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Un delicado balance 1.29

A la semana siguiente, Viggo fue a los terrenos de la familia Hera. En ese momento Viggo iba tomado de la mano de la mano de Kain mientras Ottar iba de la otra mano. Diferente de Ottar, que disfrutaba ir de la mano de Kain como si fuera un bebé (así lo veía Viggo), a Viggo le parecía molesto; ya estaba grande para esas cosas, pesaba. Sin embargo, el viajar de esa manera a lo largo de Orario, le hizo recordar el pasado. Esos momentos cuando era alguien feliz y sin preocupaciones. Antes de que él fuera vencido de forma lamentable por Ottar. Antes de que Viggo en su frustración y miseria, le gritara a Ottar que Kain nunca sería su padre por mucho que lo quisiera. Que lo botaron en la basura y que, gracias a eso, siempre sería una basura.

Viggo iba de la mano de su padre, recordando los viejos tiempos. El sol en el cielo era más resplandeciente que nunca, la brisa de la mañana era agradable y el día auguraba sorpresas. Viggo miró a Ottar avanzar del otro lado con una gran sonrisa en sus labios. Viggo tuvo que admitir que Ottar era muy feliz con su padre, incluso más que él mismo. Entonces miró hacia adelante, al gran portón metálico de la entrada de la familia Hera y diviso los grandes árboles que se alzaban por detrás de las grandes murallas de concreto. Mucho más allá, se veía la parte superior de una mansión blanca, más similar a un castillo que a una casa. Al mismo tiempo, Viggo se preguntó si el destino se equivocó. Si Ottar hubiera nacido como hijo de su padre, hubiera sido un mejor hijo. A lo mejor, el destino estaba loco o solo era una invención de los dioses, como siempre decía su maestro.

Viggo sonrió al recordar a su malhumorado maestro y soltó una pequeña risita.

-Cuéntanos el chiste, Viggo- dijo Kain mirando hacia adelante. Ottar del otro lado miró a Viggo curioso sin nunca detener su avance, sus pequeñas orejas de oso estaban paradas en una actitud atenta.

Viggo elevo su rostro y miró al alto elfo de cabello blanco, que también era su padre. Le apretó la mano en un gesto suave y dijo -no me rio de ningún chiste, padre. Solo recordé algo que me dijo mi maestro-

-¿Qué sería?- pregunto Kain de forma casual

-Que el destino es otra mentira de los dioses-

-Mentira, mentira, no es- respondió Kain. Llegaron frente al gran portón de la familia Hera y los guardias parados a los costados del portón, hicieron una reverencia -buenos días- dijo Kain con voz firme y los 10 guardias le respondieron a coro "buenos días". Hera, la dueña de la familia, era una de las mujeres de Kain y era una obligación respetarlo como a ella. Al menos, esa había sido la indicación de la diosa, la falta de respeto tendría graves consecuencias.

Por su parte, un guardia abrió el candado que sujetaba la cadena y otras dos guardias empujaron el gran portón hacia atrás. El portón se abrió dejando escapar un chirrido. Kain se despidió de los guardias y avanzó con Viggo y Ottar en cada mano.

Una vez que estuvieron a cinco metros de los guardias, Kain continuo -el destino es la suma de un conjunto de sucesos. Sin embargo, no es algo que sea 100% infranqueable. Para cambiar el destino, se necesita conocimiento y acción. Saber qué mantener, qué interrumpir y qué cambiar-

<Es un delicado balance> escucho Viggo en su mente, como si escuchara la gruesa voz de su maestro.

-Es un delicado balance- dijo Kain

Viggo se cubrió la boca y se rio a carcajadas. Ottar del otro lado lo quedo mirando y Kain se detuvo a mirarlo. La curiosidad y la diversión se expresaban en sus finos rasgos elficos. Viggo siguió riendo, pero se detuvo cuando noto la ingravidez. Entonces miró a su padre y se dio cuenta que lo cargaba en su brazo derecho. Kain se agacho del otro lado y tomo a Ottar en su brazo izquierdo. Después siguió caminando como si nada y Viggo solo sonrió.

-¿De qué te ríes tanto, muchacho?- pregunto Kain con una sonrisa en los labios

-Mi maestro siempre dice eso, lo del balance. Para él, todo es encontrar el balance entre la acción y el conocimiento-

-Bueno, tu maestro tiene mucha razón. Todo es un equilibrio, un balance, el desborde hacia uno de los lados puede echar a perder lo que intentes hacer-

-Padre ¿Es en serio lo del destino?-

-Serio, serio- dijo Kain mirando hacia adelante. Se veía un camino adoquinado con una arboleda a cada lado -el destino no es algo que inventaron los dioses, solo es algo de lo que ellos con su basto conocimiento, aprovechan. Igual que un mercader veterano sabe aprovechar las necesidades de cada estación. El destino es un suceso lógico que se da después de haber hecho ciertas acciones. Mejor dicho, a cada acción, hay una reacción. Es como prender una vela. Primero enciendes la mecha, lo que simbolizaría la acción y después, de forma natural y orgánica, ocurre el destino. Que, en este caso, sería la vela derritiéndose, soltando cera y desparramándose hacia los lados, enanchando la base. La vela se consume y con el tiempo se apaga. La única diferencia que podríamos hacer, es ver si se apaga antes o después. De forma dramática, lenta y tormentosa o de un solo golpe-

-Eso quiere decir que todas las cosas llegaran a su fin, sin importar lo que hagamos-

Kain se detuvo, puso un rostro serio y lo miró a los ojos. Asintió varias veces y le beso la frente a modo de consuelo. Después le beso la frente a Ottar y continúo caminando -cada cosa debe seguir su curso, Viggo. El mundo, la sociedad y el universo se enferman cuando las cosas se quedan estancadas. La tierra se llena de vicios, al mismo tiempo que nacen los monstruos y se incrementan trayendo desgracia a los débiles. No hay descanso para nadie, incluso para la persona que quiso dejar el mundo estancado en ese punto. Solo puede ver como todo se va deteriorando, a lo mejor, llamar evolución a la corrupción que va sucediendo de forma natural. Sin embargo, no importa cuánto lo intente, ni el tipo de imperio vampírico que cree, nunca tendrá paz hasta que todas las cosas retomen su ciclo natural-

Viggo miró a Kain en todo momento y pudo ver una especie de tristeza en su mirada. Quizá, qué supo o a quién conoció que piensa de esa manera, pensó Viggo. Parece que esa persona que creo ese Imperio Vampírico, lo qué sea que signifique, fue alguien miserable.

Una vez que Kain y los niños miraron hacia adelante, divisaron la gran mansión de la familia Hera, que más parecía un castillo que una casa. De cuatro pisos de altura y más de mil metros de ancho, hecho de roca sólida y arquitectura medieval. Grandes ventanales en cada uno de los pisos y una enorme puerta doble en la base. Antes de la mansión había una gran plaza de forma circular y a su alrededor había varios caminos y edificios. En su mayoría, eran las bodegas de alimentos y dormitorios para todos aquellos que eran ajenos a la familia y solo prestaban sus servicios. Se veían aventureros avanzando en dirección a Kain y los niños. Otros que iban por un camino adoquinado con dirección Oeste, a los campos de entrenamiento. Otros reunidos en grupos y conversando en medio de la plaza

Kain bajo a los niños y ellos lo tomaron de la mano. Entonces siguieron caminando, atravesando la plaza y llegando frente a la gran puerta de la mansión de la familia Hera. Ambas puertas se veían robustas y firmes, cada una con más de 3 metros de altura y dos metros de ancho. Cada una tenía una gran aldaba en su frente colgada de lo que era la cabeza de un ramo de flores hecho de bronce.

A un lado de la puerta, había tres hombres conversando, todos altos y de contextura atlética. Vestían como aventureros promedio; camisa, pantalones y botas. Dos de ellos rubios y uno de pelo negro.

-¿Qué andan tramando?- pregunto Kain al verlos conversando

El rubio de sonrisa intrépida se volteó primero, era Jason -viejo- dijo en un tono de voz contento -te estábamos esperando-

-Idiota, dijo que lo esperáramos hoy- respondió el de cabello oscuro, que era Odiseo. Llevaba el cabello corto y una barba de candado.

-No te preocupes por las pequeñeces- dijo Jason en un tono fácil y bromista

-Buenos días, maestro- dijo el otro rubio, que era Aquiles. Tenía el cabello lacio hasta los hombros. Su aspecto amable y su rostro atractivo lo hacia el favorito de las chicas. Mucho más que el siempre dicharachero, Jason.

-Hola a todos. Hermano Jason, siempre tan bromista- dijo Viggo con una sonrisa

Jason mostro una sonrisa amplia y llena de alegría -Oh, pequeño hermano, tanto tiempo sin ver al gran Viggo- dijo

-Hermano, no me llames así- respondió Viggo avergonzado

-¿Por qué? Suena genial- dijo Jason con una sonrisa burlona

-No lo molestes- dijo Odiseo, el hombre del cabello oscuro y barba de candado. Le dio un palmazo en la cabeza a Jason y se acercó a Viggo -¿Cómo has estado, pequeño hermano?- pregunto con sincera preocupación en la mirada

A Viggo le costó mirarlo a los ojos, pero sonrió al final y dijo -bien, creo que bien. He mejora, soy mejor-

-Esa es la idea- dijo Odiseo y levanto su puño. Viggo levantó su puño y lo choco con el Odiseo.

-Es bueno que hayas vuelto, Viggo- dijo Aquiles, también se acercó y le ofreció su puño. Viggo choco puños con él y después fue con Ottar y lo saludo de la misma forma.

-Lo siento, pequeño hermano- dijo Jason con una sonrisa incomoda mientras se rascaba la cabeza -solo estaba bromeando-

-Está bien- dijo Viggo -no me enojo, es solo que no me gusta que me llamen "El gran Viggo". Suena tonto como mi actitud en aquel momento-

Jason se acercó a Viggo y se agacho un poco para que sus ojos coincidieran -estas mal, pequeño hermano- dijo -decir ese nombre, llamarte el "gran Viggo" a ti mismo, hace dos cosas. Primero, te da poder sobre tu pasado. Segundo, te permite reírte de tus propios errores y de lo que hiciste en el pasado para que no sea una carga para el futuro. Así que ríete de tus propios errores, búrlate del anterior Viggo y ríete de lo que hizo. De esa manera, podrás recordar el pasado como un punto de aprendizaje, más que de condenación y lamentos. Además, saber reírte de ti mismo es un buen paso para dejar de tomarte tan enserio. No te tomes tan enserio a ti mismo, todo el mundo se equivoca. Todo el mundo a dicho algo que en algún momento se ha arrepentido de decir. Tus errores también pueden ser perdonados-

Viggo apretó sus labios y con ojos acuosos asintió. Jason se agacho y le dio un abrazo. Después se separaron y caminaron un poco más allá, donde se había movido Kain y los otros.

-Jason es genial cuando es un poco serio, pero es un idiota 24/7, tienes que encontrar un balance- dijo Odiseo soltando un suspiro de cansancio.

-Cállate, con tu seriedad es más que suficiente- respondió Jasón molesto

-Bien, dicho lo dicho, nosotros íbamos a entrenar hoy ¿cierto?- pregunto Kain

-Sí- respondieron los cinco a coro

-En ese caso ¿Vamos?-

-Vamos, viejo- dijo Jasón y avanzó por delante. Lidero al grupo por el camino adoquinado hacia el sector Oeste de la mansión, donde estaban los campos de entrenamiento. Al mismo tiempo, Kain elevo la mirada a lo alto de la mansión. Viggo también miró y vio a una mujer vestida con una toga griega blanca en el balcón central del cuarto piso. Ella alzó su mano y la movió en señal de saludo. Entonces Viggo miró a su padre, quien sonrió y levantó su mano para saludarla de vuelta. Después siguió avanzando y Ottar le volvió a tomar la mano izquierda y Viggo la derecha. De esa manera, caminaron con dirección al gran domo al final de los campos de entrenamiento, donde los tres idiotas, también conocidos como los mejores aventureros de Orario, tenían su propio gimnasio.

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