ancho. Viggo se detuvo y miró la cascada que alimentaba la piscina en el fondo. Avanzó por los lados de la saliente con sumo cuidado y se afirmó de las piedras que sobresalían de la muralla con su mano derecha mientras que, con la izquierda sujetaba su hacha. Una vez que llego a la cascada, paso por debajo de ella, empapándose en el proceso y encontró una cueva. Avanzó hasta el fondo y vio una especie de sarcófago negro hecho de piedra obsidiana. Se acercó, miró el interior por una separación entre la tapa y el sarcófago y vio que estaba vacío. Soltó un suspiro y miró hacia todos lados en búsqueda de algo que fuera de utilidad. Entonces encontró en un recoveco de la muralla una gran cantidad de monedas de oro, joyas y cajas enchapadas en oro.

Viggo sonrió y escucho los pasos de Sakura y Ana. Volteó y les dijo -vengan, esto es bueno-

Ambas muchachas caminaron a paso rápido y llegaron a lado de Viggo. Se sorprendieron igual que él y sonrieron.

-Esto es bueno, con esto ya podemos comprar un lugar propio- dijo Sakura como si pensara a futuro.

Viggo alzo la ceja y pensó que había muchas cosas que las chicas desconocían de él. Se sentó sobre la tapa del sarcófago, dejo su hacha a un lado y les dijo -vengan aquí. No creo que sea el mejor lugar para decir esto, pero es mejor ahora que nunca-

Sakura y Ana caminaron hasta el sarcófago y se sentaron en la tapa de piedra obsidiana.

-Verán- dijo Viggo -yo, bueno, no soy un dios, pero creo que soy una especie de semi dios-

-¡¿Eh?!- dijeron ambas hermanas

Viggo sonrió avergonzado y continuo -sé que suena extraño, pero es la verdad. Yo vivo en otro lugar muy, pero muy lejano. En una tierra donde andan los dioses entre los mortales…-

Entonces Viggo le comenzó a contar sobre Orario y la torre de Babel. Sobre su padre, el alto elfo de cabello blanco y su madre, la diosa de la forja. Viggo les dijo que había sido un hijo desobediente, así que su padre lo mando a entrenar lejos para que pudiera entender el valor de lo que tenía. Por otro lado, les explico su situación acomodada en Orario.

-Así que no tiene que preocuparse por el dinero y esas cosas- dijo Viggo

Sakura y Ana parecían aturdidas mirando hacia el final de la cueva, donde se veía la cascada, mientras el choque del agua contra la piedra llenaba el silencio.

-Viggo, yo- dijo Sakura, se mordió el labio y lo miró a los ojos -te creo, pero esto, esto-

-Ya lo sé- dijo Viggo -sé que suena muy irreal, pero es la verdad. En algún momento verán mi real fuerza y espero que ninguna se asuste-

-Yo no me asustaría- dijo Sakura alzando la voz, después se quedó callada por unos segundos y continuo en un tono suave -es solo que es, es, increíble-

-Lo sé- dijo Viggo, paso su brazo por la cintura de Sakura y la apego a él. Le beso la frente y le dijo -solo quiero que lo sepas y no te preocupes por el futuro. Pase lo que pase, te cuidaré para siempre-

-Yo, yo, yo no quiero que me cuides- dijo Sakura enojada -yo quiero que nos cuidemos el uno al otro-

Viggo sonrió y el dio un beso en los labios. Después la miró a los ojos y dijo -entonces es mucho mejor-

Sakura sonrió y le devolvió el beso. Después de eso, Viggo miró a Ana, quien todavía tenía una expresión de asombro.

-La maestra- dijo Ana elevando su rostro y mirando a Viggo a los ojos -dijo que era bueno que conociéramos a Viggo a fondo. Que pasáramos más tiempo juntos, porque a lo mejor, cuando descubramos su fuerza, nos podemos asustar ¿A esto se refería?-

Viggo se rasco la mejilla y dijo algo incomodo -puede que no. Verás, soy un poco violento cuando combato-

Ana frunció el ceño y dijo -somos espartanas, Viggo. Crecimos viendo a nuestros abuelos, padres, tíos y hermanos luchando día y noche. También recibimos entrenamiento igual que los niños, aunque fue por poco tiempo, pero no nos subestimes. No somos como esas niñas atenienses cuya mayor aspiración en la vida es casarse. Así que un poco de violencia no nos asustara-

Viggo la miró con seriedad y asintió. Ana sonrió para Viggo y le dio un beso en los labios. Viggo también sonrió y le dio devolvió el beso.

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